Luz y Sombra (4)

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Tú eres como yo, tú estás loco
Sé que es extraño, los dos somos de la clase de los locos
Me dices que estoy demente
Chico, no finjas que no te gusta el dolor


El rugido de los motores y el chirrido de los neumáticos resonaban en las calles adoquinadas, rompiendo la tranquila mañana. Levi, con su capa negra ondeando al viento, caminaba con paso firme por la acera, su mirada penetrante observando cada detalle del nuevo mundo que se extendía ante él. A su lado, Hange con su cabello castaño alborotado por la brisa y sus ojos llenos de una curiosidad infantil, tropezaba con los adoquines, fascinada por el espectáculo de los carruajes sin caballos que circulaban por la calle.

De repente, Hange se detuvo en seco, señalando con un dedo tembloroso a un vehículo rojo que rugía como un león de metal. "¡Levi, mira! ¡Un animal gigante con ruedas!", exclamó con voz emocionada.

Levi se llevó la mano a la frente, reprimiendo un suspiro de exasperación. "Hange, esos no son animales", le dijo con paciencia, "son máquinas creadas por los humanos para transportarse".

Hange frunció el ceño, confundida. - ¿Máquinas? ¿Cómo pueden moverse sin patas ni alas?

Levi se tomó un momento para explicarle el funcionamiento de los automóviles, utilizando palabras sencillas que ella pudiera comprender. Hange lo escuchaba con atención, sus ojos brillando con fascinación mientras asimilaba este nuevo conocimiento.

- ¡Es increíble!-   exclamó     - ¡Los humanos son tan ingeniosos!-

- También algunos tienen una sangre exquisita

Levi noto que Hange estaba muriendo de hambre, se acerco a una pizzería con ella comprando una caja. El aroma a queso derretido y salsa de tomate inundó las fosas nasales de Hange, provocando un rugido aún más fuerte en su estómago. Observaba con ojos suplicantes la pizza humeante que Levi sostenía con una mano.

- Huele delicioso - murmuró Hange, su voz un ronroneo de alegría. - No sabía que los humanos podían crear algo tan apetitoso-

- Es sabroso, debes probarlo

Con un movimiento rápido, cortó una porción generosa y la depositó en un plato, deslizándolo frente a ella. Hange no dudó ni un segundo, tomando el trozo con ambas manos y devorándolo en un solo bocado. Un gemido de satisfacción escapó de sus labios mientras el sabor explotaba en su boca.

- ¡Es celestial! ¡Jamás había probado algo tan sabroso! es mejor que mi pan de lembas

Levi la observaba con una mezcla de diversión y ternura. Era la primera vez que veía a Hange tan desinhibida, tan entregada a un placer tan simple como comer. La imagen de la elfa con las mejillas manchadas de salsa y una sonrisa radiante en su rostro era algo que jamás olvidaría. Al salir de la pizzería seguían caminando por todas partes, miraron un almacén de ropa, una tienda de dulces, cuando llegaron a la plaza Hange pudo divisar una iglesia.

- ¿Qué es este lugar, Levi?

- Es una iglesia, Hange. Un lugar donde las personas se reúnen para profesar su fe en Dios".

Hange frunció el ceño, tratando de comprender este nuevo concepto. - ¿Fe? ¿Dios - O sea ...

Levi se tomó un momento para explicarle la religión, utilizando palabras sencillas que ella pudiera entender. Le habló de la creencia en un ser superior, de la búsqueda de la paz interior y de la importancia de la comunidad. Hange escuchaba con atención, absorbiendo cada palabra como una esponja.

LEVIHAN HISTORIAS CORTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora