Novicia y Libertino (2)

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 Otro día mas, otra caricia a mi corazón


La tenue luz de las velas danzaba por la habitación, creando un ambiente de quietud y recogimiento. La Novicia Hange se encontraba arrodillada frente al altar, con el crucifijo de Cristo presidiendo la escena. Su rostro, pálido y sereno, reflejaba una mezcla de súplica y resignación. Entre sus manos apretaba un pañuelo blanco, ya arrugado por la tensión.

Con voz suave, casi un susurro, Hange comenzó a implorar la protección del Señor:

- Oh, Cristo Redentor, te imploro que me protejas de las tentaciones del libertino Levi Ackerman. Tu sabes que no tengo malas intenciones señor, le daré este pañuelo a Nanaba, para que se lo entregue.  Eso haré Jesús. Lo prometo aquel libertino, no podrá tentarme.

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Levi avanzaba por la calle adoquinada, la luz del sol naciente se reflejaba en su cabello azabache, dándole un brillo metálico que acentuaba su aire misterioso. Sus pasos eran firmes y seguros, cada uno resonando en la calle con un sonido que transmitía poder y determinación. Sus hombros se mantenían rígidos, su espalda recta, la postura erguida de un hombre que no tenía nada que ocultar y nada que temer.

Las miradas de las mujeres lo seguían a su paso, como abejas atraídas por la miel. Algunas lo observaban con descaro, admirando la belleza de su rostro y sus ojos azul gris. Otras lo miraban con timidez, fascinadas por su aura de peligro y misterio.

Levi era consciente del efecto que causaba en las mujeres. Le gustaba su atención, que se volvieran locas por tenerlo, por desearlo, quería ser aquel que robara sus suspiros, aquel que recuerden cuando se tocaban en las noches en sus dulces y pervertidos sueños. Soltó una sonrisa a unas jóvenes y continuó su camino hacia la zona bohemia. 

Entro a su habitación, Erwin le entrego una carpeta con nombres, eran mujeres que querían pasar tiempo con él. Levi observo los papeles y se lanzo a la cama

- Lo haré hoy, mañana no tengo ganas, pero que recuerden las reglas, después se quieren quedar mas tiempo.

La primera clienta entro a su habitación como era su costumbre le invitaba una copa y le preguntaba su nombre, muchas de ellas usaban seudónimos, otras mencionaban sus nombres reales.  La mujer de cabello rubio se acerco tocando su torso descubierto con sus uñas afiladas, susurro "Quiero probarte".

El se dejo caer en la cama, la mujer se trepo encima tocando sus músculos. Sus labios recorrieron su piel, dejando besos ardientes a su paso. Sus manos exploraban cada centímetro de su cuerpo. 

Cuando termino aquel encuentro Levi prendió la radio, el comentarista estaba entrevistando a una mujer del grupo de la iglesia y la buena familia, se escucho decir que estaba en compañía de la santa Hange.

- ¡Otra vez! esa santa creyéndose mejor que todo el mundo -Exclamo con ironía-

El reportero continuaba con la entrevista con varias preguntas. Se escucho como la santa invitaba a todo el pueblo a ver la presentación del coro de niños de la iglesia, cuando el reportero le pregunto que opina de Levi Ackerman. Hubo un silencio, pero Hange hablo con seguridad. Sí el desea cambiar, si Levi Ackerman quiere encontrar a Dios, yo lo puedo ayudar, Dios está para todos, incluso para quienes viven en pecado.

Tras oír aquellas palabras, Levi bufo con molestia, acaso ella se creía mejor que otros, solo porque la consideraban una santa, lanzo una botella contra la pared, Erwin entro riendo al verlo tan enojado.

LEVIHAN HISTORIAS CORTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora