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Camille's Pov
Mi pecho sube y baja a un ritmo poco usual, soy consciente de a qué he venido, pero se me hace imposible no ponerme nerviosa ante todo lo que está por suceder. Intento demostrar seguridad al caminar a través del corto pasillo de la suite que me lleva hacia el centro de la habitación donde hay una mesa redonda decorada con velas, una botella de espumante y dos copas.
Cada paso que doy hacia él, es un paso más lejos de la vida que conocía. ¿Cómo me he convertido en la mujer que busca consuelo en los brazos de otro hombre, mientras mi esposo y la mujer que una vez consideré amiga están en el otro extremo?
Joe llega detrás de mí, con sus manos corre el pelo de mis hombros y me ayuda a quitarme el abrigo lentamente, cierro los ojos cuando siento sus nudillos rozar contra la piel de mis brazos.
—Te queda perfecto este vestido —toma mi mano para hacerme girar sobre mis pies, mientras su otra mano va a mi cintura, y con un agarre seguro me atrae más hacia él—Pero te verás mejor sin el.
Sus labios atacaron los míos con ferocidad, con una pasión que me hizo estremecer por completo hasta hacerme tambalear ocasionando que mis manos se sostenga de sus hombros, estas se deslizaron hasta entrecruzarse detrás de su cabeza, y mis dedos se mezclaron entre sus rubios cabellos.
Joe descendió el cierre de mi vestido, sus manos llegaron hasta mi trasero acariciando mi cuerpo en el camino, el vestido cayó al suelo dejándome semidesnuda frente a él. Se quitó los lentes y la camiseta, pero cuando quiso quitarse el cinturón lo detuve.
Esta pasión me consume, pero también me atormenta. Estoy deseando sentirme viva, pero al mismo tiempo, me estoy hundiendo en una moralidad que nunca imaginé quebrantar.
Nuestros labios volvieron a juntarse abriendo paso para que nuestras lenguas jueguen entre ellas al mismo tiempo que mis manos desabrochaban su cinturón junto con el botón de su pantalón, estos se cayeron al suelo junto a mi vestido.
Ambos, parados en medio de la habitación, semidesnudos, una imagen que encendía como leña el fuego que había dentro de mí.
Sin dejar de mirarlo me incline frente a su entrepierna y acaricie su viril miembro que se hacía notar sobre la tela de su bóxer. Con un leve asentimiento de parte de Joe bajé su ropa interior exhibiendo frente a mi rostro su falo, lo tome con una mano y empecé un vaivén continuo de arriba a abajo, para luego acariciar con mi lengua la punta de este.
Mientras introducía su miembro a mi boca yo no quería perder el contacto visual ya que eso volvía mas excitante el momento, mis labios bajan más hasta sentir cuando el glande toca mi garganta. Lo saco y lamo desde la base hasta la punta que hace que Joe emita un gemido.
Joe inclina su cabeza hacia atrás y exclama—Nena eres la mejor.
Orgullosa por lo que estaba haciendo acelere el movimiento, pero él me detuvo.
—Es mi turno.
Con su mano me conduce hacia la habitación, donde hay una cama king size en el centro, luces tenues decoran el lugar, y la ciudad nos ilumina por un lado.
—Están hechas para que solo se vea de adentro para afuera —dijo al ver mi expresión de susto por la gran ventana que cubría de arriba a abajo la habitación.
La ciudad es el público y nosotros el espectáculo.
Me indico que me sentara en el borde de la cama, él se inclinó frente a mi pelvis acercándose peligrosamente a mi zona, mordí mi labio inferior al imaginar todas las sensaciones que estaban por venir y de un jalón rompió mi ropa interior.
—Solo quiero dejar algo en claro —jadeé al sentirlo dejar besos húmedos a lo largo de mis muslos haciendo una especie de camino al centro de mi pelvis. —Esto no volverá a ocu... oh Joe —no pude terminar al sentir su lengua recorrer mi centro de arriba a abajo, arqueando mi espalda instintivamente.
Él sabía lo que hacía con su lengua y yo le demostraba mi aprecio con cada gemido que salía de mi boca. Movía su lengua haciendo diferentes dibujos sobre mí clítoris, de lado a lado, no podía parar de gemir cada vez más fuerte, yo movía el pubis con pequeños movimientos arriba y abajo.
—Oh dios —gemí alto—Oh Joe, no te detengas... —Mis gemidos empezaron a ser más consecutivos y más potentes hasta llegar a mi clímax. Cerré mis muslos contra su rostro al llegar a mi primer orgasmo.
Joe se incorporó, verlo parado frente a mí con su figura imponente y su miembro apuntando hacia mí, me humedecieron aún más, preparándome mentalmente para el resto de la velada.
Luego de ponerse el condon, se acostó sobre mi sin aplastarme, comenzamos a besarnos con muchas ganas, ansiosos por sentirnos mucho más cerca, ansiosos por estar unidos de una manera más profunda.
—Date vuelta —yo obedecí sin oponerme.
Con mi rostro pegado a la cama me puso en cuatro, me tomó de la cintura dejando mi trasero a merced de él, tomo su miembro y lo restregó por mis pliegues hasta que fue entrado en mí lentamente...sus movimientos tan lentos me desesperaban, me ansiaban a querer más, hasta que finalmente entró por completo.
Sus movimientos se aceleraron, sus dedos se aferraron a mis caderas con mucha fuerza, ya me imaginaba las marcas que estos dejarían, pero solo podía pensar en lo bien que me estaba haciendo sentir, siguió moviéndose rápido cuando tomo mi pelo en una coleta y me hizo encorvar la espalda, fue tan excitante sentirme así de sumisa, era la primera vez que dejaba a un hombre tratarme de esta manera en la intimidad.
Me sentí vacía cuando salió de mi interior—Quiero verte sobre mí.
Se recostó en la cama y me invitó a montarlo, los ojos me brillaron, él no lo sabía pero era mi posición favorita en el sexo, me puse encima de él con las piernas dobladas en sentadilla, su miembro seguía duro, me fui acomodando mientras que él lo tomó en su mano y empezó a buscar mi entrada, hasta que su glande entró, Joe me agarro de la cintura y me atrajo hacia él de un solo golpe, entro de una, grité al sentirlo dentro de mí, me fui moviendo arriba y abajo, hasta que tome el ritmo y seguí cabalgando, lo apretaba con fuerza y mis contracciones lo succionaban. Joe se incorporó quedando sentado conmigo aún sobre él, siguió follándome duro mientras nos besábamos y me acariciaba los senos.
—Se toda mía Camille —exclamó mientras besaba mis senos haciéndome estremecer con sus caricias.
—Ya soy tuya...—conteste embriagada por el momento.
Solo nos bastó volver a juntar nuestros labios para llegar juntos al orgasmo, fue increíble sentir como me estrujaba contra él, como si no quisiera que esto se acabara.
Nunca olvidaré la sensaciones que recorrieron mi cuerpo, solo supe que quería hacerlo muchas veces más.