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— No es nada grave, suele suceder cuando estás estresado y aún más cuando eres un niño.

Lucifer y Alastor escuchaban atentos lo que el médico beta les decía, la pequeña rubia yace en los brazos de su padre. Totalmente dormida, ya es de noche y no saben en qué se les fue el tiempo ya que según ellos no pasó mucho en llegar al hospital.

Menos mal.

Podía sentirse aliviado, su cuerpo se sentía caliente pero ya había tomado un supresor para reprimir su celo y su aroma.

— Entonces, doctor. ¿Podemos llevarla a casa? — Alastor hizo la pregunta que justo quería saber, lucifer sonrió, por algo es su asistente personal. ¡Lo conoce tan bien!

El médico miró al alfa y luego al omega, para finalmente mirar a la cachorra entre sus brazos.

Negó, preocupando nuevamente a los adultos.

— Debe quedarse esta noche en observación, y para estar seguros de que no es nada grave le haremos un par de exámenes. ¿Les parece?

Alastor miró a Lucifer, esperando a que él decidiera.

"Elige lo mejor, mi señor."

Se sentía nervioso, Lucifer no se sentía necesariamente bien como para estar demasiado tiempo en el exterior. Por lo que sabía de los supresores, no se puede abusar de ellos porque es perjudicial para el omega involucrado.

Lucifer suspiró cuando sintió la mirada de Alastor.

— Está bien doctor, tendré que ir a casa por algunas cosas de ella. ¿Puede darnos una habitación por mientras? Prometo hacer una donación en el hospital durante tres meses.

Alastor alzó las cejas.

"¿Está tratando de comprarlo?" Dudó.

¿Por qué Lucifer querría hacer eso? Es imposible que el doctor vaya a aceptar eso...

— Jojo~ por supuesto, señor Morningstar. Será un honor darle nuestra mejor habitación personal, por favor síganos.

Caminaron hasta la habitación, Alastor iba detrás de Lucifer, teniendo una mano en su cintura para sostenerlo si llegase a perder el equilibrio. Pero ignorando la mirada de los demás, ellos tres se veían como una familia bastante unida.

— ¿Se siente bien, majestad?

Susurró en el oído del rubio.

Lucifer sonrió. — Sí, solo iré a casa por sus cosas y volveré.

Alastor sintió.

— Está es su habitación, por favor... Señor Morningstar, venga conmigo para hacer el papeleo.

Alastor tomó a Charlotte en brazos y la recostó en la cama.

Cuando la puerta se cerró, Lucifer siguió al médico.

Me siento mal.

Hizo una mueca cuando un mareo lo asaltó.

— ¿Señor? — el médico le llamó.

— ¿Sí?

El médico anciano frunció el ceño al verlo tan ido.

— ¿Le parece si puedo hacerle un chequeó? Se ve muy mal, y ya que usted donará una generosa cantidad de dólares es mi deber priorizar su salud. ¿Me permite?

Lucifer lo miraba desconcertado.

¿Eso de verdad se puede?

Pero no sé va a negar, realmente se siente mal y no va a decir lo contrario. ¡Él incluso siente que va a desmayarse en cualquier momento!

Un Omega en Manhattan [RadioApple]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora