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Cuando Lilith, Gabriel y Vox vieron al enemigo en común se asustaron, se molestaron y uno en especial se burló. Todos sabían que algo podría pasar, pero nunca esperaron esto de parte del odiado social más famoso de todo Manhattan, y él es el único grande del entretenimiento; el que fue lanzado desde lo más alto y aún sigue de pie, sonriendo como si no le hubieran quitado lo que más amaba. Lilith sintió un fuerte escalofrío cuando sintió la mirada de alguien sobre ella, sus ojos buscaron a quien consideraba una amenaza, pero no sé espero que la mirada viniera desde las escaleras. Dónde Lucifer la veía hacia abajo mientras el señor Goetia le daba la mano.

Vox fue al contrario, tenía una sensación de pánico cuando sintió el ambiente demasiado tensó y sofocante de la nada. Había algo en ese lugar que lo hacía sentir vigilado, como sí hubiera alguien en las sombras que lo observa, cada uno de sus movimientos eran vistos por alguien. Se sentía como un ratón en una ratonera, sabe que quizás está en una trampa y siempre intenta buscar una salida cuando es inútil. Siendo tan obvio aún buscó la fuente de la mirada, fue de balcón en balcón hasta que en uno de los pasillos vio algo que le heló la sangre.

Una sombra sonriente que parece darle un mensaje: Voy por tí.

Gabriel Magne, por su parte. No se sintió intimidado por la presencia de su hermano menor, ¿Qué podía hacerle a él un simple omega? Lucifer no es capaz de nada ahora, no tiene a nadie que le brinde su apoyo; nadie está ahí para él, nadie. Solo le devolvió la sonrisa a su hermanito, mostrando sus colmillos blancos en una sigilosa amenaza. Él no tiene miedo, para nada. Él sabe que va a ganar cueste lo que le cueste.

Lucifer alzó la mano al cielo, sonriendo con nostalgia, su hija es una bella estrella en el cielo. Esa galaxia nocturna con miles de estrellas, su esperanza estaba ahí; esperando a que él haga justicia por su muerte prematura. Sonrió dolido en la dirección de Alastor, quién por cierto ya no estaba en ninguno de los pasillos.

¿Dónde estás, pequeño Bambi?

Sus ojos se toparon con el trío, dónde ahora Vox brilla por su ausencia. Inmediatamente Lucifer supo que es lo que estaba pasando, su alfa hizo el primer movimiento, parece que él es el que estaba mucho más impaciente que Lucifer.

La noche apenas empieza, y aún no pueden sacar a bailar sus cartas maestras.

— Stolas, ¿Puedes acompañarme en esta pieza? Mi alfa fue a divertirse un rato. — miró al azabache sonriendo.

Y éste, con mucho gusto hizo una reverencia mientras pedía la mano del rubio bonito, besando el dorso de esta para ir bajando por las escaleras hasta la pista del salón. Ambos se sonreían mientras la primera pieza empezaba, un vals lento y calmado; mientras que por la cabeza de ambos se veían sus planes poniéndose en marcha.

Lucifer logró ver cómo Lilith salía de la habitación y hacía una llamada, suponiendo que se trataba de ese armero que le dió un balazo a su bebé. Gruñó internamente cuando ella regresó con una sonrisa en la cara. Quiere borrarla a como dé lugar, pero debe ser paciente. ¡La paciencia es una virtud que no todos poseen! O eso es lo que Alastor siempre le dice para que no se estrese tanto en el trabajo.

Sonrió sinceramente, recordando esa época. Alastor le había dado un masaje para liberar el estrés, le había dado uno en los pies mientras le contaba una anécdota sobre su niñez en New Orleans. Alastor siempre lo hizo sonreír aun cuando ya estaba roto, simplemente supo funcionar con él.

— Luci, Gabriel está saliendo. — susurró.

Lucifer sonrió.

— El plan puede ponerse en marcha.

Un Omega en Manhattan [RadioApple]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora