Soy Lucifer, príncipe de las tinieblas y puedo hacer lo que quiera.
Ha pasado una semana entera en la que se ha mantenido alejado de los medios de comunicación, no ha recibido ni hecho llamadas con la línea telefónica de su mansión, tampoco desde su teléfono móvil. La última vez que tuvo contacto alguno con el exterior fue con su hermano menor y su amigo, Stolas Goetia. Un alfa que conoció hace no más de tres años. Pero qué se ha sabido ganar su confianza y en parte eso se debe a su pequeña hija, que ahora mismo no está con ellos.
Alastor estaba sentado a un lado suyo, mirando los planes en las hojas que había estado elaborando en la semana de encierro. Necesitaba mantener su mente ocupada, no quería volver a la habitación de su hija y encontrarla ahí, dormida para toda la eternidad. Su corazón de padre no puede soportar el lazo roto de omega-cachorro que se formó en el momento de su nacimiento.
Sí... Ni Dios puede detenernos, matemos a los malditos y hagamos un festín con sus entrañas.
Un tenue rojo se instaló en su pupila, la cual se rasgó en el centro.
Van a morir.
— Mi señor ¿Está bien? — Alastor acarició su mejilla.
Lucifer miró los ojos rojos del ciervo, sonriendo. Una sonrisa fría, el reflejo de un corazón que ya no puede ser lastimado.
Negó.
— No es nada. — acarició la mano del pelirrojo y dejó un beso en la palma del más alto.
Alastor sintió como su corazón saltaba ante ese pequeño gesto.
Señaló una hoja.
— Está parte. — señaló un punto en especial — Ya sabemos que es Lilith y que contrató a un francotirador.
Lucifer hizo mala cara.
Ella será la primera en morir.
Lucifer sonrió ante la voz de su cabeza.
Oh, sí. Ella será la primera en morir.
Alastor había percibido un cambio en su mortal, en los días que pasaron y que empezaron a reunir información gracias a Azrael y Stolas. Pudo percatarse que su... jefe omega se quedaba ido de la nada, sonriendo de una forma que se le hace muy familiar. La antigua sonrisa del rey cuando caía en sus depresiones, esas veces en las que solo tenía ideas un tanto suicidas.
"¿De verdad está pasando ya?" Su respiración titubeó cuando una energía ominosa salía de Lucifer.
Desvió la mirada a la hoja, tratando de no pensar en lo que la princesa le había dicho hace una semana en el hospital. Esa verdad que se supone debía ocultar hasta qué pasará, su deber ahora... Es hacer que se cumpla el destino del rey, aún si eso significa...
"— Debes asegurar que pase." La princesa le había dicho lo que se avecinaba.
Sintió un par de labios en su oreja, besándola mientras que el pelirrojo finalmente salía de sus pensamientos.
— ¿En qué piensas? ¿Es más importante que yo?
Alastor negó con una gota de sudor deslizándose por la sien. — No es así, solo pensaba en lo que iba a suceder, no quiero que algo salga mal y usted resulte herido.
Esa es la buena intención.
Lucifer se alejó con una sonrisa, sentándose en las piernas del alfa de forma casi descarada.
Alastor se estremeció.
— ¿Tienes miedo que me hiera? — lo vio asentir — ¿Por qué? ¿Por qué soy el rey del infierno?
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Un Omega en Manhattan [RadioApple]
FanfictionDespués de haber muerto a manos de Lilith, la vida mortal de Lucifer Morningstar no es color de rosa...