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Benjamín se quedó muy quieto, temiendo que si movía un solo músculo el silbador supiera que estaba ahí. La idea le pareció un tanto estúpida, era obvio que sabía que estaba ahí, era obvio que sabía que todos estaban ahí.

La melodía se hacía cada vez más fuerte, se acercaba. El silbido de entre los Cafetales tan fuerte y claro como una flauta comenzaba a hacerse levemente ensordecedor. Benjamín apretó a la gata contra el pecho, esta vez el animal no dijo nada, se dejó acurrucar como si también se sintiera protegida por el abrazo del joven.

Estaba durmiendo en un pantalón muy cortito, sin camisa y se sintió vulnerable. Así que soltó la gata y bajó los pies de la cama para ponerse unos zapatos y una camisa por si tenía que salir corriendo cuando unos fuertes pasos por el corredor lo inmovilizaron.

Los pasos se detuvieron frente a su puerta y luego unos nudillos golpearon dos veces en la madera.

—Benjamín, sal ahora —era la voz de Ismael. Benjamín caminó hacia la puerta y se quedó de pie antes de abrirla. ¿Y si no era Ismael? ¿y si era algún aspecto con su voz? — ¿Qué estás esperando muchacho tonto? —lo regañó. Sí, sí era Ismael. Cuando Benjamín abrió la puerta el Fuerte agarre del hombre se envolvió en su muñeca y lo arrastró por el corredor, luego lo metió en su habitación de un empujón y cerró la puerta poniendo el seguro.

La habitación estaba iluminada por una pequeña lamparita junto a la cama. Benjamín logró ver a la gata que se subió y se metió debajo de las sábanas, no supo en qué momento se había colado tan rápido a la habitación, pero ahí estaba.

Ismael corrió hacia su armario, estaba únicamente en ropa interior, abrió la puerta y sacó de ella una escopeta. Benjamín abrió los ojos muchísimo, quiso preguntarle algo, decirle por qué tenía ese aparato ahí, pero tenía la boca seca y la garganta entumecida. Ismael abrió el tubo de la escopeta, de un bolsillo de un pantalón que colgaba en el perchero sacó una enorme bala que le puso al cañón y la cerró con un fuerte crujido, luego la cargó y se sentó en la esquina de la cama.

—Esto ya no me está gustando —murmuró —apague la luz y siéntese —Benjamín corrió hacia la pequeña lámpara y la apagó. La habitación se sumió en la oscuridad, luego tanteo entre la cama y cuando puso la palma de la mano sobre la espalda del hombre sintió un escalofrío, estaba tan cálido. Se sentó a su lado, hombro con hombro, la piel desnuda del hombre contra la suya en un silencio sepulcral. Sus pies también estaban juntos, Benjamín podía sentir los pelitos del hombre contra su piel y hubiese disfrutado de esa sensación de no estar aterrado.

¿Por qué le aterraba tanto aquel silbido? Tal vez porque entendía lo mismo que entendía Ismael, aquello no era algo normal, aquello no era algo humano, así que se quedaron muy juntos en silencio. El silbido se hizo atronador, fuerte, parecía que estuviera en el patio de la casa.

—¿Y Luis? —murmuró muy bajito Benjamín. Ismael contestó también en un tono bajo, pero no tanto, como si no tuviera miedo de que la criatura supiera que estaban ahí.

—Luis está en el pueblo, ¿no lo vio salir hoy en la tarde? Creo que tenía una cita o algo así —de repente, el silbido se detuvo abruptamente, el silencio que quedó flotando en el ambiente fue incluso aún más aterrador. Cuando retomó la melodía estaba justo al otro lado de la puerta. Benjamín dio un salto e inconscientemente con su mano rodeó la espalda de Ismael apretándolo, el hombre ni parpadeó, como si no hubiese sucedido nada.

Ahora que lo escuchaba detenidamente, sí era un silbido, no una flauta, como creyeron la primera noche. Era un ruido fuerte, le dolían los tímpanos, sintió como Ismael se tensó cuando un paso crujió entre la madera. ¿Cómo había llegado hasta ahí si no lo habían escuchado? era como si hubiese volado directamente desde el patio hasta el corredor. La gata lanzó varios escupitajos y se metió aún más profundo entre las sábanas, ambos hombres permanecieron en silencio hasta que la entidad, porque Benjamín estaba seguro que no era un hombre, llegó hasta la puerta y la arañó.

La Epifanía ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora