La vida en psiconía (Pausada temporalmente)

capitulo 3

-Vamos ushko, eso es- la alentaba él con emoción. Sujetaba sus manos mientras la hacía caminar hacia adelante, muy despacio, con una gran sonrisa en su cara- sí, camina, sigue.

Su creación había despertado hace unos días y ahora le estaba enseñando a caminar. Ella era como un bebé en este momento, sus movimientos eran completamente erráticos; a veces levantaba demasiado la pierna para intentar dar un paso y en su cara se veía que se concentraba extremadamente para poder concretar cada movimiento. Durante las primeras semanas se concentró en que ella pudiera lograr esto, con mucha dificultad para ella, más por el hecho de que sus piernas no servían bien.

Cuando ya pudo hacerlo un poco mejor, él se colocaba a algunos pasos de distancia y le mandaba ir hacia él; ella lo hacía pero a veces, llegando ya, caía sobre su pecho. Aún así él la felicitaba, eso genuinamente le daba alegría, su experimento había funcionado, y lo había hecho tal cual él lo quería.

Quién los hubiera visto durante el primer mes (si hubiera alguien para testificar ese atroz crimen) habría dicho que parecían un padre con su bebé. Durante ese mes él la alimentó en la boca, la bañó, la vistió, y ella estuvo pegada a él como un monito, siempre encima suyo por toda la casa; talvez esta fue la clave que establecido el vínculo de dependencia tan extraño y fuerte que ella tenía hacia él, y que en un principio sería incomprensible para cualquiera, sabiendo los maltratos y abusos que ella recibía de su parte.

Durante ese primer tiempo él fue muy poco cruel con ella, ya habría tiempo luego para hacerle conocer el sufrimiento y el terror, esos los fue implementando poco a poco al paso de las semanas, porque, después de todo, su naturaleza sádica no podía esconderse por mucho tiempo, y no era como si quisiera intentarlo.

Ahora ella corría por la casa, tratando de no caer, y él corría detrás de ella persiguiéndola y vociferando amenazas mientras reía como maníaco.

_'¡Corre, corre! Más te vale que no te alcance'_ eran algunas de las cosas que decía, y ella se tomaba muy en serio esas amenazas. La adrenalina corría por su cuerpo y rogaba que sus piernas no le fueran a fallar, pero eventualmente lo hicieron. Ella tropezó y cayó, y antes de que se pudiera levantar él se abalanzó sobre ella y le mordió el cuello como un depredador asestando el golpe fatal a su víctima. Ella gritó en reacción y ambos rieron; este era uno de sus juegos favoritos.

Aún en el piso y riendo los dos intentaban recuperar el aliento luego de la persecución. Él se echó al piso mirando al techo y ella se acercó a verlo con una expresión interrogante

-Ushko tengo hambre- dijo mientras le daba una caricia en la cabeza- ¿Quieres traerme algo de comer?

Ella asintió energéticamente y salió enseguida a buscar algo para él.

El tenía una especie de poder hipnótico sobre ella: cualquier orden que él le diera sería acatada al momento, pero cuando le pedía las cosas de esa manera tan gentil, cuando hablaba cerca de su cara o de su oído ella sentía que se derretía y se desconectaba de la realidad. Si él le pedía que atravesara la habitación para llevarle algo, ella sentía que reaccionaba inconscientemente y que no caminaba, sino más bien que flotaba en el aire todo el camino.

Su devoción a él era tan grande, que si él le llegara a ordenar que muriera ipso facto, estaba segura de que en ese mismo instante su cuerpo fallaría y sus ojos dejarían de ver la luz.

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-¿Cómo está mi paciente favorita?- preguntó en voz baja detrás de ella junto a su oreja.

Ella se sobresaltó por la sorpresa y volteó a mirarlo con terror.

-Doctor- dijo con desgano y volteó hacia el piso; él era justo la última persona que quería ver ahora.

Había tenido una recaída, justo después de que le había prometido que se esforzaría por recuperarse y dejaría atrás esas ideas de dejar de comer que él había tachado como tontas y sinsentido. "Es absurdo que pienses así, tu cuerpo está bien; te lo digo como médico y como hombre", fue lo que le había dicho.

-Así que una recaída, ¿Eh?- preguntó él fingiendo un tono de decepción -¿Creíste que no me iba a enterar? ¿Qué pasa por tu cabeza?-

-Doctor...- ella no podía atinar a decir otra cosa, estaba apenada y no podía ni mirarlo

Tal vez él estaba siendo muy rudo; podría entenderse que estaba actuando así porque estaría enojado con ella, y así fue como ella lo vio, pero él sintió que debería cambiar su actitud porque no podía levantar ninguna sospecha, porque al fin y al cabo, la idea era ganarse su confianza.

-Bueno bueno, ya, no hay nada qué hacer, así que cambiemos de tema. ¡Mira! Te traje algo- dijo para sacar de detrás de su espalda un helado y una gelatina que le entregó con toda la cortesía y amabilidad que pudo. Ella los tomó y enseguida el ambiente entre los dos cambió de nuevo a una de confianza y juegos, como si fueran antiguos amigos.

-Hagamos algo- dijo él repentinamente en medio de la conversación -cuando te recuperes y te den de alta, si quieres, te llevaré a comer un helado, ¿Te parece?

Ella asintió, haciendo ver que su propuesta no le molestaba ni le era incómoda en absoluto, sino todo lo contrario.

-Bien, debo volver a mis asuntos, nos vemos-

El siempre intentaba ser tan caballeroso y atento como podía, mostrando un interés particular y muy obvio por ella. Se marchó del lugar mientras la enfermera llegaba a revisarla.

-Hola linda, ¿Cómo te sientes?- preguntó mientras alistaba un suero para ella; luego de colocarlo volteó hacia la puerta por la que él había salido e hizo un sonido de fastidio y desepción; ¿Qué veía él en esa chica que ella no tuviera? Estaba claro que ella era mucho mejor, era más linda, tenía una carrera, era independiente... Pero no, él iba y se interesaba por una chica anémica y sin gracia.
... En fin; ella no sabía esto era lo mejor para ella; no tenía idea de lo que pasaría pronto, y que para ella era mucho mejor que fuera así.

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Siento que me pasé de cursi, pero ustedes dijeron que les gustaba, así que aquí está 🙂

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