La vida en psiconía (Pausada temporalmente)

Capítulo 21: ¿Señor?

Entregar tu vida y tu corazón completamente a Dios y al servicio 24/7 a su causa no es fácil. Definitivamente es algo para valientes. A la mayoría de las personas que te rodean no les va a agradar la idea, y es muy común recibir comentarios y reacciones hirientes aún de los seres más queridos. Y eso ella lo supo muy bien. Cuando decidió tomar el paso de volverse monja, recibió muchas burlas; cosas como "ah no, lo que faltaba", "ahora sí vas a quedar para vestir santos", "vas a desperdiciar tu vida", "he escuchado que esos religiosos son los peores", y muchas, muchas otras burlas, críticas y comentarios que nunca pidió, sobre todo de ESOS familiares que siempre tienen una opinión, y por los que siempre dejamos de ir a las reuniones familiares.

Pero a ella nunca le importó nada de eso, la verdad; ella estaba segura de lo que quería hacer. Después de todo, ¿No dicen "vive y deja vivir"?

Uno de los comentarios que más recibía era que, si se metía a eso, ya no podría tener pareja, porque no se le permitiría enamorarse, formar una familia, tener hijos y esas cosas. ¿Y eso qué? Como si eso la fuera a detener, como si eso alguna vez hubiera sido importante para ella.

De hecho, a ella nunca le interesó ningún hombre, nunca sintió atracción por nadie, y tampoco pensó mucho en esto; no le interesaba para nada el tema, así que, pensó que estaría bien, que no había problema.
...Pero entonces... ¿Por qué?

¿Por qué ahora? ¿Y por qué él? Jamás sintió interés por ningún hombre, entonces, ¿Por qué justo ahora? ¿Y por qué justamente con EL?

«Isaías 54:5 tu marido es tu hacedor»
En su momento, ella estaba completamente segura de lo que quería, y de que nunca se arrepentiría, pero ahora... ¡No es que se arrepienta de su decisión! De hecho, siempre estuvo segura de que era lo correcto. Sin embargo, sí que había otra cosa de la que debiera arrepentirse, y era de la forma en que su corazón saltaba, y la forma en que no podía evitar mirar a ese hombre.

Ella sabía que estaba mal, él era un hombre santo; jamás podría corresponderle aún por más que ella quisiera, y ella no tenía porqué pretender que fuera así. Ambos habían hecho una promesa, habían dado su palabra, su cuerpo y mente al decidir voluntariamente vivir esa vida, y él era su superior, un hombre completamente comprometido a su vocación; serio, bueno, justo, sabio, educado, pacífico... Dulce, amable, bondadoso, tierno en su tacto y habla, inteligente, admirable, lleno de conocimiento y tantas virtudes agradables, decidido, humilde, gran orador...

Ella no estaba segura de cuándo exactamente empezó a sentirse así con respecto a él, solo sabe que para cuando se dió cuenta de que estaba cayendo, decidió solo negarlo y tratar de olvidarlo hasta que ya no pudo hacerlo más. Ella sentía la urgencia cada vez mayor de estar con él, de ayudarlo, complacerlo, de serle útil como pudiera. Y eso solo empeoró su situación: se hizo tan útil y dispuesta para él, que entonces él quiso siempre tenerla cerca; se volvió su mano derecha, y su sombra.

Ella siempre estaba con él, y aún cuando no, cuando estaba atendiendo alguna otra ocupación, él la mandaba a buscar. ¡La mandaba a buscar! Quería que estuviera con él, porque sabía que ella nunca se negaría a ningún favor o ayuda que él le pidiera.

A veces, mientras estaban en su oficina, ella redactaba alguna carta que él le dictaba mientras él limpiaba el lugar. Era muy ordenado y atento, y decía que ella tenía muy bonita letra, aunque ella consideraba que no tanto como él. Lo acompañaba en el jardín ayudándolo a regar las plantas mientras él le enseñaba los cuidados que se deben tener con estas, y a veces esas caminatas que daban cumpliendo el deber, parecían convertirse en agradables paseos, aunque tal vez esa era solo la forma en que ella lo percibía.

Ella trataba de darle buenas opiniones o consejos cuando él no estaba tan seguro de algo; él decía que ella era muy sabia, pero jamás podría ser tan sabia como él, que, a sus ojos, y estaba segura que a los de cualquiera, lo que fuera que saliera de la boca de él valdría oro siempre.