Capítulo 24: Frankenstein

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Hacía días que no salía del laboratorio. Para ser exactos, había pasado tres días encerrada en ese lugar, trabajando en su última y más grande creación, su obra más grande.

Durante estos días no había comido casi nada, sólo de vez en cuando iba por una rebanada de pan untada con mayonesa y volvía de inmediato para seguir con su trabajo. Estaba tan inspirada y concentrada que ni siquiera sentía el hambre por lo general, y tampoco había descansado, pero eso lo compensaba con parches de cafeína. ¿Cuántos había usado ya? Había unos cuantos tirados en el piso, y otros varios en su piel que probablemente solo había olvidado sacarse. Ahí van, uno, dos, tres más. Siente cómo la cafeína empieza a correr desde los parches por su organismo y otra vez está como nueva, lista para seguir con su trabajo.

Claro que estaos hábitos no son sanos y para ella, pero no es muy buena en eso del cuidado personal; de eso se encargaría él. Sí, él.

Tomó un momento para mirarlo, su más grande y envidiable creación; él sería todo lo que ella alguna vez quiso y necesitó. Todo científico loco necesita un buen secuaz, y ella era de las mejores en su campo, así que necesitaba de los mejores secuaces, pero la idea del típico "Igor" no le agradaba mucho; le gustaba más esto. Y es que solo había que mirarlo: alto para alcanzar los lugares que ella no puede, figura estilizada y traje elegante para un buen look, ojos y cabello rojos como la sangre, una cara hermosa... esa es la cara que tenía aquel del que alguna vez se había enamorado perdidamente, pero que no solo la rechazó, sino que también la humilló y se burló de ella. Es triste, pero bueno, ya no necesita esa linda carita ahora que está bajo tierra, así que no pasa nada si la toma.

No se había dado cuenta de que se había quedado embelesada otra vez mirándolo, ni cuánto tiempo había estado así, hasta que su barbilla resbaló de su mano y con la reacción a su brusco movimiento tiró uno de los frascos que tenía al alcance. Esta era la razón por la que está tardando tanto, ya lo ha hecho varias veces, y ya no se puede permitir tantas distracciones y altercados, tiene que poder concentrarse en lo que está haciendo; y por eso, cuando él estuviera listo, se encargaría de mantenerla siempre concentrada y en óptimas condiciones; él sería su compañía perfecta, muy leal y dispuesto a hace lo que fuera que ella le ordenara. Hasta ahora ese es el plan.

Nuevamente se concentró en lo que estaba haciendo, se sentía como Víctor Frankenstain creando a su monstruo, pero en una versión más chaparrita, más bonita, y con unos lentes que se le veían muy bien. ¿Víctor usaría algún accesorio? Estaba muy metida en su trabajo, hasta que sintió que tocaban su hombro. Le molestó que alguien la viniera a interrumpir justo ahora y sin avisar, así que volteó con cara irritada a ver quién era conteniendo las ganas de gritarle "¿qué!" a esa persona. No había nadie, era su propia cola, que en los momentos en que ella anda muy concentrada, pareciera cobrar vida propia y moverse por su cuenta.

-¿qué pasa? - preguntó como si creyera que le iba a contestar, pero, aunque era obvio que no sería así, de igual manera se irritó cuando no hizo nada.

Siguió trabajando, cuando de repente tocaron a su puerta. ¿Sería posible? ¿Cuándo podría trabajar en paz? Este era su proyecto personal más importante. Era el alcalde el que tocó a la puerta, así que no pudo gritarle a la cara.

-Ah, señor alcalde... no, sí sí... sí, no se preocupe. Sí, estoy al pendiente de su pedido; por supuesto, le avisaré en cuánto esté listo: sí. Adiós.

Ahora, libre de los protocolos, volvió a su laboratorio. Si todo seguía marchando bien, él podría abrir sus ojos dentro de una semana. Estaba programado para serle completamente leal y obediente hasta la muerte. No le interesaba mucho que tuviera criterio propio, porque quería un sirviente fiel, una nuez vacía que obedeciera sin cuestionar y no que tuviera consciencia propia para sacar sus propias conclusiones. Además, no sabía cómo hacer eso.

Una semana y media después, efectivamente había despertado, pero algo falló, y hubo una especie de corto circuito dentro de él. Lo bueno fue que confirmó que había resultado ser exactamente lo que había planeado, sólo faltaba arreglar unas cuantas cosas y ya estaría listo.

Durante los minutos que estuvo interactuando con él pudo darle su visto bueno definitivo, y ahora solo faltaba terminar de perfeccionarlo y ya estaría listo. Su propio frankenstain, un monstruo cruel y violento, su fiel mayordomo y secuaz. Sería perfecto.

Dos meses después de que hubiera despertado sin ningún inconveniente esta vez, todo iba bien, su funcionamiento era el esperado, se comportaba como debía; hablaba, pero no mucho, pero por alguna razón inquietante y un poco molesta, tenía una especie de tic, o mejor dicho bip, que parecía algún tipo de corte minúsculo de sus engranajes, que a veces la irritaba un poco, pero del resto estaba completamente complacida. Todos los días él preparaba su café, limpiaba sus desastres apenas ella dejaba su área de trabajo, y ya estaba aprendiendo a cocinar para ella.

-Aah, estoy aburrida. Cuéntame un chiste- pidió ella hastiada de la mera vida.

Él pareció procesar la petición por unos segundos y luego habló.

-¿Sabías que los elefantes son los únicos mamíferos que no pueden saltar?

-... ¡eso no es un chiste! Ya te expliqué cómo funcionan.

-Bueno, ¿sabes por qué el espante pájaros ganó el concurso?...

Ella lo miró seriamente, sólo esperando a que el remate fuera bueno.

-Es porque era experto en su campo- dijo, y luego esbozó una sonrisa mecánica.

-Bueno... eso... por lo menos ya tienes la idea.

-Café.- dijo y le entregó su taza. Muy puro y un poco amargo, pero a ella le gustaba así.

Luego él se fue de la cocina. Sus pasos eran, se podría decir robóticos, y ligeros; ella lo miraba irse en silencio mientras tomaba su café. Era brusco, pulcro, carecía de un alma, era estúpidamente obediente, servicial y cruel cuando se necesitaba. Perfecto.

 Perfecto

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Aaaah, tenía el capítulo listo desde hace tres días y no lo había podido subir.

Oficialmente este es el capítulo más corto hasta ahora; lo siento, no sabía muy bien qué hacer con este, pero espero que les guste. Ahora iré a seguir teniendo ansiedad por las elecciones de mañana, cuídense, pórtense bien y oren mucho por Venezuela por favor 🙏 gracias.

La vida en psiconía (Pausada temporalmente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora