*Advertencia: contenido spicy jeje*
IZAN
Al regresar a casa Elena ha decidido encerrarse a escribir, en lo que Rosa y yo nos dábamos un baño en la piscina. Los dos a solas. Sin ningún Ibarra de por medio. Sin el malote provocador al que tanto estoy echando de menos...
Ha pasado algo más de un día desde que Andoni me besó y desde entonces me evita. Como ya ha hecho otras tantas veces.
Cada vez que damos un paso hacia delante echamos dos hacia atrás.
Es desesperante.
Puedo entender que se sienta avergonzado por haberme pedido salir pitando de nuestra primera cita, pero quiero creer que el motivo que hay detrás lo justifica. Aunque por cómo pasa de mí, incluso cuando a la tarde nos hemos reunido para entrenar en su habitación, sospecho que él no está de acuerdo.
Es un tipo duro, también consigo mismo, y sabe que no me merece.
Algo así ha debido dictar su cerebro y por eso se reprime.
Se habrá jurado no volver a probar mis labios, ni estrujar mi trasero con sus fuertes manos, ni hacer que nuestras durezas se desafíen...
—Oh, y una mierda.
Yo no puedo distanciarme después de haberlo probado.
Bajo al salón y me topo con Mikel charlando con Max, el chico rubio que se encarga del mantenimiento.
—Eh, ¿dónde está tu hermano?
Max se hace el loco arreglando la manilla de una ventana y Mikel me escruta, como si quisiera cerciorarse de que no porto ningún arma. Luego suelta:
—En el invernadero. Cuando se agobia le da por fumar.
—Predecible.
Avanzo por el jardín, alejándome del edificio en dirección a una pequeña estructura de cristal perdida entre cipreses. Voy hacia la guarida de Andoni Ibarra, donde el único testigo de nuestro encuentro será el anaranjado cielo del atardecer.
—¿Se puede?
Me adentro y dejo que el humo se escape al exterior, el mismo humo que enturbia la figura del chico que me recibe:
—¿Qué haces aquí?
—Salvarte de una intoxicación, por lo que veo.
Niega con resignación.
—Deberías irte.
—No pienso dejarte solo aquí. Esto parece Mordor.
Empiezo a toser y Andoni abre algunas ventanas para limpiar el aire.
—Mucho mejor —agradezco.
—Ya. Si te vas a quedar, prefiero que no te coloques.
Sus ojos están rojos pero no diría que haya llorado.
—No es bueno fumar tanto, ¿sabes?
Lo acepta y remata:
—Hay tantas cosas que no me convienen y aún así hago...
Empiezan a llegar las indirectas y yo nunca he destacado por mi ingenio, así que voy al grano:
—¿Por qué huyes de mí?
—Porque me he portado como una mierda.
Lo que me temía.
—Vale, un poco mierdas sí que has sido pero hay un buen motivo para ello, ¿no?
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El último amanecer de agosto (en librerías y Wattpad)
Teen FictionLAS COSAS DE PALACIO VAN DESPACIO... HASTA QUE EL AMOR LES OBLIGA A DESVELAR SUS SECRETOS. Elena no soporta la nueva familia de su abuelo, pero cuando este fallece, un último deseo lo cambia todo. Debe pasar las vacaciones de verano con ellos. Desde...