ELENA
Increíble pero cierto. El señor Connor ha logrado mantenerlos a raya. Mientras leían, no me han atosigado con el tema de mi abuelo. Algo que agradezco profundamente porque, ni quiero derrumbarme, ni puedo hacerlo. Apenas les he contado una parte de todo lo que sé y así debe seguir siendo para mantenerlos a salvo. Bastante les estoy exponiendo al llevarlos conmigo a la cabaña.
Durante las últimas horas, he atendido a sus opiniones sobre la novela y, por lo que he advertido, les está gustando. Aunque la magia de la narrativa pierde su encanto cuando la misma realidad supera la ficción, y la puesta de sol ha llegado como recordatorio de ello.
—Se acerca la noche —alerta Rosa.
Cierro la carpeta y el portátil sin entusiasmo, aún quedan muchas incógnitas por resolver, y me asomo a la ventana con mis amigos detrás.
—Iremos de madrugada, así que relajaos. Ahora tan solo nos trasladaremos al cuarto de Izan, por las vistas —les ordeno—. Lo haremos sin montar revuelo para que no se enteren los Ibarra.
—Mejor —concuerda Izan—. Durante la cena parecían muy tensos.
—¿Cómo no iban a estarlo? —reprocha Rosa—. Mikel ha dicho que la merluza estaba de muerte y tú la has escupido.
—¡Porque creía que hablaban en clave!
—Pues la has cagado. Andoni te ha notado raro, por eso te ha escrito.
—Me ha escrito porque le gusto, aunque a ti te cueste asimilarlo.
—Serás cabrón...
Antes de que el conflicto sentimental nos arrastre, intervengo:
—Izan, tú por si acaso respóndele. Con naturalidad.
—¿Cómo se hace eso?
—Mandándole un nude —propone Rosa.
Y yo vuelvo a intervenir:
—Quiero pensar que decís gilipolleces por los nervios.
—Chica, un poquito de humor —justifica Rosa—. Así el trauma que nos generará la experiencia será más suave.
—Lo que tú digas. —Paso de discutir.
Mientras obedezcan, me vale.
—Coged lo necesario y cambiémonos de cuarto de una maldita vez.
Izan me sigue y Rosa también, pero esta se demora un poco más.
—Se me olvidaba la botella de vino. —La lleva consigo.
—Rosa, he dicho lo necesario.
—Descuida. —Abraza el pedazo de vidrio—. La voy a necesitar.
***
Las horas pasan y el ambiente ya no invita a la lectura. La cabaña se vuelve la protagonista absoluta y no se habla de otra cosa que no sea esta o su inquilino. Izan tiene demasiadas hipótesis.
—¿Será que Gabriel está secuestrado? O tal vez tuviera un hermano gemelo al que han mantenido preso todo este tiempo.
—No, Izan, no —corto—. Y con tus delirios no vas a resolver nada. Así que déjanos en paz un rato, por favor.
Asiente, y pega la frente al cristal de la ventana.
—Qué borde eres —musita Rosa desde la cama—. No deberías portarte así con nosotros, Elena.
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El último amanecer de agosto (en librerías y Wattpad)
Teen FictionLAS COSAS DE PALACIO VAN DESPACIO... HASTA QUE EL AMOR LES OBLIGA A DESVELAR SUS SECRETOS. Elena no soporta la nueva familia de su abuelo, pero cuando este fallece, un último deseo lo cambia todo. Debe pasar las vacaciones de verano con ellos. Desde...