Capítulo 31

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IZAN

Usansolo, 7 de julio de 2022


Por más que pretenda enfriar mi relación con Andoni, esta se va calentando, casi tanto como mi teléfono. Hoy lo he cargado unas tres veces. ¿El culpable? El Ibarra de siempre. No porque me escriba, sino por las publicaciones que no puedo dejar de examinar.

—Pagaría por la función de cámara lenta —ruego a la aplicación.

Son casi las doce de la noche y aquí sigo, adicto a los vídeos que documentan sus entrenamientos. No puedo estar más atento cuando una nueva notificación me sobresalta. Es del susodicho. Me siento entre las sábanas y aguardo un eterno minuto antes de conectarme.


IBARRA: ¿Estás ahí?

IZAN: Eso parece.

IBARRA: ¿Y te pillo bien?

IZAN: Depende. ¿Para qué?


Para nada al parecer.

Me ha dejado en visto y ya no está en línea.

¿Acaso se ha quedado sin palabras? Muy raro en él. Tal vez le haya fallado el wifi. Aunque los ricos nunca tienen ese tipo de problemas, ¿no? Igual le ha atacado un virus al navegar por páginas para adultos. «Veía porno» me confesó aquella vez que interrumpí su momento autoplacer.

—O simplemente —lamento—, me he pasado de desagradable.

Es otra opción.

—Joder.

Maldiciendo deambulo por el cuarto. Está bien ir de digno, pero hay una fina línea entre hacerse respetar y hacer el gilipollas. Yo la he cruzado.

Agobiado, doy unas cuantas vueltas más, me precipito sobre el colchón y, entonces, escucho un sonido suave. Como un soplido.

Alzo la cabeza y doy con una página doblada que alguien ha colado por debajo de la puerta. Corro a recogerla y leo el interior.


Te espero en el salón...

- Andoni


Aún no he ido a la supuesta cita porque hay varias cosas que me descuadran. La más significativa es que Andoni nunca me diría de ir a donde cualquiera pueda vernos. Lo que me lleva a plantearme que, o arrepentido ha dado un giro de ciento ochenta grados, o es una trampa.

Esta notita ha sacado a flote mi lado más paranoico, el mismo que desconfía del asistente de Lourdes, de las ya casi olvidadas marcas que Andoni tuvo en la muñeca, la innombrable cabaña, el Ibarra que discute a escondidas con los empleados...

Vamos, que no consigo fiarme de la invitación que tengo entre manos.

Sin embargo, sería un imbécil si desaprovechase la oportunidad por miedos que seguramente sean irracionales, ¿no? Mi psicóloga me diría que estoy poniéndome excusas tontas para no afrontar una realidad que me flipa, pero que también me aterra.

Tengo la aprobación de Rosa, el apoyo de Elena, el interés de Andoni y la ocasión soñada, no puedo echarlo todo a perder.

—No ahora. —Suspiro.

Me visto con un pantalón vaquero corto y una camiseta blanca, me rocío en colonia y me dispongo a salir, a por el malote que conocí en la oscuridad, que ahumó mis pestañas y que invadió mis pensamientos desde el minuto uno que coincidimos.

Joder. ¿Terminaré ahogado en el remolino?



*****

Ahoguémonos juntos.

Se viene uno de mis capítulos preferidos, uno de esos con partes que preferiría que mi madre ignorara...


El último amanecer de agosto (en librerías y Wattpad)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora