IZAN
No lleva camiseta y sus palpables abdominales requieren toda mi atención, lo que dificulta que mis neuronas den con la manera de salir de este aprieto.
Por si su dorso no me desconcentrase demasiado, al fijarme en su corto pantalón me queda claro que no lleva ropa interior y que mis sospechas eran ciertas: estaba practicando sexo.
Puede que con el susto se le haya bajado un poco, pero no mucho. La fina tela del pijama va a ceder ante semejante tirantez. Además no deja mucho a la imaginación. En ella se dibuja cada centímetro de la erección, y no es que escasee en largura precisamente...
—¿Me espiabas? —acusa—. ¿Eres un mirón?
—¿Yo? ¡No!
—¿Entonces?
Me encojo de hombros, sobreactuando:
—Pues... ¿Seré sonámbulo?
Ni se lo traga, ni le hace gracia.
Para mí que evalúa si mi cerebro está rindiendo correctamente. A lo que la respuesta es un «no».
Me aleja un poco más de la entrada impidiéndome husmear, se cruza de brazos e insta:
—Venga. ¿Qué querías?
Me cuesta demasiado procesar la escena, no solo por la parte surrealista de la misma sino también porque mi mente está en modo doble tarea. No puede dejar de archivar imágenes de su pecho, abdomen y entrepierna. En especial de esta última que parece posar para mí, irguiéndose y sacudiéndose con cada meneo de Andoni.
—¡Hey!
Da un paso al frente y farfullo:
—Estaba dando un paseo. ¿Y tú?
—¿Yo? —Se asegura—: ¿Acaso no lo has visto?
Niego, aunque me hago una idea de lo que hacía:
—Pero he escuchado varios orgasmos...
Ahora sí que le he provocado una pequeña carcajada.
—¿Varios? —repite con socarronería—. Tienes demasiada fé en mí.
Me ruborizo a más no poder.
—No, es que...
—Estaba entrenando —se adelanta—, el de los ruidos era yo. Contigo y con tu amiguita no he podido hacer gran cosa.
Sé que miente y me arriesgo a contradecirlo:
—No parecías tú quien gemía.
Él enarca una ceja y yo me mantengo en silencio.
No cedo y se ve obligado a revelar:
—Vale, tú ganas. Era un vídeo.
—¿Un vídeo?
Respira hondo y, con cierta desesperación, suelta:
—Sí, chaval, me hacía una paja...
Mis ojos salen de órbita y soy incapaz de gestionar tal afirmación.
Andoni resopla y avanza para agarrarme del brazo. No de manera violenta, sino como medida para que me centre en él. En lo que me va a decir y no en cómo mi piel palpita bajo sus firmes dedos.
—Izan, sé que te he dicho que me gustas, pero eso no significa que puedas colarte en mi único espacio privado y pedirme detalles de... Lo que tenga entre manos. Nunca mejor dicho.
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El último amanecer de agosto (en librerías y Wattpad)
Novela JuvenilLAS COSAS DE PALACIO VAN DESPACIO... HASTA QUE EL AMOR LES OBLIGA A DESVELAR SUS SECRETOS. Elena no soporta la nueva familia de su abuelo, pero cuando este fallece, un último deseo lo cambia todo. Debe pasar las vacaciones de verano con ellos. Desde...