Capítulo 3

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Juncal

Después de varios días dentro de una nave espacial, uno aprende a interpretar los cambios en los sonidos que le rodean. Como ese sutil matiz que me indicó que el motor había bajado la potencia. Íbamos más despacio, y eso solo podía significar que nos acercábamos a nuestro destino.

Me puse en pie antes de que Kala golpease suavemente mi puerta.

—Nos acercamos. —dijo escuetamente.

—Enseguida voy. —respondí.

No necesité agudizar el oído para saber que el siguiente en ser avisado sería Shun. Su camarote quedaba más alejado de la cabina de control, y era menos confortable que el mío, lo digo porque quedaba más expuesto a la vibración de los motores. Y no, no le conseguí por mi rango, fue una repartición democrática, nada como dejar que la suerte decidiese.

Sabía que no debía ponerme ropa elegante, sino más bien algo gastado y acorde con una colonia exterior, pero tampoco debía parecer una campesina o una minera del borde exterior. No es que nos hubiésemos topado con ninguno, pero Kala se tomó su tiempo en explicarme lo que no debía parecer.

—Ven aquí. —Fue lo primero que me dijo Kala nada más llegar a la cabina de pilotaje. —Hay que cubrir tu brazalete. —Extendí mi brazo para que procediese a cubrir el objeto adherido a mi muñeca con una extraña muñequera de cuero. Tuve que subir la manga para facilitarle el extenderla hasta cubrir buena parte de mi antebrazo.

No necesitaba que me dijese qué era, había visto más de una cuando era pequeña. Mi padre solía llevarlas en las sesiones de entrenamiento con los soldados. El tejido era de origen orgánico, creo que de la piel de un animal. Era suave y flexible, por lo que se adaptaba perfectamente a la forma de mi brazo, además era elástica y resistente, lo que la hacía perfecta para colocarla bajo los brazaletes que se convertían en escudos al desplegarse. No tengo que decir, que si no llevabas uno de estos, la delicada piel humana podía sufrir algunos cortes si el entrenamiento era muy duro, y tratándose de un guerrero rojo, siempre lo era.

Kala colocó el escudo retráctil en mi brazo, lo ajustó, y después lo cubrió con el doblez del tejido. Era como una especie de bolsillo de cuero en el que colocabas parte de tu arsenal de combate. Supongo que un mercenario siempre iría preparado para la pelea, sobre todo en sitios como este. Un escudo no era un arma de ataque, pero tenía su utilidad si sabías manejarlo.

El brazalete de cuero tenía algunas perforaciones, que dejaban libre los puntos de salida del escudo. Alguien acostumbrado a usarlos enseguida lo identificaría, y supongo que un mercenario o individuo que tratase con cualquiera de ellos, seguramente lo reconocería con facilidad.

—¿A cuanto estamos? —Shun estaba accediendo a la cabina cuando lo preguntó. Llevaba un brazalete de cuero similar al mío, pero el suyo era más visible, porque tenía el resto de los brazos descubiertos hasta el hombro, mostrando lo bien torneados y trabajados que tenía sus bíceps. Con razón las chicas de la Tierra saltaban sobre él como hembras en celo. Pero que él los luciera en esta ocasión no era para calentar el ambiente, sino por su particularidad de su especie. Un ángel necesita espacio para desplegar sus alas, aunque sean de luz, y con el tiempo, la tela a su espalda acaba deteriorándose.

—En unos minutos contactaremos con la baliza de aproximación.

Kala terminó su trabajo en mi antebrazo, y después se colocó tras los controles. Todos sabíamos lo que aquello significaba, era el momento de acomodarnos en nuestro asiento y ajustar las sujeciones. Si por cualquier motivo la recepción era hostil, estaríamos preparados para salir a toda velocidad. Kala fue muy clara, estos sitios no solo eran impredecibles, sino que eran peligrosos, como guaridas de krunts, algo así como las serpientes de la Tierra, pero mucho más colaborativas y letales.

Jinetes de dragón - Estrella Errante 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora