Juncal
El comerciante recurrió a todas las artimañas corteses que pudo para retenernos en sus dependencias. Estaba claro que no quería que nos fuésemos sin que revelásemos la ubicación de nuestro filón. Pero Kala conocía el terreno que pisábamos, declinó todas sus ofertas con la misma astucia que él. No íbamos a acabar borrachas o drogadas en alguna habitación de su casa, aunque si por el tipo fuese, a mi me encerraría en la suya. Para él no era más que una tierna hembra con la que disfrutar de una experiencia carnal, a la que ni de broma iba a aceptar voluntariamente.
Salimos de allí con un montón de créditos en nuestra cuenta del puerto de atraque, con la que cubrir el gasto de combustible. Y con algo de efectivo con el que compramos algo de comida fresca para abastecer nuestra despensa para el viaje.
—Así que triple C. —le recordé mientras entrábamos en la zona de hangares con nuestro botín.
—Me pareció apropiado. —Kala me dedicó una tierna sonrisa.
No recuerdo exactamente el momento en que surgió aquella referencia, pero alguien comentó que no solo era una princesa blanca, sino que era la heredera de res coronas; la blanca, la azul y la roja. Así, entre risas, alguien dijo que algún día yo podría ostentar una triple corona. La triple C la llamé entre risas. Kala no lo olvidó.
—Me gusta. —Lo hacía. Era una manera de no ir por ahí diciendo mi nombre, ya que tarde o temprano alguien podría descubrir quién era yo, y esta pequeña aventura mía terminaría antes de lo que planeaba. Juncal no es un nombre muy extendido en el sistema de la Confederación.
—¿Todo listo? —preguntó Kala nada más llegar junto a la nave. Shun salió de alguna parte para responder.
—Depósitos llenos. —Pero su mirada no estaba sobre Kala, sino sobre mí. ¿Estaba acusándome de algo? Parecía como si de alguna manera lo hubiese traicionado. ¿Estaba celoso? Más le valía madurar, yo nunca le he pertenecido, no le hice ninguna promesa.
—Bien. Id subiendo esto mientras cierro el pago del combustible. —Kala me echó una mirada mientras me tendía su bolsa de suministros, una de esas miradas que dicen «Será mejor que hables con él y le dejes la situación clara». Era evidente que ella también sabía lo que había en su cabeza.
—Habéis tardado mucho. —me recriminó Shun. No tenía ganas de aguantar cualquier tipo de reproche por su parte. Tenía que aprender que no tenía ningún tipo de poder sobre mí. Él menos que nadie podía decirme lo que podía o no podía hacer.
—Voy a comprobar los anclajes. —Era una tarea rutinaria, algo que un piloto hacía antes de despegar por protocolo, y con mucha más necesidad cuando había personal extraño alrededor de la nave. Uno nunca sabe lo que pueden manipular, y los problemas que pueden surgir si han tocado algo que no debían. No era mi obligación hacerlo, pero era la excusa perfecta para alejarme de él.
Shun se dio cuenta de que no quería hablar con él, así que me dejó alejarme sin dar más explicaciones, aunque le costó un poco ponerse a cumplir con sus órdenes.
Estaba absorta repasando la integridad del casco de nuestra nave, cuando un ruido a mi espalda me hizo girarme hacia allí. Había alguien sentado sobre uno de los contenedores de transporte aliados junto al hangar. No conocía todos los tipos de variaciones humanas que poblaban los mundos de la Confederación, pero sí que podría decir que lo que tenía ante mis ojos era un niño, quizás un adolescente en ciernes. Sus ojos me observaban con curiosidad.
—¿Venís de la órbita tres? —Me costó un poco centrarme en aquella ubicación, demasiado tiempo viviendo en la Tierra supongo, pero al final localicé en el mapa estelar de mi cabeza aquella zona. Podría decirse que quedaba en el cuadrante este de nuestra ubicación actual.
—¿Por qué quieres saberlo? —Me pareció más interesante esa respuesta que un simple 'no'.
—He oído que las naves suelen evitar esa zona, y sentía curiosidad. —dijo indolente.
—¿Y por qué crees tu que la evitan? —Me acerqué más a él para sentarme en un contenedor cercano.
—He oído rumores. —lo dijo bajito, mientras controlaba que nadie salvo yo le escuchase.
—¿Qué rumores? —Estaba realmente interesada.
—Dicen que tienen a algunos terroristas en las mazmorras de Unthur, por eso los contrabandistas evitan acercarse. Hay demasiados controles de seguridad por la zona.
—Pues no lo sabía, gracias por avisarme. —Me puse en pie para irme.
—¿De qué órbita venís? —Si le decía de dónde veníamos haríamos saltar más de una alarma, se suponía que era zona prohibida. Así que traté de acercarme, pero no demasiado, esos sí, sin mentir.
—Cerca de la órbita exterior. —Bueno, cerca era una palabra con varias interpretaciones, dependiendo de con qué lo comparásemos, claro.
—Algún día viajaré a alguno de esos planetas. —dijo con voz soñadora.
—¿Por qué no lo harías? —pregunté, animándole con su sueño de ser un viajero interplanetario. Era tan fácil leer la mente de un niño...
—¿Haciendo amigos? —preguntó Kala cuando alcancé la nave. Estaba segura de que había estado escuchando.
—Solo animando a un futuro explorador. ¿Estamos listos para despegar?
—En cuanto nos amarremos los cinturones de seguridad.
—Bien, pues vámonos. Tengo ganas de largarme de este lugar. —No lo decía por el niño, sino por el tipo del con el que hicimos negocios y sus 'amigos'. Solo recordarlos me daban escalofríos.
Kala maniobró con suavidad para sacarnos del planeta, pero no me pasó desapercibida la tensión en sus músculos mientras lo hacía, ni la forma en que controlaba todos los indicadores del panel de control. Ella también tenía ganas de salir de allí, no se sentía segura. Teníamos que repostar, era una necesidad imperiosa, pero hacerlo allí tenía su buena dosis de peligro.
Mientras Kala nos sacaba de la órbita planetaria, yo me puse a curiosear sobre la información que me había dado el niño. Busqué Unthur en nuestro mapa estelar, y lo que encontré me pareció un tanto curioso. Unthur estaba bien custodiado, no necesitaba un extra de medidas de seguridad. ¿Qué tipo de terroristas tenían allí dentro? ¿Tenían miedo de que escaparan? ¿o era más bien que esperaban que sus amigos fuesen a rescatarles?
La nave se estabilizó, por lo que Kala se relajó considerablemente. Eso me dio pie a intentar obtener respuestas.
—Te he comprado de esas bolitas de néctar que tanto te gustan, o eso creo que eran. —Le dije a Shun.
—¿Polen de ángel? —preguntó emocionado. Hombres, para que luego digan que no se les puede entender. Son fáciles, se rigen por sus apetitos; comida y sexo. Sacia ambos con lo que ellos consideran delicatesen y podrás hacer con ellos lo que quieras.
—Eso me dijeron que era. Aunque claro, no puedo estar segura porque—Shun ya se había puesto en pie para ir a la despensa—no he visto ninguna antes. —No pude evitar sonreír al ver que mi plan había funcionado como esperaba. Tenía pensado dárselas más adelante, pero este era un buen momento.
—¿Qué quieres preguntarme? —Kala enseguida supo el motivo por el que había alejado a Shun. Ella era mucho más difícil de engañar.
—¿Cómo de peligrosos son los terroristas? —pregunté directa.
—Para determinar eso primero hay que identificar el tipo de terrorista que es.
—¿Y cómo se sabe de qué tipo son?
—Explicarte eso llevará su tiempo. —El gemido que escuchamos a lo lejos nos dijo que contábamos con ese tiempo para una buena explicación. Shun saborearía con calma y deleite mi dulce regalo.
—Creo que lo tenemos. —Miré directamente a Kala dejándole claro que esta vez no escaparía a mi curiosidad. En la Tierra podía excusarse en que no conocía la política y la culturo local, pero cuando se refería a la Confederación y los pueblos agregados no tenía escapatoria. Escuchar como el aire escapaba de sus pulmones pesadamente me indicó que iba a tener mi primera clase de política, algo que esperaba con ganas.
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Jinetes de dragón - Estrella Errante 5
RomanceSolo hay una mujer por la que todo rojo sería capaz de entrar en batalla, la reina blanca. Pero antes que ella, está la hembra a la que se unirán de por vida, aquella sin la que no pueden vivir. Un aroma endiabladamente intenso, unos instintos prima...