Juncal
—Resumiendo. El rey puede o no estar implicado. Es posible que Crew actuase por su cuenta o bajo las órdenes de otra persona por encima de él. La única manera que tenemos de averiguarlo es ir allí e investigarlo. —Para mí era un resumen bastante bueno.
—Sé lo que estás pensando, y la respuesta es no. —decretó mi padre. Su expresión era seria, de esas que decían "mi decisión es inamovible".
—¿Y qué crees que estoy pensando? —Yo también tenía algo que decir con respecto a todo el asunto, y era que quisieran o no, ya estaba dentro.
—Que puedes ir y hacer de espía. —Sí, era lo que estaba pensando.
—Y va a hacerlo. —Todos, y digo bien, todos los presentes en la habitación giraron la cabeza hacia mi madre. Por sus expresiones sabía lo que pensaban; se ha vuelto loca.
—No va a ir. —Se apresuró a asegurar mi padre, provocándole una sonrisa derrotada en mi madre.
—¿De verdad crees que no va a hacerlo? En cuanto nos demos la vuelta buscará la manera de saltarse todas las trabas que le pongamos. Como yo lo veo, prefiero que lo haga con nosotros y tenga ayuda si lo necesita, a que lo haga sola y no podamos rescatarla si se tuerce la cosa. —¿Como era la frase? La reina ha hablado. Su lógica no solo era acertada, sino aplastantemente correcta. Yo haría precisamente eso, nadie podría contenerme. Y sí, prefería tener el apoyo de un equipo de seguridad supervisado por mi padre, que ir a la aventura yo sola.
Papá soltó el aire pesadamente, sabiéndose derrotado. Mamá tenía razón, y él lo sabía. Todos lo sabían.
—Odio cuando razonas como Silas. —Le entendía, a Silas pocas veces le encontrabas fallos en su argumentación, por no decir casi ninguna.
Los amarillos y su mente lógica. Me recordaban a Spock, de Star Trek, solo que más bajito, con bigote y sin orejas puntiagudas. ¿Sabría hacer eso de levantar una ceja como Leonard Nimoy? Lo sé, estoy absorbida por la cultura de la Tierra. Tres años y me había convertido en una terrícola más.
—Y hablando de mentes retorcidas y brillantes, creo que será mejor que le llamemos para ponernos de lleno con el asunto. —decretó mi madre.
—¿No ha venido con vosotros? —No verle allí, echándome la bronca junto a mis padres, tenía su lógica. Él no se metía cuando se trataba de asuntos familiares, como por ejemplo reñirme por una travesura. Pero sí que esperaba que llegado su turno, me explicara con pelos y señales lo que había provocado con mi ataque de rebeldía. Nadie como Silas para detallarme las consecuencias de mis impulsivos e irracionales actos.
—Que el Rey Rojo y la Reina Blanca desaparezcan a la vez de la escena pública no es algo extraño, pero que lo haga también su consejero levantaría sospechas. Y nadie quiere poner en marcha especulaciones. —Estuve de acuerdo con ella. Los viajes de la Reina Blanca debían ser secretos, al menos hasta que ya estaba en su destino.
—¿Y qué excusa vamos a poner cuando llegué aquí? —Papá se recostó en su silla con los brazos cruzados, retándola con la mirada. Pero olvidaba que estaba hablando con mi madre, la alumna más avezada del gran Silas. Ella le devolvió una sonrisa desafiante.
—Creo que varias personas en esta habitación estamos pensando en lo mismo, ¿verdad? —¿O le estaba sonriendo a Protea? ¿A Kala? Quizás los estaba desafiando a todos, o tal vez sabía lo que había en sus cabezas. Es mi madre, con ella ya no estaba segura de nada.
—¿Te refieres... —Se atrevió a decir Protea. Mi madre asintió con la cabeza.
—Exactamente eso.
—El karma siempre te la devuelve. —susurró Kala en mi oído. ¿El karma? ¡Ay, mierda!
Nydia
Un escalofrío recorrió mi piel mientras observaba los altos ventanales de la sala. Nada había cambiado desde la última vez que estuve allí. Nada, ni siquiera ella.
—Siento no haber avisado con tiempo, Gry. —Ella dejó escapar un amago de risa de su garganta.
—Al menos has tenido la decencia de avisar, no como tu predecesor, así que no me quejo.
—¿Se podrá hacer como pedí? —Era algo que me tenía preocupada. La tradición es siempre la tradición, y mucho más cuando se mezcla con cultos religioso milenarios.
—Eres la reina, se hará como tú decidas que ha de hacerse. —Parecía que esto era una broma para ella.
—No quiero hacer cambios que te sean incómodos, solo quiero proteger la identidad de mi heredera. —Para mí era importante que lo entendiese.
—La ceremonia en sí se creó para evitar precisamente que hubiese problemas con los herederos. Su marca y su reconocimiento por parte del pueblo le convierten automáticamente en el sucesor. Pero si quieres ocultar su identidad, podemos recurrir a algún subterfugio para no tener que hacerlo. Tanto yo, como los escogidos de la orden, serán testigos reales de su identidad, y no la revelaremos si es tu deseo. —Me valía.
—Lo es.
—Entonces no hay más que hablar. ¿Dónde está ella?
—La traeré ahora mismo.
—Bien, terminaré de preparar la tinta mientras llega.
Avancé hacia el acceso. Uno de los acólitos abrió la puerta, y la cerró cuando alcancé el otro lado. Allí, rodeada de todos aquellos que éramos su familia, Juncal esperaba nerviosa a que se iniciase la ceremonia.
—No me estás ayudando. —le recriminó a Protea, que rio con malicia por su comentario. Estaba disfrutando el ponerla nerviosa.
—¿Estás lista? —Podía apreciar en ella el mismo estilo de túnica ceremonial y peinado que yo usé en su día.
—Sí. Mejor ahora que más tarde. —No pude evitar reír por dentro, se parecía demasiado a mí cuando tenía su edad. Los malos tragos era mejor pasarlos cuanto antes, así no tienes tiempo de ponerte más nervioso.
—Tu madre lo hizo, así que tu no vas a ser menos. —Le dijo Rigel mientras le daba un último abrazo. Bonita manera de decirle que no era una cobarde. Asustada y todo yo lo hice, y eso que la situación no era la misma. No estaba muy segura de si iban a matarme antes de marcarme.
—¿Recuerdas todo lo que te he explicado? —le pregunté.
—Sí. —afirmó con entereza.
—Pues entonces vamos, es tu momento.
Avancé delante de ella para atravesar la puerta juntas, como reina vigente y postulante al puesto de heredera. Cuando la puerta se cerró detrás de nosotras, sentí de nuevo el frío en mi cuerpo. Seguro que ella también podía notarlo. Creo que estaba todo pensado para que el recién llegado se sintiese vulnerable, débil.
Me detuve a la distancia que Gry me marcó, desde donde podía observar todo el proceso, pero sin intervenir. Vivir la ceremonia desde este lado le daba una perspectiva mucho más ceremonial, y diferente.
Gry guio a mi pequeña hasta el tálamo ceremonial, donde la indicó que se tumbase boca abajo. Sus muñecas fueron atadas con grilletes de cuero, y estiradas sobre su cabeza. Gry tomó el gran cuchillo para rasgar la túnica de arriba abajo, dejando al descubierto no solo su espalda desnuda, sino todo su cuerpo. Así, expuesta, procedió a realizar la siguiente parte del ritual. Todavía recordaba las palabras que su pronunció junto a mi oído "Ahora no te muevas, tiene que quedar recto".
Gry untó el cuchillo en el potingue del tarro de barro que estaba a su lado, y después descendió la hoja sobre el cuerpo de mi pequeña para rasgar la carne. Sentí un hormigueo recorrer mi espalda, justo sobre la larga marca azul que ahora se extendía desde la base de mi cabeza hasta la unión entre mis nalgas, la marca del rey.
Los dedos de sus pies se encogieron, al tiempo que todo su cuerpo se tensó, pero de su boca no se escuchó ningún grito, si quiera un quejido. Seguro que estaba apretando los dientes como toda una guerrera. Ella era más fuerte que yo, como su padre.
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Jinetes de dragón - Estrella Errante 5
عاطفيةSolo hay una mujer por la que todo rojo sería capaz de entrar en batalla, la reina blanca. Pero antes que ella, está la hembra a la que se unirán de por vida, aquella sin la que no pueden vivir. Un aroma endiabladamente intenso, unos instintos prima...