Capítulo 33

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Rigel

Algo había ocurrido en el kupai del árbol verde. Como reina de la corona blanca tenía que presentar sus respetos a todos los kupais de todas las casas, pero el que visitara primero el de la casa índigo no gustó a algunos, como a los verdes. Quizás por eso estaban resentidos y no permitieron que la reina tocase el árbol verde. Lo de la contaminación o la ley podía parecer una excusa creíble, pero había varios antecedentes que indicaban que no era así. Además, Nydia no estaba contaminada, con volvería su árbol negro, como hicieron sus congéneres.

Pero ella fue muy diplomática y no impuso su rango para hacer lo que necesitaba. Según dijo, al entrar en contacto con el árbol era como si se comunicara con él, y le transmitiera mensajes del resto de árboles de luz.

Contrariamente a lo que estaba previsto, Nydia no se presentó en el kupai verde, presentó sus respetos, habló con los sacerdotes del culto y después se fue. No, ella se aproximo hasta la pradera cercana al árbol, se arrodilló, y posó su mano sobre la cuidada superficie.

Lo sentí, y creo que no fui el único. Ella contactó con el árbol, lo hizo a través del suelo. ¿Quizás alcanzó alguna de sus raíces? Estuvo unos minutos allí quieta, con los ojos cerrados, como escuchando una conversación en su mente.

Cuando la ceremonia terminó no me atreví a preguntar. No porque me asustase saber lo que se habían contado, sino porque no quería darles pistas a los desconfiados verdes sobre lo que había ocurrido. Así que solo pregunté.

—¿Todo bien? —Ella sonrió de esa manera que me hacía sentir en paz.

—Perfecto. —Su mano se posó en mi brazo, transmitiéndome la tranquilidad que necesitaba.

Desde que todo este asunto empezó, los nervios habían tomado el control de mi vida. Todo el maldito plan era arriesgado. Pero Silas tenía razón, esperar a que ellos moviesen ficha de nuevo no era la mejor opción, teníamos que tomar la iniciativa y acabar con todo el asunto, o esta inquietud y nerviosismo se convertiría en una constante en nuestra vida. Echaba de menos los tiempos en los que solo tenía que preocuparme de que no me atraparan cuando quebrantaba las leyes. Pero Nydia compensaba todo lo malo de este cambio.

—General. —La voz de Niell llegó a mi espalda, llamando mi intención.

—¿Algo nuevo? —pregunté directo.

—Tenemos los informes de reconocimiento. —Bueno, al menos algo que me haría dejar de pensar en mi pequeña rebelde. Desde que se fue a esa misión con Kala, no estaba tranquilo. Pero era mucho menos peligroso que lo que íbamos a hacer su madre y yo. Había sido buena idea no contárselo todo.

Me acerqué a la sala de mando, para ver a todo el equipo esperando alrededor de un mapa tridimensional de nuestro próximo destino.

—¿Y bien? —Por mi experiencia, el emplazamiento era una ratonera. Si había un lugar para sufrir una emboscada, era ese.

—Hay rastros de actividad en las laderas, aquí y aquí. —Señaló Protea las zonas.

—Nada que podamos ver, ¿verdad? —deduje. Los verdes eran militares expertos y sabían ocultar sus huellas.

—Los exploradores han detectado algunos rastros. —Pero el olfato de un rojo era muy sensible, y podíamos detectar presencias humanas a gran distancia. Ese tipo de huellas eran difícil de ocultar.

—Entonces nos tienen a tiro desde ambas laderas. —La zona de aterrizaje del grueso del séquito real estaba flanqueada por dos laderas montañosas, era un valle enorme, en el que la llanura central estaría a merced de lo que fuera que habían colocado en esos emplazamientos.

Jinetes de dragón - Estrella Errante 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora