Juncal
El trayecto no era muy cómodo, y no puedo decir que el paisaje fuese bonito, pero había una panorámica que no me importaría admirar durante mucho tiempo. Aquellas espaldas gritaban trabajo duro y fuerza. Sus hombros, su cuello, todo en él evidenciaba un trabajo físico intenso. Incluso su trasero parecía duro y prieto. Ninguna parte de aquel hombre era decorativa, ya saben a qué me refiero, a las personas que pasan por quirófano para mejorar su aspecto.
—Juncal. —El tono de Kala sonó a través del intercomunicador interno, transmitiendo ese hastío que no había desaparecido. ¿Todavía seguía reprochándome el que le prestase atención al tipo?
—Solo estoy mirando, Kala. —Le recordé.
—Pero no donde deberías. —No entendí lo que quiso decirme, hasta que noté una sombra cruzar sobre nuestras cabezas.
Alcé la mirada para encontrar el objeto que aterrorizaba desde tiempos inmemoriales a la humanidad; un dragón alado. Estaba muy alto, como a unos 300 metros de altura, pero ya a esa distancia se advertía la envergadura del animal.
Súbitamente descendió, emitiendo un extraño silbido, que culminó en una llamarada sobre una estructura ya calcinada. Era evidente que aquel terreno era un campo de entrenamiento. La estructura fue engullida por el fuego, aunque este no perduró demasiado. Debía de estar construida con un material ignífugo. Pero aún así, no dejaba impresionar el poder destructivo de aquel animal. Un aniquilador. Ninguna persona sobreviviría a una carga de fuego como aquella.
—Wow. —Un acosa era haber leído sobre ellos, ver alguna grabación, y otra estar tan cerca que casi podías sentir el calor. Bueno, era una forma de hablar, el campo de prácticas no estaba precisamente cerca de la carretera, pero ya me entienden.
Pero si creí que aquello era impresionante, ver sus maniobras aéreas lo era mucho más. Era como si bailara con el viento. No solo era poder, era elegancia.
—No querría tener a un bicho de esos persiguiéndome. —No, yo tampoco.
—No estaría de más saber como derribarlo. —Como decía papá, es importante conocer a tu enemigo, sus puntos fuertes y debilidades. El punto fuerte acababa de verlo, ahora necesitaba averiguar cómo neutralizarlo.
Un extraño escalofrío recorrió mi espalda cuando escuché otro de esos gritos o silbidos, era una sensación extraña, como si en ese instante me diese cuenta de que estábamos metiéndonos en la boca del león, o ya puestos, del dragón.
Cuando escuchas la palabra granja o criadero, en lo último que piensas encontrarte es con lo que teníamos delante. Era como una especie de pequeña ciudad encajada entre dos colinas, en la de la derecha se erguía majestuosa una mansión robusta, pero al mismo tiempo elegante, desde la que se dominaba la ciudad y la otra ladera. En esta última, se sucedían una serie de enormes nidos dispuestos en terrazas escalonadas, en las que parecían dormitar algunos dragones. Y en el centro, el lugar al que nos dirigíamos, había construcciones más humildes, en las que parecía desarrollarse la vida del personal que mantenía todo aquello.
Mi lobo detuvo el vehículo junto a una especie de aparcamiento, apagó el motor y descendió. Era evidente, habíamos llegado al final del trayecto.
—Avisaré al general. No os vayáis lejos. —El lobo nos guiñó un ojo y emprendió una rápida caminata hacia algún lugar entre los edificios.
—¿Alguna vez habías estado en un sitio como este? —pregunté a una nerviosa Kala. Podía fingir ante el resto, pero yo la conocía lo suficiente para saber que no le gustaba aquello que no conocía.
—Ahora ya puedo tacharlo de mi lista. —dijo mientras estudiaba nuestro alrededor con ojo crítico.
Un gorjeo profundo me hizo girarme a mi espalda, justo a tiempo para notar como el suelo bajo mis pies retumbaba. Pero es susto me duró poco tiempo, porque allí, caminando con tranquilidad, avanzaba un dinosaurio. Era grande como un elefante, de piel gruesa y rugosa, pero parecía más un triceratops que un paquidermo, salvo por el hecho de que sus cuernos estaban limados casi hasta la piel. Mansamente cargaba una enorme montaña de cañas o juncos, guiado por un hombre muy mayor.
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Jinetes de dragón - Estrella Errante 5
RomanceSolo hay una mujer por la que todo rojo sería capaz de entrar en batalla, la reina blanca. Pero antes que ella, está la hembra a la que se unirán de por vida, aquella sin la que no pueden vivir. Un aroma endiabladamente intenso, unos instintos prima...