Capítulo 2

872 223 12
                                    

Juncal

—¿Vais a regresar para tomar más datos? —preguntó la vigilante de la estación lunar.

—Tenemos suficiente con lo que hemos recogido. —Miré a Kala para que ratificara mis palabras, lo que hizo con un asentimiento de cabeza.

—Es una pena que os vayáis tan pronto. Habéis hecho mis ciclos un poco menos aburridos. —Alcé una ceja ante su comentario.

¿Aburridos? La Tierra no erra aburrida. Allí donde mirases había algo interesante que registrar o prestarle atención; conflictos armados, disputas territoriales o comerciales... solo con la política de todos los países ya tenía material para no aburrirse. Y todo ello sin contar con los cotilleos que adornaban el día a día de la gente. Actores, deportistas, famosos... movían tanta información que era imposible seguirles el rastro a todas. Y lo digo por experiencia. Cada país, cada localidad, tenía las suyas propias.

—Seguro que encuentras algo con lo que sustituirnos.

—Tendré que hacerlo. —dijo con voz derrotada. Su mirada pasó fugazmente sobre Shun, pero pude distinguir un particular brillo en ella. La muy picarona no nos iba a echar en falta a todos de la misma manera.

—Será mejor que nos pongamos en marcha, o perderemos la ventana de salto. —interrumpió Kala.

Escuché el suspiro de la vigilante mientras le dábamos la espalda para irnos. Sí, nos iba a echar mucho de menos. Lo sabía, porque de alguna manera éramos el único contacto tangible con la civilización de la que ella provenía. Para la vigilante, la Tierra era un planeta primitivo.

—Podías haberle dado uno de tus tesoros. —susurró Shun en mi oído. El muy curioso sabía perfectamente lo que había ocultado en mi equipaje. Era una pequeña mochila, pero cabían perfectamente las dos bolsas de golosinas que había escondido.

—Ni de broma. —Me volvían loca, y serían una de las cosas que más echaría en falta, así que me traje un pequeño cargamento para que Silas pudiese duplicarlas.

Legalmente no se podían sacar alimentos de un planeta en estudio, y mucho menos llevarlos a otro. Las leyes de protección anti contaminación eran muy estrictas en la mayoría de ellos. Pero de algo serviría ser la princesa de tu propio planeta, seguro que mi madre me permitiría aportar algo de su cultura natal en su nuevo hogar.

Ya sentados en nuestros puestos del transporte espacial, Kala maniobró hasta el punto exterior del sistema planetario para localizar la ventana de salto. Mientras nos acercábamos, observé la característica forma del cinturón de Kuiper. Los asteroides orbitan alrededor del sol sin abandonar la perfecta formación. No sé para el resto, pero para mí es realmente llamativo que estén allí. No pude apartar la vista de aquellas enormes rocas, como si algo tirase de mí hacia ellos, algo...extraño. Sacudí la cabeza tratando de despejarme. Cuando llegase a la ciudad del Santuario le preguntaría a Silas sobre su origen.

Dejamos que el campo de asteroides entre nosotros y la Tierra, algo que siempre se hacía para cubrir nuestro rastro. Ya saben, por si alguien está mirando. Cuando alcanzamos el punto opuesto a la posición de la Tierra con respecto al sol, llegó el momento de salir del sistema solar de la Tierra. Nada como estar al otro lado del sol para que no pudiesen vernos.

Una vez que tomamos la ventana, nuestro transporte adquirió auténtica velocidad. Gracias al combustible concentrado que se extrajo de las gemelas rojas, los ingenieros fabricaron un sobrealimentador con el que los vuelos espaciales se acortaron en tiempo. Lo que a mis padres les llevó casi tres meses, a notros nos llevaría apenas una semana.

—Tendremos que hacer una parada para repostar. —indicó Kala.

Observé la soltura con la que sus manos se deslizaban por la consola de mandos. Tenía auténtica curiosidad por aprender a pilotar la nave. Unas nociones básicas me vendrían muy bien, porque un transporte espacial no es lo mismo que un transporte terrestre. Si aprendía a conducir coches en media dora allí en la tierra, seguro que tampoco tendría dificultad en aprender a pilotar una nave espacial.

—Espero que tengamos bastante dinero para llenar los depósitos en alguna de las bases del borde exterior. —dijo Shun mientras me miraba directamente. No es que yo fuese la que tenía ese recurso económico, aunque supongo que con mi brazalete podría realizar cualquier compra. El problema venía precisamente por usar mi cuenta de crédito. Si no quería que supieran que no estaba en el planeta, nuestra única opción era hacer una compra en el mercado negro. En otras palabras, los fuera de la ley: piratas o mercenarios.

—No pienso cambiar mis tesoros por combustible, si es lo que estás sugiriendo. —Me puse firme.

—Tranquila, no eras la única que se ha traído un recuerdo de la Tierra. —Kala metió la mano en su mochila para sacar un pequeño tarro con miel. ¡Oh, sí!, con eso conseguiríamos no solo llenar los tanques, sino sacarnos algo de efectivo para cubrir algún gasto más.

Desde que mi padre llevó las abejas al invernadero de Henrry, la miel que producen se convirtió en una rara delicatesen por la que se pelean en todas partes. Mamá tuvo una buena idea instalando las colmenas en la ciudad del Santuario. No solo conseguían fecundar las flores de las plantas, sino que conseguía una cantidad de miel nada despreciable, y al precio que estaba... Podría inundar Naroba con agua en menos de 80 años, y eso que está prohibido sacar agua de los planetas poblados.

—Estás hecha toda una contrabandista. —la adule con una sonrisa.

—Me adiestraron para ser muchas cosas. —dijo mientras volvía a guardar el bote en su mochila.

Kala me ha enseñado mucho, pero estoy segura que no es ni la décima parte de lo que sabe. Ella puede aterrizar en cualquier parte, y parecer una nativa en menos de dos horas. El concepto de 'mimetizarse con el entorno' era algo que parecía innato en ella.

Kala empezó a introducir algunas coordenadas en el navegador. Seguro que sabía perfectamente dónde encontrar lo que necesitábamos.

Sentí la sacudida cuando atravesamos la ventana. Mi cuerpo no tardó mucho en recuperarse del cambio de presión que se nota al hacerlo. Para alguien que no ha viajado, es como si te lanzas a una piscina con agua un poco fría. Notas el impacto, el cambio de densidad y de temperatura, pero después de un rato, te acostumbras al nuevo elemento y al frío.

—Voy a dormir un poco. —dije poniéndome en pie.

Pude notar la mirada expectante de Shun, pero esta vez no iba a tener suerte. Una cosa es retozar en una habitación, y otra muy distinta en un cubículo en una pequeña nave. Aquí dentro no teníamos mucha intimidad, y el espacio era más reducido. Así que debía tener paciencia, quizás en nuestro destino pudiésemos... Aunque también tenía que contar con que a mí me apeteciese. El sexo estaba bien, pero ya no era algo tan excitante como antes. No digo que fuese monótono tan solo...

—Te avisaré cuando no estemos acercando. —dijo Kala. Eso quería decir que ella no se movería de su puesto hasta entonces. Me maravillaba el control de esfínteres que tenía esta mujer. Podía pasar un día entero sin ir al baño, ni siquiera para mear.

Entré en mi habitación, y nada más retirar mi mochila de encima de lo que se suponía era mi cama, noté la presencia de alguien a mi espalda. No estaba encima de mí, pero podía notar su presencia. Por el rabillo del ojo constaté que Shun estaba parado en el umbral de mi puerta.

—¿Quieres algo de compañía hasta que te llegue el sueño? —Me giré hacia él, para encontrarlo con los antebrazos apoyados a ambos lados de la entrada. Aquella postura hacía que sus bíceps se resaltaran de manera tremendamente sexy, y él lo sabía. No necesitaba muchas más pistas para saber lo que me ofrecía. Pensándolo bien, sí que podía apetecerme retozar un poco.

Caminé hacia él, para tomar su cabeza entre mis manos. Me gustaba devorar su boca a conciencia. Nada más excitante que conseguir la rendición de un soldado.

Me vuelves loco. —No lo dijo en voz alta, pero el contacto físico y la falta de resistencia por su parte, me permitió escuchar el eco de sus pensamientos.

Caímos sobre la cama, y aunque yo estaba debajo, no era él el que tenía el control.

Jinetes de dragón - Estrella Errante 5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora