Era martes y ya volvíamos a estar en nuestra casa, así que no tenía que soportar al pesado de Jack.
Aunque sí la alarma de mi hermana, la cual no paraba de sonar por toda la habitación que compartíamos. Nuestro cuarto era bastante grande y espacioso, con un armario en medio, haciendo así que se dividiera en dos partes: la mía y la de ella. Al pasar a su parte encontré a mi hermana durmiendo. Emily era alta, tenía el cabello negro y liso, y un cuerpo impresionante, siempre había deseado ser como ella.
Al sentirse observada, la pelinegra se despertó y me miró enfadada con sus ojos verdes. Se levantó y pasó por mi lado, saliendo por la puerta y bajando las escaleras. Al pasar junto a mí me rozó y sentí un malestar: una escena del pasado me vino a la cabeza. Sentí mucho miedo, pero justo entonces, mi madre entró en la habitación —porque de normal me despertaba ella, aunque en esa ocasión ya no había hecho falta por culpa de la alarma de mi hermana mayor— y gracias a ella volví al presente, dejando el miedo que había sentido hacía un momento. Mamá me recordó que mis amigas, Ginny y Sarah, me pasarían a buscar, y como siempre, ya iba justa de tiempo.
Mientras buscaba ropa para ponerme, mi gato naranja, Goldy, empezó a restregarse contra mi pierna, pero en ese momento tenía tanta prisa que no le pude hacer caso. Le cogí un top de color blanco de manga larga a mi hermana, luego me puse mis tejanos anchos y los únicos zapatos que tenía. Me dirigí a la cocina, donde ya estaban mi padre y mi primo mayor. Noah decidió pasar todo el verano trabajando con mi hermana en el hospital como enfermero, con el objetivo de sacarse ese mismo año el título de medicina. Los saludé y justo escuché el coche de una de mis amigas, más concretamente el de Sarah. Salí de casa y me encontré con el coche más llamativo de todo el pueblo: era de color rosa, y aunque no era un rosa chillón, resaltaba bastante. Otra cosa que llamaba la atención era que en su matrícula ponía "Sarah"; cosa que a mí me parecía una chorrada, aunque a ella le encantaba y no iba a llevarle la contraria. Al menos el coche era descapotable, cosa que sí me gustaba.
En la parte del conductor estaba Sarah, una chica rubia de ojos marrón claro. La rubia se estaba dedicando al arte y era modelo en la tienda de moda de su madre. Luego estaba Ginny que se encontraba en el asiento del copiloto; era pelirroja, de cabello ondulado y ojos de color azul cielo. Ella quería diseñar su propia ropa y línea de moda y por eso las dos chicas estudiaban en la misma carrera.
Subí al coche y las dos a la vez se volvieron hacia mí.
—¡¡Qué emoción!!—dijo Ginny.
—¡Este año ya nos graduamos!—añadió Sarah.
—Podéis parar de decir eso cada día que me pasáis a buscar, llevamos ya unas cuantas clases —Sarah se rió de lo que había dicho, mientras empezaba a conducir, dejando atrás mi casa.
Teníamos 5 min aproximadamente para llegar, pero como siempre, paramos en la cafetería donde trabajaba la pareja de Ginny. La cafetería estaba en el centro del pueblo, lo que significaba que era muy conocida, de normal siempre nos pasábamos el tiempo allí.
Al entrar vimos al novio de Ginny, Oliver. Todas lo saludamos, pero él solo me miró a mí.
—¿Cuándo piensas venir a trabajar, eh Mady? —preguntó enfadado.
—Perdón he estado un poco ocupada.
Oliver me ignoró y se puso a hablar con su novia. Yo ya llevaba dos años trabajando en el Hall's, la cafetería, aunque esos días no había podido ir porque tenía trabajo de clase.
Cuando volvimos al coche, Sarah me miró por el retrovisor con la típica cara que siempre ponía cuando quería sacarme información.
—Madison... —dijo mi amiga, con una sonrisa de oreja a oreja.
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Todo Perdido
RomanceMadison Parker, su pasión siempre ha sido la música y el vóley, ya que la ayudan a alejarse del mundo. Ya no se siente viva como cuando era pequeña, así que tomará muchas decisiones que le repercutirán a lo largo de su vida. Jack Baker, estudiante d...