Capítulo 40

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El domingo por la mañana, Jack se tenía que ir, pero no podía despedirme de él. Era incapaz de pensar en estar tanto tiempo sin Baker, pero lo tenía que hacer. Se lo merecía, joder, se merecía todo lo que estaba consiguiendo y por eso tenía que dejarlo, porque mis pensamientos sobre la muerte estaban ardiendo en mi pecho y si se enteraba no se iría, y eso no me lo perdonaría nunca.

Así que nada más despertarme a las 6 de la mañana Lucy me llamó. Ya que la noche anterior, le había enviado un mensaje diciéndole si me podía pasar a buscar sobre esa hora, ya que así no me tendría que despedir de Baker.

—¿Mady? —me saludó mi amiga al otro lado de la línea.

—¿Estás ya en la entrada? —le pregunté haciendo, por primera vez después de mucho tiempo, mi cama.

—Sí.

—Ahora bajo.

Colgué y me guardé el móvil en el bolsillo del pantalón.

Me giré para irme de la habitación, cuando vi a Jack retorcerse en el colchón, después de estar un buen rato con la mano en el pecho, intentando calmar mis nervios ante la idea de que Baker se despertara y me derrumbase con las lágrimas traicioneras, di un paso hacia su cama y le di un beso en la frente.

—Sé que vas a estar bien —le susurré—, y aunque no lo parezca, yo también lo voy a estar.

Me despedí de él y me puse los cascos para salir de la habitación con la canción «Beautiful Things» de Benson Boone.

Se me resbaló una única lágrima que me limpie rápido y salí de casa.

Por suerte todos seguían dormidos, así que no tuve que dar explicaciones, simplemente me aleje de un sitio donde en ese preciso momento no podía estar.

—Hola Lu —la saludé al entrar en su coche.

—Hola Mady.

—Hola. —Saludaron dos voces al unísono detrás de mí.

Luna y Gabriella.

No quise mirar a Luna porque sabía que estaba enfadada y preocupada. Así que una vez el coche se alejó de la casa de verano, solo me centré en la carretera.

Cada vez me alejaba del chico que pensaba que era mi luz al final del túnel.

Pero no, simplemente no le puedes hacer eso.

Quería quitarme a Jack de la cabeza cuanto antes, porque él era una de las razones por las que continuaba viva, él me hacía sentir lo que no sabía que necesitaba.

Pero él tenía que ser salvado, no yo.

Tenía que ser salvado de mí...

—Ya hemos llegado —anunció la hermana de la conductora, cuando me abrió la puerta del copiloto.

—Gracias Gabriella —le sonreí y bajé del coche—. Gracias a todas por venir a buscarme.

—De nada —me contestó Lucy con una sonrisa cariñosa.

Entramos en su casa desde el garage y nos fuimos al salón.

—¿Quieres que te prepare alguna cosa para comer? Seguro que no has comido nada y tendrás hambre —me dijo la hermana mayor.

—Está bien —Aunque solo en pensar en Jack, se me cerraba el estómago.

—Prepararé unos gofres —dijo guiñándome un ojo.

—Yo iré a ayudar a mi hermana —dijo entonces Lu—. Acomodaros, ahora volvemos —Y con eso se fue por patas.

Sabía que pasaba algo en el momento que las dos hermanas huyeron del propio salón. Así que me giré hacia Luna esperando la charla que siempre tenía conmigo después de irme de casa.

Todo PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora