Capítulo 20

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—Como ya habréis escuchado, mis padres se van a divorciar —dijo Sheila, contándonos toda la verdad—, no solo se van a divorciar, sino que además se van a mudar a la ciudad. Como yo no quería irme, les pedí si me podía quedar con mi abuela y aunque la idea no les terminó de gustar, lo aceptaron. El problema es que ella no tiene mucho dinero, y mis padres apenas podrán pagar el alquiler de sus pisos. Así que ahora me tengo que pagar yo vóley y como comprenderéis no tengo tanto dinero. Así que decidí mentir porque me daba vergüenza admitir mi problema económico.

—Tía, si nos lo hubieses contado te hubiésemos ayudado. —comentó Luna.

—Bueno, ¿vosotras lo hubieseis contado? —pregunté yo. Todas negaron con la cabeza y entonces me dirigí a Sheila. —A lo mejor te daba vergüenza, lo entiendo, yo tampoco lo hubiese contado, pero somos un equipo, ¿no? Y acabamos de lograr uno de nuestros mayores sueños. ¿Por qué no empezamos desde hoy a actuar como un equipo de verdad?

—¿A qué te refieres? —preguntó una de ellas.

—Me refiero que a partir de hoy nos vamos a ayudar todas entre todas. Hoy se terminan los secretos que puedan afectar al equipo —miré a Sheila muy convencida de lo que iba a decirle—. Te vamos a ayudar a pagar el curso, porque te necesitamos en el equipo.

Después de esa charla nos fuimos todas a comer, Jack nos llevó a Luna y a mí al restaurante, por otra parte, a las otras las llevaban los hermanos de Lu.

—Luna —dije haciendo que me mirara.

—¿Qué pasa?

—¿Ya has hablado con cierta persona? —ella negó con la cabeza y noté algo de preocupación en su mirada.

—¿Qué persona? —preguntó Jack.

—Eres nuestro chofer, no nuestro amigo del alma al que le cuentas todo —le contesté.

—Bueno, creo que no eres la persona más idónea para hablar. —Entonces me di cuenta de que le había contado muchas, pero muchas cosas. Y nunca había sido tan consciente hasta ese momento.

—Da igual Mady, no creo que se lo cuente a nadie —me quedé impresionada de que Luna le hubiese cogido tanta confianza—. Resulta que me gusta Gabriella, la hermana mayor de Lucy, hasta tenemos una relación, bueno o eso pensaba, porque ahora no me contesta a los mensajes y parece que quiera evitarme.

—Y siempre han salido en secreto porque sus familias seguramente no aceptarían este tipo de relación. —Añadí.

—Bueno, su hermano gemelo, ya lo sabe y no ha dicho nada —comentó ella contenta—, pero sus padres... No se si a ellos les parecerá bien.

—¿Y hablarás con ella? —preguntó Jack volviendo al tema principal.

—Tengo miedo de que me deje plantada o de que la gente se piense que estamos juntas, piensa que su hermana nos podría ver.

—Bueno, pero tú quieres estar con ella, ¿no? —Luna afirmó con la cabeza—. Pues no hagas que nadie, ni nada te lo impida. Aparte eso de que vuestras familias no lo aceptarían, no es del todo cierto, aún no se lo habéis comentado. Quien sabe, a lo mejor les puede parecer bien, al fin y al cabo os hacéis felices la una a la otra. —Mientras el conductor le daba consejos a Luna, me di cuenta de que sería muy buen psicólogo y que había acertado de lleno en lo que estaba haciendo. Yo, en cambio, no estaba del todo segura si la música me llevaría a alguna parte.

Mientras me preocupaba por mi futuro, un olor que me era muy común, hizo que volviera a la realidad. Baker se había encendido un cigarrillo.

—¿Qué haces? —le pregunté.

Todo PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora