Si Aina tuviera una moneda cada vez que le dijeron que era importante para un proyecto por el cual tendría que separarse de Theo indefinidamente, tendría dos monedas. Lo cual no era mucho, pero era curioso que le pasara dos veces.
La primera vez fue cuando sus padres llegaron a casa un día y le ordenaron empacar sus cosas, pues el DNR la había seleccionado como recluta. En esa ocasión no le habían dejado decidir, a las justas le habían brindado los detalles, pero ahora… Ahora no solo se trataba de un proyecto, sino de algo que involucraba a más de un mundo y un aparente dios que podría o no destruirlo todo.
Por supuesto que Aina no quería hacerlo. Ninguno de ellos sabía lo que era no sentirse como uno mismo. Que tomaran su cuerpo sin su consentimiento ni conocimiento. Que sus sueños, sentimientos y pensamientos no fueran suyos. ¿Qué pasaría si Yggdrasil después no la dejaba ir? ¿Si la tildaba de innecesaria luego? ¿O si no era tan todopoderoso como lo pensaban? ¿Y si, como decía Theo, su cuerpo no lo soportaba?
Aina se llevó una mano a la cara. Morir no era lo que le asustaba.
—¡Tch! ¡No los entiendo! —Theo pateó el árbol más cercano. Ella jamás lo había visto tan iracundo ni tan dispuesto a pelearse con alguien.
—Se le zafó un tornillo —Tukaimon mencionó, volando a su lado.
Aina frunció el ceño.
—No hables así —regañó suavemente, antes de ser interrumpida por Dorumon, que entre ella y Tukaimon movía la cola de un lado al otro.
—¡Es porque se están metiendo con su persona importante! —exclamó, tan claro como el agua. Probablemente quería ir al lado de Theo, pero también entendía que necesitaba un tiempo para calmarse.
Aina sintió que debía sentirse feliz por oír eso. Se refería a ella, después de todo. La estaba escogiendo en lugar del mundo. ¿Qué otra cosa más podría querer?
Pero en lugar de sentirse feliz, se obligó a tragar el nudo que se le estaba formando en la garganta. En lugar de sonreír, en lugar de reír con todos, una vez más se veía desesperado. Solo. Con ella.
Apretó los labios y empuñó una mano junto a su pecho mientras lo veía caminar, primero de un lado al otro, solo hasta caer sentado, rendido, derrotado. Con las manos en la cabeza como si el cielo fuera a caer en los siguientes minutos.
Así que es por mí, ella pensó y sacó su digivice del bolsillo de su falda. Podía sentirla, aquella conexión que era como una fuerza invisible que empezaba a jalar de ella cada vez más fuerte, pero el digivice no brilló ni se activó. Todavía no. No era momento, pero pronto lo sería. Simplemente lo sabía.
Entonces dio el primer paso para acercarse. Luego otro, y otro hasta llegar a su lado y sentarse con él.
El silencio los rodeó, y Aina tomó una decisión.
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DIGIMON: PROYECTO NEXUS
FanfictionNadie sabe cómo ni por qué, pero para cuando se dieron cuenta de lo que estaba pasando, la Tierra y el Mundo Digital ya se habían vuelto uno. Ahora, con la población mundial reducida a menos de un quinto del total, los digimon se han vuelto una amen...