XXVI

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Con todos listos y los inhibidores completos, los cinco grupos partieron hacia la zona alta en donde se encontraban repartidas las cúpulas.

—Si todo sale bien, deberíamos terminar antes de que oscurezca —había dicho Joseph, mientras sincronizaban las horas de los digivices y relojes, debido a que definitivamente no podían dejar que la noche caiga con los digimon todavía presentes en el mundo y las barreras desactivadas.

El plan estaba dictado de la siguiente manera: Ren y su grupo irían a la Cúpula V, ya que estaba más lejos y Jazarichmon tenía la capacidad de ir y volver rápidamente de ser necesario. Cerca, en la Cúpula IV estaría el grupo de T. A la Cúpula III iría Nesta y Myah iría a la más cercana, la II. Los últimos en activar su inhibidor serían Aina y Theo en la Cúpula I, que para ese momento ya debería estar inestable. Una vez se diera inicio, esperaban que la Directiva respondiera, aparte de los digimon agresivos del exterior, por lo que deberían quedarse defendiendo a los civiles en las fronteras mientras que Aina y Tukaimon se infiltrarían a las instalaciones del DNR para encontrar la computadora madre en donde estaba almacenada Yggdrasil.

Lo que sucedería de ahí en adelante... era un misterio. Tampoco esperaban que todo fuera de color rosa. Dentro del portatropas, esperando a que los demás estuvieran listos, Aina acarició la cabeza de Tukaimon, que estaba sobre su regazo.

—¿Algo te molesta? —Tukaimon le preguntó. Diferente a los demás, su único trabajo era llegar hasta donde debía llegar. No tenía que activar nada, tampoco enfocarse en defender. Eso no la incomodaba, pero Aina, a la que habían enseñado a guiarse por intuición, parecía no poder sentarse a esperar con calma.

—Tengo un mal presentimiento —dijo, antes de agitar la cabeza, insegura de si solo se trataba de nervios regulares —. Más bien, nunca te pregunté, pero ¿tú estás bien con esto?

Tukaimon inclinó la cabeza. Aina desvió la mirada.

—Quiero decir, desde el inicio...

Había sido tan diferente a cómo los demás conocieron a sus compañeros. Tukaimon no la había estado buscando, ni siquiera sabía su nombre. Si lo analizaba todo, ¿realmente era su compañero predestinado, o algo que había resultado de su innegable lazo con Yggdrasil? Nunca se había puesto a pensarlo, pero...

—¿Por qué no lo estaría? —Tukaimon interrumpió sus pensamientos. Sus ojos amarillos la miraron directamente, una mueca en su pequeña boca como si la simple duda fuera algo totalmente impensable —. Realmente no eres tan brillante —Tukaimon volvió a voltear y con el mentón en alto, explicó: —. Me salvaste, te devuelvo el favor. ¿Acaso importa si estábamos destinados desde antes? Puedes confiar en mí.

Aina se quedó en blanco, un poco sorprendida, pero pronto una sensación cálida la llenó y no pudo evitar sonreír al tomar desprevenido a Tukaimon, rodeándolo con los brazos.

—Gracias...

—¡Ukk, me asfixias!

Theo sonrió por inercia al ver a Aina tener un momento con Tukaimon y luego casi se va de cara cuando sintió un manotazo en la espalda para el que no estaba preparado.

—Estamos listos, enamorado —T le dejó saber, una media sonrisa burlona asomando en su rostro. Detrás de él; Myah, Ren y Nesta, junto con sus respectivos compañeros, apenas podían contener sus sonrisas.

Theo estuvo por responder que Aina no era su novia, en automático y por pánico, solo para darse cuenta que no era necesario ni lo que implicaba. Miró a Dorumon a su lado y este le devolvió la mirada determinada de siempre.

Con un suspiro, sonrió rendido y se enderezó para encarar a sus amigos.

—Apenas tengamos el camino libre, iremos a apoyarlos —Myah prometió. Lopmon, en su cabeza, secundó con una patita en alto.

DIGIMON: PROYECTO NEXUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora