XXXI

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No tuvieron que ver a Breakdramon para saber que ya estaban a nada de alcanzarlo. La escena que se alzaba a su paso, con árboles y plantas y distintos digimon convirtiéndose en datos al haber sido apenas tocados por sus taladros, o aplastados por sus enormes patas sin un segundo de oportunidad para escapar, era suficiente indicativo para seguir el camino. El fuego se expandía rápidamente. Las pocas comunidades que habían logrado levantarse en medio del caos del Mundo Humano y la separación de mundos se encontraban escapando y el gran rugido estruendoso que oyeron a la distancia bastó para desestabilizar el vuelo de Jazarichmon con ondas de poder, casi logrando botarlos de tal altura sin siquiera intentarlo.

Aina presionó los labios, sintiendo su rostro y labios secos, y se asomó un poco solo para ver mejor lo que estaba pasando. No necesitaba ser una persona especial para ver los 1s y 0s aparecer y desaparecer en el aire conforme algo moría. No necesitaba concentrarse para oír chillidos y gritos de auxilio. El cielo se había oscurecido con el humo negro, pareciendo que pronto era más tarde de lo que en realidad era, y ella sintió un gran nudo en la garganta y una presión en el pecho.

Theo no querría eso.

Breakdramon lanzó otro mega rugido.

Tenían que detenerlo.

Cueste lo que cueste.

Aina agitó la cabeza para sacarse el recordatorio de Yggdrasil y, cuando por fin dieron con Breakdramon, dijo:

—Tenemos que apresurarnos —cien metros.

Su cuerpo seguía dañado de los ataques previos, algunos pedazos de su armadura se quebraban y caían, pero no parecía que le afectara en lo absoluto. Su resistencia era admirable, por lo que...

T asintió. Cincuenta metros.

—Sigamos con el plan, entonces —más valía que funcionara. Veinticinco metros.

Nesta sonrió, divertida, tomando a Bakumon bajo su brazo.

—¿Así que tú eres el líder ahora?

Diez metros.

—¡Prepárense! —Ren avisó.

T soltó una pequeña risa, incongruente con su personalidad, y le hizo un gesto con la cabeza a Vorvomon.

—Para nada.

Y entonces,

—¡Ahora!

Ambos se dejaron llevar por las fuertes corrientes de aire cuando Jazarichmon sobrevoló a Breakdramon. Fue curioso, cómo en un abrir y cerrar de ojos, los cuatro desaparecieron de la vista de Myah, Ren y Aina.

El viento les azotó el cabello, el cuerpo y la ropa. Sus ojos se secaron, prácticamente no podían distinguir mucho de lo que oían alrededor y la caída era más rápida de lo que cualquiera podría imaginarse, pero no les preocupaba en lo absoluto.

Nesta y T compartieron una mirada con sus compañeros y, con un asentimiento conjunto, sus respectivos digivices empezaron a brillar, cambiando sus colores originales a dorado una vez más con el poder directo de Yggdrasil.

Nexus Evolution!

Los 1s y 0s envolvieron los cuerpos de los cuatro en dos bolas de luz distintas, cada una con los colores característicos de sus digivices. T-Dorbickmon fue el primero en aparecer, cayendo toscamente frente a Breakdramon y llamando su atención. La tierra se levantó a su alrededor y el suelo se agrietó por el peso. Breakdramon no se detuvo a pensar si era amigo o enemigo para atacarlo, pero entonces apareció Nesta-Duftmon, partiendo el aire con sus alas y blandiendo su estoque hacia abajo para desviar el brazo metálico hacia el suelo.

DIGIMON: PROYECTO NEXUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora