EPÍLOGO

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Algunas cosas no cambiaron.

—¡Theo!... ¡Tierra llamando a Theo!

Theo parpadeó un par de veces y volteó la cabeza hacia donde su compañera de clases y mejor amiga estaba. Por su ceño fruncido y sus manos apoyadas en su cintura, fácilmente entendió que ya había estado tratando de llamar su atención por un buen rato.

—Uk... Myah-...

—Uk, Myah-... ¡Nada! Deja de mirar por la ventana. ¡Ya terminaron con las fotos grupales, si no te apresuras no tendrás tu foto individual ni siquiera!

—Entiendo, entiendo, ya voy —él rodó los ojos, divertido por su actitud por más de que probablemente le caería un golpe en la nuca sin advertencia, y se levantó para dirigirse a la sala de fotografías.

Era el último día de escuela secundaria, su ceremonia de graduación, pero él no sentía que fuera un día importante por eso.

Mientras que otras sí.

Myah exhaló al verlo caminar muy campante por el pasillo, con las manos en los bolsillos y sus goggles en la cabeza, como si no hubiese estado ansioso desde más temprano por alguna razón.

—Tú y Merabe son como ancianos casados. Realmente creí que terminarían junt-... ¡Ouch, ¿qué te pasa?! —un codazo en las costillas bastó para interrumpirlo.

—¿No tienes algo más interesante que hacer, Phebes? —definitivamente no estaba para soportar las tonterías de sus compañeros. Ese día tenía que ser perfecto. Un bonito recuerdo al menos.

Ignoró a Phebes, si es que este osó decir algo más, y alcanzó a Theo antes de doblar por las escaleras.

—¿Ya sabes qué vas a hacer? —ella le preguntó.

Theo agitó la cabeza y, bajando las escaleras, contestó:

—No tengo ni idea —dijo, aprovechando para mirar por la ventana una vez más. Sentía que en algún momento había tenido sus metas y prioridades claras como un cristal; sin embargo, quizá había sido dentro de un sueño, pues por más que lo intentara, no lograba evocarlos y eran solo como una masa borrosa en su cabeza —. Mamá está de acuerdo con que me tome un tiempo para encontrar lo que me gusta, papá no tanto, pero ahí estamos... Al menos tendré tiempo para visitarte, ¿no? Aunque apuesto a que estarás bastante ocupada con tus cursos de preparación en la mejor universidad del continente.

Myah entreabrió los labios para decir algo, pero luego los cerró y sonrió.

—¿No te vas a sentir solo? —bromeó, aunque tal vez muy en el fondo esperaba una sola respuesta, sabía que era un pensamiento en el que no debía profundizar.

Lo que sea que Theo estuviera buscando, Myah era consciente de que no estaba ahí.

No hay manera de saber lo que va a pasar de ahora en adelante.

—Bien, ¡ahora en la entrada! —Theo siguió a Myah y a algunos de sus compañeros a la puerta principal de la escuela, la que daba a una de las calles principales.

La cámara digital empezó a pasar de mano en mano para ver quien tomaría la foto primero, pero justo cuando llegó a las de Theo, quien retrocedió para tener un mejor ángulo, la bocina de un auto blanco llamó su atención de casualidad. Claro, había estado por meterse a la pista sin el más mínimo de cuidado, su mamá lo mataría.

Pero entonces, por dos segundos, el mundo pareció moverse en cámara lenta.

Una cinta rosa sobre cabello azabache.

DIGIMON: PROYECTO NEXUSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora