Las prisas me hacen bajar velozmente las escaleras, porque ya llego tarde. Faltan menos de 15 minutos para que dé la hora en que Rylie acordó y la distancia que tengo que recorrer es algo amplia para que vaya a pie, no es como que Hunter vaya a ofrecerse para hacer de chofer y mucho menos para hacer del mío.
Pese a que estoy apurada, me detengo y me escondo detrás de la pared que se ubica entre las escaleras y la entrada de la cocina al escuchar una conversación que, no lo sé, me llama la atención.
—...coqueteando con alguien más —es la voz de Hunter. Tiene un tono amargo y... dolido, quizás.
—No puedes esperar a que esté contigo si no sabe lo que sientes —identifico la voz de Prescott, con ese aire calmado y sereno con él que siempre lo he escuchado hablar.
—No es fácil.
— ¿Piensas decírselo siquiera?
—Depende de cómo resulte todo —suelta un suspiro tan largo que me da miedo que vaya a desinflarse—. Va mucho más allá de si lo sabe o no.
— ¿Qué estás haciendo para que resulte como quieres?
—Pues...
—Y no me digas que hacer comentarios vulgares, porque eso no es ligar, Hunter.
Black chasquea la lengua, entre divertido y molesto.
—No sé qué hacer ni qué decir ¿de acuerdo?
—Pues está claro que mencionándole que te la quieres tirar no va a funcionar.
—Ya lo sé, pero... —se escucha frustrado, aguarda unos momentos y se suelta—. Me pone nervioso ¿vale? Tengo que aguantarme las ganas de ir, tomarla y besarla como siempre he querido, más ahora que la tengo tan cerca.
¿Está hablando de Savannah? Si es así, ¿por qué no luce como alguien que siente todo eso por ella? Esa chica se lanza completamente a los brazos del deportista nada más verlo y él, en su lugar solo actúa indiferente, ignorándola cada que dice o menciona un hecho que los involucra a ambos.
—Mi mejor forma de disimular es haciendo comentarios que se acercan un poco a la realidad pero no es del todo honesto... es decir, claro que quiero que pasen cosas que me pongan los pelos de punta, solo puedo imaginar lo jodidamente genial que se debe sentir poder tocarla de maneras inimaginables por todas partes.
—Demasiada información —chasquea, divertido.
No sé por qué sigo escuchando esto. Lo que sí sé es que soy yo quien se le ha puesto los pelos de punta con solo oír la forma en la que se está expresando. Suena tan real, tan honesto. Me cuesta creer que esté tan vulnerable por alguien si siempre demuestra ser lo contrario.
—Y al mismo tiempo quiero que sus carcajadas sean para mí, que desee estar conmigo tanto como lo deseo yo. Poder decirle todos los días lo increíblemente guapa que es, que haría lo que fuera porque se quedara a mi lado y compartiera conmigo todo eso que la hacen ser ella.
—Estás loco por esa chica ¿verdad?
—Jodidamente, sí.
Me aclaro la garganta, he decidido que ya he escuchado suficiente. Con un remolino en el estómago me adentro a la habitación, dos pares de ojos se clavan en mi persona de forma fugaz e ignoro las mejillas sonrosadas de Hunter. Quiero decirle que no se preocupe, que no escuché nada —luce como si su gran secreto hubiese sido revelado— pero eso mismo me delataría.
—Eres mi jefe ¿no? —Muerdo el interior de mi mejilla—. Supongo que debo avisarte cada que salga de tu casa.
—No debes avisarme nada —habla bajo, desviando la mirada hacia el suelo—. ¿Vas a la fogata sola o...?
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Un verano para enamorarnos
Teen FictionMeadow Davis no sabe decir no. Al menos, no a su mejor amigo. Es por eso que, cuando este le ruega que lo cubra en su partido de fútbol americano, termina aceptando. ¿Qué es lo peor que podía pasar después de todo? ¿Que el capitán del equipo, Hunter...