18| La noche de verano

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En este capítulo es importante, si es posible, que sea escuchado con dos canciones :)

Una es la que está en multimedia, Never be like you de Flume y la otra es Imagina de Jesse y Joy c: 

Ahora sí, el capítulo más largo que he escrito... 

Era una mierda.

Todo era una mierda.

Todo es una mierda.

— ¡Pues vete a la mierda!

Cierro la puerta con un estridente golpe. Pero él ya no puede verme ni oírme. Se ha ido. Como lo ha estado haciendo últimamente, Prescott dice que está ocupado por organizar lo de esta dichosa noche, sin embargo yo creo que solo es una excusa para evitar escuchar lo que he tratado de decirle.

Nunca he sido de la clase de personas que aman la comunicación activa y asertiva. Y es todo un dolor de cabeza que cuando trato de ponerlo en práctica, con bastante esfuerzo y saliendo de mi zona de confort, no funcione. No puedo llevarlo a cabo porque Hunter finge que no existo, que cuando hablo solo es el aire rozándole las orejas.

Suelto un gruñido de frustración que incrementa a un grito insoportable al escuchar que tocan a mi puerta.

— ¿Qué? —cuestiono con una sonrisa fingida luego de abrir.

Prescott alza ambas manos mostrando que una carga un bote de helado y la otra un paquete de cervezas.

— ¿Te apetece hablar? —se encoge de hombros.

Ruedo los ojos. Sé que no tiene la culpa de mi irritabilidad, pero sentir que pierdo el control de la situación y de lo que estoy sintiendo, porque vaya que eliminaría si pudiera la sensación de dolor, culpa y tristeza que me invade cada que no duermo a lado de Hunter o que ni siquiera me mira, me saca de mis casillas.

—No sé por qué llegaste a la conclusión de que soy una chica que habla de sus cosas. Te aviso de una vez; no lo soy.

Vuelve a encogerse de hombros.

—Serlo y querer son dos cosas diferentes.

—Pues no quiero.

—Además. Quiero enterarme sobre qué es lo que pasó y él no me ha contado nada así que voy a utilizar la táctica de darte cervezas por información a cambio.

—Créeme, sé que no sabes nada porque por lo contrario, no estarías hablándome.

—Soy tu amigo —entrecierra los ojos.

—Y una mierda —susurro, aunque estoy cien por ciento segura que puede escucharme—. No lo eres, no sé por qué finges que sí.

No alzo la voz ni mi tono es de enojo, espetando o poniéndome a la defensiva. Solo hablo normal, comunicando cómo en realidad son las cosas.

—No estoy fingiendo, Meadow.

—Sí, lo estás haciendo. Solo soy la chica que tu mejor amigo trajo este verano para que haga un estúpido trabajito. Una chica que incordió el ambiente en esta casa porque pelea a cada rato y se metió en la relación de tus amigos —niego con la cabeza—. Savannah no me quiere aquí y estoy segura de que a ti te da igual mi presencia.

Se queda callado. Ya hace un rato que ha bajado los brazos y ahora cuelgan a ambos lados de su cuerpo, sin ánimos.

—Un amigo es alguien que conoces de tiempo, que ve lo peor de ti y se queda, que comparte momentos agradables y ríen a carcajadas y se quieren. ¿Solo que sabes qué? No existen. Solo existen personas pasajeras que conoces por un rato. Tú y yo solo tomamos cervezas de vez en cuando, no somos amigos.

Un verano para enamorarnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora