10| Nada más que fingir

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Mientras Hunter maneja, yo me voy mordiendo las uñas porque, bueno... porque me había quedado pensando en las palabras de Savannah. No en la parte de su amenaza, sino el contexto en sí. Es decir, me dijo que me hiciera a un lado en su relación, que dejara de interponerme, eso me hace pensar que ella creía que me gustaba él ¿no?

Pero luego estaba la parte en donde menciona que yo también voy a caer por Black, lo que lleva a contradecir lo anterior. Si sabe que no siento nada por él ¿por qué se preocupa y se toma las molestias de andar peleando ridículamente?

A ver, en todo caso, con quien debería pelear es con Hunter ya que es él el que se anda ofreciendo a quien se le ponga en frente, o sea, lastimosamente: yo.

La mera verdad es que toda la situación me confunde. Creía que Hunter si tenía sentimientos por ella. No es así, a menos que definitivamente sea un idiota y esa sea su forma de demostrárselo, aunque lo dudo. Solo puedo quedarme con la incertidumbre de quién será la misteriosa chica que hace expresarse de esa forma al quarterback de The Phenix.

Después de unos minutos, me regaño, ¿qué demonios me importa a mí todo esto? Si tengo que justificarlo, diré que soy una persona muy curiosa. Solo que, en realidad, no sé por qué pienso que si se tratase de otras personas me daría absolutamente igual, pero no tiene por qué enterarse nadie.

—Podemos seguir con la ronda de preguntas —ofrece, da un giro en la acera que se corta de la carretera para seguir andando en la arena, en dirección al océano.

—La mayor diversión del mundo —susurro.

—O no.

—Venga —exhalo aire como si estuviese cansada. No obstante, voy a seguirle la corriente, después de todo va a llevarme a según él, un lugarcito a divertirme—. Dispara.

—No, ya no —suena muy ofendido—. Has dicho que soy aburrido.

—No dije eso.

—Claro que sí.

— ¿Me estás diciendo mentirosa? —abro la boca, indignada.

Porque si va a jugar a este juego, voy a jugarlo mejor.

— ¡Tú me has dicho aburrido!

— ¡Entonces no lo estás negando!

— ¡No te hagas la ofendida ahora, Davis, tú has comenzado con esta situación!

— ¡Sigues afirmándolo! —me rio por dentro.

Tan digna y defensiva de su propia persona como puedo lucir, cruzo los brazos y le doy la espalda. Espero no verme tan tonta con este intento de puchero, aunque qué más da, si él me vio en toalla corriendo por toda su casa persiguiendo a su perro que se llevaba mi ropa interior. Más tonta que esa vez no puede verme ya.

—Si retiras lo que has dicho antes, yo retiro lo de mentirosa.

—Déjalo ya, Hunter —me muerdo el labio inferior, intentando que mi diversión no se note en mi tono—. Ya lo me lo has dicho, ya me has herido.

Guarda silencio por un instante, desde aquí percibo a su cerebro maquinando a toda velocidad. Mis hombros se sacuden ante una risa disimulada y en voz baja, que se detiene de inmediato al sentir el calor cuando se acerca, ahueca la mano en mi hombro y bastante preocupado pregunta:

— ¿Estás llorando porque te dije mentirosa? —su voz ahora suena suave, delicada, como si pensara que si fuese lo contrario yo me pondría a llorar más fuerte, solo que no estoy llorando—. Meadow, sabes que estaba bromeando. El mentiroso soy yo al decirte mentirosa, nunca te diría algo tan ofensivo como eso, así que si necesito tu perdón me pondría de rodillas a rogarte, o a hacer otra cosa, ya sabes.

Un verano para enamorarnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora