15| Feliz cumpleaños a la cumpleañera

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— ¿Estás enojada?

Creo que me lo pregunta porque no le he dirigido la palabra en todo el desayuno, ni siquiera cuando se sentó a mi lado y me preguntó que qué tal mi mañana. Seguro me lo cuestiona porque me la he pasado hablando con Prescott que está al otro lado de la mesa, desayunando mientras finge que no se da cuenta de que ignoro al chico a mi izquierda.

—No —ni siquiera lo veo—. ¿Debería?

— ¿Eso es una pregunta trampa?

—No, Hunter —suelto un suspiro— No lo es.

—Prescott —menciona. No sé qué le quiere dar a entender al castaño pero este se pone de pie.

—Seguro, hermano —toma su plato y se sale de la cocina, sin más.

Yo, me limito a rodar los ojos. Claro que Hunter es ese tipo de chico y claro que Prescott es ese tipo de amigo.

Cuando está a punto de abrir la boca, el sonido de una llamada lo interrumpe, haciendo que la cierre de inmediato, frunciendo el ceño. Agradezco internamente porque estoy segura de que no estaba preparada para nada que tuviera que decirme. Saco el celular de mi bolsillo y termino soltando un gruñido irritante al notar que es mi madre.

—Hola, mamá —saludo. Podría irme a tener esta conversación en privado, sin embargo, Hunter ha notado antes cómo va esto así que no me importa ya.

—Meadow, feliz cumpleaños.

Espero a que diga algo más. Analizo su tipo de tono para tratar de predecir todo lo que venga por delante. Solo que, suena serena, cosa que es bastante inusual.

El chico a mi lado gira el rostro apenas escucha la frase de «feliz cumpleaños»

—Gracias. ¿Cómo está todo por allá, mamá?

—No he terminado. Me alegra que mi hija esté cumpliendo 21 años y que esté trabajando, acerca de eso...

—Ya —mi cara se llena de una sonrisa falsa, que, supongo está cargada de dolor. Claro que mi madre no me hablaba por mi cumpleaños, no debería sorprenderme. Con razón no ha comenzado con gritos o reproches—. ¿Qué necesitas?

—Creí que ibas a volver pronto.

—Aún no, estoy bien aquí.

Y es real. Lo que estoy diciendo. Me siento bien aquí después de tanto.

—Sí, bueno, no importa. Ya que no puedes ayudar aquí en casa pienso que debes ayudar monetariamente ¿sabes?

Alejo el plato de comida hasta que casi termina del otro lado de la mesa. No he acabado pero sé que el apetito se me irá de inmediato. Me rasco la punta de la nariz en un intento de, yo qué sé, distraerme antes de proseguir.

—Quería ahorrar para aliviar los gastos de la escuela en este semestre. Es decir, quería juntar lo suficiente para que ya no me mandes dinero —le he dicho muchas veces que no lo necesito, aunque para ser sincera, sí que en determinadas situaciones ese dinero me alivia de muchas maneras.

—Lo sé, Meadow. Pero Palmer ha tenido una racha difícil. En casa tenemos un poco de deudas y el dinero que hemos juntado no es suficiente. No te pido millonadas, solo una pequeña cantidad, lo que tú quieras. Una pequeña devolución de todo lo que hemos gastado en ti.

—Bien —no me queda de otra. Sé que suena un poco grosero pensar eso, sin embargo, no es la primera vez que consigo un trabajo y me pide que le dé parte de lo que he ganado. Siempre usa la excusa de que es para devolver lo que ha gastado en mí. Le daría si no fuese solo para que le compre ropa a Palmer. Que no es un mal chico, solo un poco vago, mayormente desempleado, que mi madre quiere que quiera con la mentira de que aporta dinero para mis gastos—. Te transferiré.

Un verano para enamorarnosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora