11. Querida familia

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Azariel Verena era el mayor de tres, sin contar a su hermana Arthemisa que según él no contaba porque no era hija de la misma madre, ni siquiera llevaban el mismo apellido

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Azariel Verena era el mayor de tres, sin contar a su hermana Arthemisa que según él no contaba porque no era hija de la misma madre, ni siquiera llevaban el mismo apellido. Era un príncipe solo en título y siempre lo sería. Jamás llegaría a rey, tampoco le interesaba, a sus dieciséis años había decidido que sería como su tío Parvaiz, quien en realidad no era su tío por linaje, aunque a Az le gustaba pensar que lo era.

Azariel solo quería vivir una vida sin las presiones que conllevaba ser un príncipe y sin perder los beneficios que este título le proporcionaba. Así como hacía el gran Parvaiz Belizario, que vivía del dinero de la corona como si fuera suyo, lo que en efecto era cierto. El príncipe hubiera podido ser el rey de Kyrell si así lo hubiera deseado, pero sostenía que en la vida había mucho más que reinar y tener una esposa e hijos. Además de que creía que era algo que le correspondía a su sobrina Arthemisa. Azariel pensaba igual que él en muchos aspectos.

Estaba cansado de tener que asistir a cada baile y banquete real que organizaba la corona. Su hermana y su tío podía excusarse por cualquier cosa, de hecho, ninguno de los dos se encontraba presente en ese momento. Amaba a su hermana mayor pero muchas veces sentía que esta no tenía tiempo para él. A decir verdad, debía de ser bastante complicado tener que lidiar con el hecho de que dentro de algunos meses sería la reina. Su tío no debía tener una excusa plausible. Probablemente estaba ebrio en la taberna más cercana o en alguna pocilga perdido entre los senos de alguna mujer al azar.

Se retorció en la silla en la que se encontraba e hizo caso omiso a lo que su madre intentaba decirle sobre entablar conversación con la joven dama que había sido invitada esta noche en honor a él. También estaba harto de que quisieran emparejarlo con cada noble del reino para poder "Asegurarle un futuro". Era un maldito príncipe, no necesitaba que nadie le asegurara nada.

La joven, Laika o Leila, era bastante hermosa con cabellos dorados igual que su piel y sus ojos, era una joven de oro. Casi podía escuchar a su madre decir lo hermosos que serían sus hijos. Azariel se encontraba en otro lado, como era de esperarse se había fijado en alguien que no debía, era una joven mayor y para nada parte de la nobleza. Hermoso cabello negro, largo hasta un poco más abajo de la cintura, piel de porcelana y los ojos color miel. Se preguntó si besarla sería igual de dulce y luego recordó que se encontraba en una mesa llena de otras personas que quizá podían ver su cara de idiota al pensar en una chica que ni siquiera lo conocía.

Solo la había visto unas cuantas veces. La primera había sido hacia una semana cuando estaba en su balcón y ella, por algún motivo, se escabullía por una de las ventanas del primer piso. Después de eso la había cruzado unas cuantas veces en los pasillos del castillo y algunas otras en los jardines, pero ella jamás había mirado en su dirección. Sabía que no tenía su edad porque claramente ninguna chica de su edad que el conociera se veía como ella y porque había estado haciendo preguntas discretas por aquí y por allá para saber quién era. Por su ropa y su forma de moverse sabía que no era de la realeza, pero eso no le impedía notar lo hermosa que era. Le hubiera gustado ser tan descarado como Parvaiz y comenzar una conversación, pero no lo era.

La guadaña oscura [Criaturas Nocturnas #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora