Prólogo

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Muchas personas se preguntarían que hace un niño de siete años en lo más profundo del bosque, pero realmente nadie se lo pregunta en Kyrell

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Muchas personas se preguntarían que hace un niño de siete años en lo más profundo del bosque, pero realmente nadie se lo pregunta en Kyrell. En este reino, un niño solo en el medio del bosque puede significar muchas cosas. Pero este niño en particular solo está perdido, no perdido de la forma en que la mayoría piensa, si no, perdido en la soledad. No tiene mucho, a decir verdad no tiene nada, acaba de perderlo todo. Sus padres, su casa, sus hermanos. Bueno, realmente no perdió su casa, solo perdió su hogar, el lugar donde era feliz a pesar de todo.

Un monstruo, de esos que él pensaba que eran solo historias de terror entró en su hogar, lo único que supo hacer fue correr, era la único que cualquiera podía hacer en esa situación, solo que su familia no pudo.

Hace unos cientos de años se creía que las criaturas de la noche no existían, que se habían extinguido en un duelo a muerte con los humanos, una guerra sin fin entre las creaciones del gran nigromante y los indefensos humanos que de alguna forma encontraron la manera de derrotarlo. Aunque muchos rumores dicen que no fue derrotado, solo debilitado. Lo realmente importante era que sus criaturas del infierno habían desaparecido, hasta ahora. Al parecer nada era eterno, la paz jamás duraba en reinos como Kyrell.

El niño ahora deambula en lo oscuro de la noche, con la luna como su única compañía. Estaba asustado como era de esperarse, después de ver esas cosas horribles entrar a su hogar, cada sonido era motivo de exaltación. Pero un sonido en particular llamó su atención, se escuchaba como un gato pequeño de esos recién nacidos, pero estaba seguro de que no había gatos salvajes en esa zona del bosque. Siguió el sonido, ansioso de encontrar algo que lo hiciera sentirse mejor, un gato podía ser su familia ahora que se encontraba solo en el mundo, incluso le estaba buscando un nombre en lo que se acercaba al lugar en el que pensaba que se encontraba el animal.

Para su sorpresa lo que encontró no fue un animal, era una mujer. Estaba apoyada en un árbol, se veía el cansancio en su rostro, por su aspecto parecía que la muerte se estaba acomodando a su lado para acompañarla en la eternidad. Su rostro se veía familiar, pero entre la oscuridad de la noche, los círculos oscuros debajo de sus ojos y toda la sangre a su alrededor, el niño no podía saber si era alguien que había visto antes o solo su imaginación. Algo que nunca olvidaría seria la sangre que la cubría de pies a cabeza, la luz de la luna creaba sombras extrañas en su rostro.

La mujer lo miró, algo pareció iluminarse en sus ojos, levantó su mano para tocar el bulto que tenía sobre ella, el niño volvió a oír ese maullido de gato pequeño y esta vez se dio cuenta de que no era un gato, era un bebe, uno pequeñito, recién nacido. La mujer le hizo señas como pudo y él se acercó, ya no tenía miedo, solo curiosidad. El bebé estaba envuelto en una tela negra que parecía ser la capa de la mujer, el niño observó bien al bebé, le recordaba a su hermano pequeño, le recordaba un poco a todo lo que había perdido.

Una tos incontrolable surgió de la boca de la mujer, al mismo tiempo que lo hacía la sangre. El niño se acercó un poco más y pudo ver al bebé finalmente, un montón de pelo negro y fino se extendía por su cabecita, tenía los ojos cerrados y su piel era demasiado blanca para ser normal, el bebé era casi tan pálido como la mujer, o quizá más. Con la poca fuerza que le quedaba la mujer le extendió al recién nacido y articuló algo que sonaba como "cuidarla", el niño tomó a la criatura de los brazos de la moribunda mujer, a quien se le dibujó una pequeña sonrisa en el rostro.

El niño pensó que quizá podía llevar al bebé a la ciudad y conseguir algo de ayuda para la mujer, pero justo en ese momento ella empezó a toser nuevamente, detrás del sonido de la tos se escuchaban los sonidos del bosque, pero no eran sonidos normales, era como si alguien o algo se estuviera aproximando. La mujer movió su brazo, parecía alentarlo a correr, por lo que el niño lo hizo, apretó contra su pecho al bebé y corrió a tientas en la oscuridad. Se oyó el retumbar de un trueno y unos segundos más tarde un rayo iluminó el cielo y cayó en un árbol cercano.

Magia, pensó el niño, pero eso era imposible, no quedaban brujas ni magos en el reino después de la guerra, así como tampoco existían criaturas como las que irrumpieron en su casa. Algo estaba pasando, algo había despertado en las profundidades del bosque, algo que quizá jamás estuvo dormido, algo que probablemente solo estaba esperando el momento adecuado.

El niño llegó finalmente al límite de la ciudad y se permitió mirar hacia lo que había dejado atrás. Una tormenta se estaba desatando en el bosque, las luces relampagueaban por el cielo. Algo no humano, algo innatural se encontraba en ese bosque y venía por ellos, por ese bebé que llevaba en brazos. No estaba realmente seguro, pero algo en el fondo de su ser le decía que ese bebé era la razón de que todo aquello estuviera pasando. La miró, estaba intentando abrir sus ojitos y pensó en un nombre para ella "Xylia, la niña del bosque".

La guadaña oscura [Criaturas Nocturnas #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora