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Erika:

"-no, por favor.

- no trates de complicarlo todo, Erika.

- no tienes que hacer esto.

- y tu no tienes porqué meterte en mis asuntos. A menos que quieras que te pasé lo mismo."

Esos recuerdos grabados en mi memoria hicieron que me liberará de mi ensoñación, solo para que mi vista capté algo que yo no esperaba ver:

Estaba en una especie de habitación manchada de algo con un montón de armas blancas.

¿Que carajos?

Ah, si. Me secuestraron.

No sé porque tuve la estúpida esperanza de que fuera un sueño lo del loco ese y que yo estuviera sana y salva en mi cama con un libro en mi mesita de noche al lado de mi lámpara.

- ¡Ayuda! - grité con fuerza.

Mi vista recorrió con cautela la frívola habitación, y fue allí cuando me fijé en algo que para nada era bueno:

Había unas notorias manchas de sangre en el lugar.

Bueno, supongo que ya confirme una cosa, y esa vendría a ser que el pobre señor no era la única víctima del psicópata.

Antes de él hubo gente que ese estúpido le quitó la vida, y, no lo sé, pero no creo que haya Sido una muerte rápida y sin dolor. Eso lo tenía claro.

¿Y ahora que?

Estaba amarrada al soporte de una cama sucia y algo vencida. Pero eso era el mínimo de mis problemas ahora, tenía que averiguar cómo podía escapar.

Y, Allí fue cuando mi mente hizo click, y me hice una gran pregunta:

¿En dónde carajos estaba?

No tenía idea de adónde me había traído el enfermo ese, y por los programas policiales que había visto en la televisión, suponía que ese imbécil me había llevado lejos de la sociedad. Tal vez en una casa abandonada a las afueras del pueblo oh algo así.

Eso me recuerda......

No. No debo pensar en ese día. Me lo habían prohibido.

Mis oídos captaron el lamento de la puerta al abrirse, y de inmediato me tense y mis latidos cada vez se volvían más fuertes, tanto así que juraría que se me intentó salir del pecho.

- valla, valla, mirén quién ha despertado.

La voz de ese demonio traspaso mis oídos, y unas cuantas lágrimas del miedo intentaron salirse de mis ojos. Sin embargo, no iba demostrar debilidad, por lo menos no enfrente de él.

- vete al diablo imbécil.- replique fulminandolo con la mirada al el arrodillarse delante de mí.

En eso ví que en su pálida cara se formó una pequeña pero despreciable sonrisa.

- al parecer no estás tan alegre por el hecho de que te hice compañía.

Cómo deseaba soltarme de mis ataduras y golpearlo tan fuerte hasta que se desmaye.

- vendrán a buscarme. Me rescatarán y con suerte te darán la pena de muerte y por fin tendrás lo que te mereces.- le amenacé.

Él soltó unas cuantas risillas burlonas.

- nadie vendrá por ti. De eso estoy seguro.

¿Que me estaba dando a entender?

- ¿De que estás hablando?- pregunté con un tono retador en mi voz.

Eres, y siempre serás mía (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora