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Erika:

Habían pasado tres días después del ataque que sufrí por parte del señor Tommen, el cual, desde ese día se había mostrado un poco más calmado, pero, no dejaba de sentirme incómoda con su presencia.

Sebastián, estaba mejorando, pero, aún así, tenía que guardar reposo, la herida en su estómago no era algo que se podía tomar a la ligera, mucho menos sabiendo que en esta misma casa estaba el responsable de todo esto.

Y, sacando el tema a relucir, me ponía con los pelos de punta saber que en esta misma casa había alguien intentando matar a la persona de la cuál estaba enamorada, ya que, si el atacante intenta volver a hacerle daño a Sebastián, no creo poder hacer gran cosa a parte de llorar como una verdadera estúpida.

A veces, me preguntó porque no puedo ser más fuerte. Porque no puedo ser menos miedosa, menos tonta, menos débil. ¿Porque no puedo ser como las heroínas empoderadas de una película? ¿Porque no puedo dejar mis miedos a un lado? ¿Porque no puedo ser perfecta aunque sé que tal cosa no existe?

A veces siento que soy una buena para nada.

- ¿Ya lo terminaste? - pregunto Tamara al entrar en la cocina, señalando el libro de Romance  que ella me había prestado hace unos días.

- e...no, apenas voy por la página 23.- fuí sincera.

No podía concentrarme en leer. No cuando estaba en está casa llena de psicópatas y asesinos, uno que incluso me intentó matar hace unos días, y otro que es la razón por la que estamos aquí. Y, al desconfiar de todos, se me hacía más difícil tener compostura.

A pesar de eso, seguía teniendo conversaciones con Tamara, ya que, al parecer era la persona más "cuerda" considerando que ella no se sorprendió al ver a su padre intentando matar a una chica y un cadáver a unos cuantos metros. Supongo que eso se debe a que también es una psicópata. Pero, como bien había dicho Sebastián, no debía confiar en nadie, razón por la cuál no era tan abierta con ella a pesar de nuestras conversaciones.

- oh, tranquila.- se sentó a mi lado y me puso una mano en el hombro.- Hey, se que no estás pasando por el mejor de tus momentos Eri.- ella se había inventado esa abreviatura.- pero pronto Sebastián estará mejor y tú y los demás podrán volver a sus casas.

No pude evitar mirarla y sonreírle.

Dios, ella era tan dulce, tanto que me gustaría haberla conocido en otras circunstancias, tal vez yo hubiese podido ser más sincera de no ser porque había una posibilidad de que ella era la causante de mi tormento.
Incluso me había regalado un par de prendas como la playera blanca y los tejanos que tenía puestos en ese momento.

- gracias, es muy dulce de tu parte.- replique con total ánimo.

Ella me devolvió la sonrisa.

- de nada.- respondió, aunque se le vió la intención de hacer una pregunta, la cuál hizo luego de un par de segundos: -oye....¿Cómo es tú relación con Sebastián? Es decir, el te secuestró, ¿Cómo es que en éstos tres días no has intentado escapar? ¿No te sientes mal? ¿No quieres volver con tus padres? ¿A caso él y tú tienen algo?

Esas preguntas fueron como balas de realidad atravesando mi vientre al punto de dejarme en el suelo preguntándome qué es toda esta locura.

¿Que me pasa? ¿Y mis padres? ¡Dios mis padres! deben estar muy preocupados. ¡Joder! ¿Cómo se me pudo haber olvidado tal cosa? Debo hacerles saber que estoy bien, pero tampoco puedo delatar a esta banda de locos. ¿Y ahora?

- perdona, debo ir a ver a Sebastián.- le informé mientras me levantaba de la silla dejando el libro en el mesón.

- oh, perdona si te hice una pregunta incómoda, no era mi intención.- se justificó.

Eres, y siempre serás mía (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora