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La muerte.

Esa palabra había adoptado un nuevo significado en mi memoria.

Ahora ya no era el típico miedo de dejar de existir en este plano, si no, más bien descansar en paz. Simplemente dejar de sentir, de pensar, de prácticamente todo.

Me resigne mientras veía como el cuchillo de carnicero que mi futuro atacante estaba envuelto con la sangre de la cuál asumí que venia de aquel pobre hombre que yo tenía detrás. Sin duda, era un horrible apto, uno que no me cabía en la cabeza de como unser vivo podría hacer tal cosa.

Levanté la visión, mirando directo a esa máscara de neón negra, la cuál había visto por última vez cuando había herido a Sebastián, aquella máscara la cuál recordaba cada vez que pensé que nunca volvería a ver
A mí captor.

- ya. Mátame, no voy a rogarte por mi vida, si es lo que estas esperando.- le indique.

El hombre ladeó la cabeza, aunque no podía apreciar su expresión facial , sabía que se sentía intrigado.

Su mano derecha me hizo a un lado y extrañada, obviamente, me aparte sin poner una queja y me levanté con esfuerzo, claro está sin apartar los ojos del enmascarado.

El susodicho dió unos pasos hasta el torturado, quien se retorció con desesperación y balbuceaba y gemía de dolor intenso.

Sin titubear,el tipo que hirió a Sebastián alzó el cuchillo de carnicero, y, en un rápido pero efectivo movimiento, el metal atravesó la carne y la piel de la cabeza, cortando, con un poco de esfuerzo, la cabeza de la pobre víctima.

La sangre empezó a fluir sin control, cuál cascadas sangrientas, lo cuál causó que mis ojos se abrían con asombro, claro, ¿Que persona cuerda sentiría otra cosa que no fuera asombro y terror puro?

Claramente, este enfermo era la excepción, ya que, insatisfecho, el cuchillo carnicero empezó a penetrar con más fuerza el cráneo del resiente fallecido. Cada vez más, la grieta en su cabeza era cada vez más y más grande, hasta que parecía más bien, parecían dos minis montañas separadas.

Sin darme cuenta, de mi boca salió un alarido de temor el cual debió escucharse en toda la casa de la familia Tommen.

El cuerpo sin vida, con la mente dividida en dos, aún chorreando sangre en exageradas proporciones, cayó al suelo causando un ruido seco como cuando tiras un costal al suelo. Listo, ahora estaba completamente segura de que ya no había un alma habitando ese cuerpo.

En esos instantes, sentí lastima.

Lastima por el hecho de que seguro ese señor tenía una vida, una familia, un hogar. Seguro era padre de familia, seguro era su sustento, la razón por la que tenían un plato de comida en su casa. Ahora, esos posibles niños ya no tendrían un padre, una figura paterna en su vida.

Si, también era posible que simplemente vivía solo, pero, seguía estando mal, seguía siendo una vida.

Al salir de mis pensamientos, me percaté de que él asesino me agarró los brazos y me puso contra la pared ensangrentada, mirándome a través de esos ojos de LED negros.

Listo, era mi fin, el fin de mi existencia.

Decidí cerrar mis ojos, con cierto miedo, pero resignada a lo que venía.

¿Iré al cielo? ¿Iré al infierno? ¿Oh simplemente no hay nada más allá y eso solo es un invento de la sociedad a causa de su negación?

Cómo sea, encontraría la respuesta muy pronto.

- sueltela, señor Tommen, oh le juro que no dudaré en cortarle cuello.

Esa voz. Esa voz que fue un alivió para mis oídos.

Abrí los ojos, observando cómo había un cuchillo pegado al cuello de mi atacante, y, el dueño de éste, no era nada más y nada menos, que Sebastián.

- Sebastián King!- gritó la mujer mayor que nos recibió al principio.- ¡Suelta a mi marido en este instante!

¿Marido? ¿El que había lastimado de muerte a Sebastián? ¿Vivía aquí?

- no hasta que su marido suelte a la chica.- avisó.

Ya para este punto no sabía bien que pensar. Pero, en cuanto mi captor artículos esas palabras, mi atacante me soltó, consecuente de que Sebastián también lo soltará.

Con sus manos, se quitó la capucha y la máscara, dando a relucir una cara algo arrugada y decaída con el tiempo, un señor mayor, en pocas palabras. Aunque, no era tan viejo como la señora, más bien era como si estuviera entrando en esa etapa, dado que sus cabellos aún tenían mechones de color negro, y su piel no estaba tan arrugada como debería, además de tener un porte fuerte y que no se ha dejado llevar por la edad.

Claramente, me sorprendí, no esperaba que el perpetrador de la razón por la que estamos aquí sea por un anciano joven asesino.

- ¡Papá! - chilló Tamara, entrando al cuarto cubierto de sangré.- ¿Que te he dicho de intentar matar a las vistas?

Lo miró directamente a los ojos.

- que está mal y no debería matar a quien sea que se me crucé.- el señor volteó los ojos con fastidio.

Al voltear mi cabeza, pude ver qué allí también estaba Owen junto a los hermanos Maxwell, pero es como si se hubiera espantado, ya que al mostrar claro asombro en su rostro se fué, dejándome con una duda en la cabeza.

- bien, ya casi amanece y ya tenemos un cuerpo. Nada mal en mi humilde opinión.- dijo Nolan, inoportuno como siempre y poco interesado, refiriéndose a la víctima del viejo.

- ¿Él fue quien hirió a Sebastián? - les pregunto a todos los presentes.

Entre todos compartieron miradas, las cuáles, no sabía que pensar exactamente.

- ven conejita.- habló Sebastián haciéndome señas para que lo siguiera fuera de la habitación ensangrentada.

Al estar por uno de los relucientes pasillos de la casa de los Tommen, paramos justo en frente de una de las pinturas de un cadáver en el suelo, junto con un montón de sientas de la policía.

¿Que carajos le pasa a esta gente?

Allí mi secuestrador me miró fijamente a los ojos, serios, sin expresión alguna.

- Te amo.- esas palabras me tomaron por sorpresa absoluta.- y, siempre haré lo posible por hacer que estés bien, por eso no creo que debería decírtelo.

Lo tomé de las mejillas pálidas tan características.

- solo dímelo.- replique decidida.

El suspiro dando a relucir un lado que nunca había visto de él.

- el señor Tommen no es él que me ataco en el bosque, más bien fue alguien de los dos hermanos, Tamara o Owen, lo único de lo que estoy seguro de no dejaré que te pasé nada, primero prefiero morir antes de verte sufrir.

Se me ruborizaron un poco las mejillas, pero, igual decidí concentrarme.

- eso significa que....

- alguien de los dos hermanos quiere matarme.

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Listooooooo

Espero que les haya gustado,y, si es así no duden en dejar su voto y comentario.

Próximamente capitulo 16

- Luis L.









Eres, y siempre serás mía (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora