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Nota del autor: ¡Gracias a todos a los que me estáis leyendo! Sin ustedes no tendría motivación para seguir escribiendo esta locura, y, si les gusta, no duden en votar y comentar en las partes que me más le hayan gustado, así ésto podrá llegar a más personas. Espero que disfruten este cap.

- Luis L.

****

Tres días después

Erika:

Ésto era peor que estar en el infierno.

Éstos últimos días tuve que soportar que ese maldito enfermo me haga la vida imposible, burlándose y intentando descubrir mi nombre mientras yo aún estaba amarrada a esta sucia cama.

Sebastián. Así era como él se llamaba.

No sé porque, pero desde que lo ví por primera vez, al secuestrarme, sentí algo. Algo que no sabía que era exactamente, algo que yo jamás había sentido. Al menos, no con nadie en específico.

Acaso esto....lo que siento es......
¿Amor?

¿¡Que carajos estoy diciendo!?

¿En serio estoy sintiendo esto por un asesino? ¿¡Que mierda!? No. Ésto no es amor.

Seguro el echo de estar aquí en éstos últimos días me está afectando psicológicamente, tal vez lo que siento sea síndrome de Estocolmo.

Si, debe ser eso. ¿Que otra cosa podría ser?

Las únicas personas por las que yo he sentido algo son hombres ficticios que me dejan sin debilidad emocional.

Lo único que de verdad espero es poder escapar y hacer que estos psicópatas paguen por sus crimenes, y no le hagan daño a nadie más.

Aún la imagen de Sebastián asesinando al pobre señor estaba grabada en mi mente de tal forma, que no he podido dormir sin que esa escena transcurra en mis sueños con un realismo brutal.

Simplemente, no puedo permitir que haya más inocentes heridos. Siento lastima por la familia del guardia,
Seguramente el tenía hijos, y esos hijos tenían nietos.

Pobres, el dolor de perder por ejemplo a un padre es simplemente indescriptible, ni hablar de perder a un abuelo que tú quieres mucho.

¿Cómo le dirán a un pobre niño "hey, tu abuelo, que te quería y daba la vida por ti, está muerto y sin ojos por qué un psicópata no tenía otra cosa mejor que hacer"?

Sin duda era algo horrible. Algo que estoy dispuesta a frenar.

Fue cuando ese payaso entró en el cuarto.

- hola conejita, ya empezaba a extrañarte.- dijo con un plato de frutos rojos, ya que ni de chiste iba a probar esa carne de dudosa procedencia que a ellos les fascinaba.

- no vuelvas a decirme de esa manera.- le reproché, no entendía porque me decía " conejita"

- ¿O que? ¿Que me harás si no te hago caso? Conejita. - me retó ensanchando una molesta sonrisa.

Maldito.

Puso la comida en la mesita de noche, al lado de unas notorias manchas de sangre, sangre de inocentes personas que no se merecían ese final, de vidas importantes para sus seres queridos. Acto seguido, se inclinó hacia mi, haciendo que su boca y la mía estén a una muy corta distancia, mientras esa tonta sonrisa no se borraba de su rostro.

- dime, ¿Que harás? - insistió.

- me la vas a pagar, creeme. Secuestrarme fue el peor error que pudiste haber cometido imbécil.- le juré, aún encadenada.

El no pudo evitar dejar escapar una pequeña risilla, una que me daba ganas de romperle esa sucia boca.

- ¿Que te hace pensar que escaparas conejita? ¿Que creés que te hace destacar de mis anteriores víctimas? - pregunto curioso, con su vista clavada en la mía.

- que no has hecho esto con nadie que no sea yo. ¿Oh lo negaras? - replique, con una pequeña sonrisita, mientras observaba como su expresión facial reflejó seriedad de repente.

Si, había escuchado una conversación anteayer entre Sebastián y su hermano, este último reprochando le el hecho de porque de un día para otro le dió por secuestrar gente.

- ¿Cómo mierda sabés eso? - pregunto abruptamente luego de unos segundos de silencio.

- digamos que tengo oídos.- me burlé.

Descubrí en ese instante que me encantaba hacerlo enojar, esa cara de molestia que formó sería mi motivo de burla por mucho tiempo.

De la nada, aprisionó mi cuello entre su mano derecha con tanta fuerza, que me sorprendió no desmayarme por falta de aire.

- escúchame, no juegues conmigo, el hecho de que seas la primera persona que secuestro no te hace jodidamente especial. Es más, si no fuera por esta mierda que siento ahorita estuvieras muerta, sirviendome como alimento para los próximos cuatro días.- parloteo furioso.

Debí sentir miedo, debí sentir pánico, pero por alguna razón no podía dejar de admirar su cara estando tan cerca de la mía. Era hermoso, ¿Que digo hermoso? Era increíblemente guapo y sexy. Su perfilada cara, su suave cabello negro como las cenizas, y sus ojos depredadores, sumado a sus húmedos labios, ¿Porque en vez de ser un asesino no era un estudiante cualquiera al que yo pudiera besar sin sentirme culpable?

Claramente no iba a desirselo a la cara, por lo que mantuve una expresión fría y retadora.

- awww, el bebé se enojo.- seguí burlándome.

Cada vez, su agarre se volvía más fuerte, en señal de que en algún momento perdería el control, sin embargo, no iba a callarme, no con él.

- repitelo. - soltó seco.

- que eres un bebé, un enfermo bebé.- replique, decidida.

Estaba consciente de que él podía matarme allí mismo, fuera a propósito o por error, pero no me importaba. No cuando él había lastimado a tanta gente.

- ¿Acaso quieres morir? - preguntó, aunque se sintió más como una amenaza.

- ¿Acaso tú quieres besarme? - le respondí con otra pregunta, aprovechando lo cerca que estaba de mi cara.

Él sin duda no se esperaba eso en lo absoluto, para nada. Lo pude ver en sus facciones.

- estás demente. ¿Es que acaso no te doy miedo?

- no. En lo absoluto.- dije la verdad.

Era extraño. Sabía de lo que él era capaz de hacer, pero, no me inspiraba temor. Al contrario, me hacía sentir algo extraño, algo que no sabría decir con claridad.

Para este punto, ese psicópata pensaba que yo era la verdadera lunática.

- mientes.- aseguró.- no hay nadie que no le tenga miedo a un caníbal.

- ¿Y entonces que soy yo? - pregunte.

- una pelirroja que no está tan cuerda como pensaba.- argumento.

El hecho de que esas palabras salgan de la boca de un loco asesino es simplemente interesante y sorprendente. Más de lo que uno puede pensar.

- a, ¿Y tú muy normal verdad?

- es de esperar que yo no sea el más normal del mundo, pero lo que no es normal es que una chica este retando a un puto loco mientras la está ahorcando fuertemente.

Tenía razón. ¿A quien se le ocurriría hacer lo que yo estoy haciendo en este momento? Sin duda a nadie con dos dedos de frente.

En eso oigo la voz del otro loquito.

- Sebastián, ya llegaron los demás.- le aviso desde el piso de abajo.

¿Lo demás?

¿A quienes se refería?

Otra vez esa estúpida sonrisa se formó en la cara del imbécil.

- hora de la verdadera diversión.- sentenció.

¿Que está pasando?





Eres, y siempre serás mía (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora