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Erika:

¿Alguna vez has sentido que la cagaste?

Pues, lo que sea que te haya pasado creerme que no es peor que tener que esconderte entre restos humanos para que un grupo de psicópatas enmascarados no te asesinen.

Al escuchar que vendrían a dejar lo que parecía ser un cuerpo humano, tome la desesperada decisión de correr hasta una pequeña montañita de restos de carne podrida y negra, acompañada de huesos de personas que adoptaron un color amarillento y que de lejos se veía que estaban pudriéndose.

Si, era asqueroso, pero ¿Que otra opción tenía?

Tomé una bocanada de aire antes de sumergirme en la carne negra, unas partes incluso tenían partes blancas, dando a entender que era moho gracias al mal estado de ese "alimento" que seguramente eran de personas.

Al meterme de lleno, ese olor a descomposición me dió unas ganas increíbles de vomitar con todas mis fuerzas, pero, no podía arriesgarme, no con ellos cerca.

De inmediato mis oídos captaron el lamento de la vieja puerta de madera al abrirse, y pude avistar que los cinco locos pusieron un cuerpo masculino en la mesa de centro, un hombre que posiblemente aún estaba con vida.

- de verdad tengo ganas de destriparlo.- parloteo uno de ellos, y su voz era la misma que la del chico raro que formaba parte de los tres hermanos rubios.

- espera un poco Noah, de verdad estoy cansado.- Replicó el mayor de ese trío.

- ¿Pero por qué tengo que esperar? ¡Yo quiero matarlo ya! - argumento entre gritos ese enfermito.

- me sabe a culo! Ahora deja de gritar oh el muerto serás tu.- amenazó Sebastián. A pesar de que tenía puesta esa máscara yo conocía esa voz a la perfección. Esa voz que tanto me molestaba.

El que yo supuse que era su hermano lo tomo del hombro para tratar de calmarlo.

- tienes que dejar de molestarte por cualquier cosa.- le aconsejo.

Mi captor rápidamente le quitó la mano, en señal de que aún estaba molesto.

- no me digas que mierda tengo que hacer, y que mierda no Édgar.- Replicó retandolo.

Edgar. Así era como se llamaba el mayor.

Para este punto, yo luchaba para no vomitar, tomando en cuenta de que estaba envuelta por un montón de carne y huesos humanos. Incluso consideré la opción de salir corriendo hasta la salida, pero, dado a mi herida en el pie, no llegaría demasiado lejos. Por lo que sin opciones, me resigné a esperar que se fueran a descansar.

En eso mi vista capta que el hombre inconsciente que estaba en la mesa comenzó a abrir los ojos, en señal de que estaba despertando.

- shhh! El idiota empieza a despertar.- comunicó el del medio de los hermanos.

El sujeto, al percatarse de lo que sucedía, comenzó a gritar. Y no era para menos, si yo estuviera en su lugar gritaría aún más fuerte.

A pesar de eso, no me moví de mi escondite para ayudarlo, era demasiado peligroso y podría costarme la vida.

En un rapido movimiento, cuatro de los enmascarados rodearon al pobre hombre, dos le tomaron las piernas, y los otros dos las manos.

- ahora sí puedo matarlo? - pregunto el inestable cuchillo en mano.

- no. Quiero hacerlo yo.- respondió Sebastián, acto seguido le arrancó la filosa arma dispuesto a acabar con la vida de la víctima.

Puesto en posición, un escalofrío me recorrió el cuerpo mientras observaba lo que Sebastián estaba a punto de hacer.

- es la hora de morir. Escoria.- le informo al sometido.

- ¡No! ¡Por favor! ¡Haré lo que ustedes me pidan! ¡Lo juro! - la desesperación del sujeto me estrujó el corazón. Sabía que tarde o temprano dejaría de existir.

- hora de acabar con esto.- proclamó ese monstruo.

El afilado cuchillo atravesó el ojo derecho del tipo, el cuál empezó a pegar gritos cada vez más fuertes.

No conforme con eso, ese gótico comenzó a meter cada vez más el objeto dentro del óvulo ocular, más, más, y más. La sangre salía entre pequeños chorros, los cuales pasaron de ser leves, a ser cada vez más fuertes y con más presión.

Me pregunté cuánto podría sobrevivir la víctima si cada vez perdía más sangre, problemente la vida empezaría a dejar su cuerpo.

- ¡Se los ruego! ¡Déjenme! ¡Déjenme! - grito entre alaridos ese pobre señor joven, que no debería tener ni siquiera treinta años.

Claramente, su atacante hizo caso omiso a sus plegarias, y siguió haciendo lo que hace mejor:

Crear sufrimiento.

Para este punto estaba mirando con horror la escalofriante escena, con la estúpida esperanza de que ese tipo logré escapar y sobrevivir. Aunque, no sería lo mejor, tomando en cuenta de que tendría que sobrellevar el trauma, y vivir ciego de un ojo.

Algo horrible.

Y, por más que me habían prohibido recordarlo, me acordé de aquella vez.

Los gritos. La sangre. Caos habitando en mi mente.

¿Porque yo? ¿Porque soy yo la única chica que le ha pasado algo como aquella vez?

No. No soporte. No podría soportar un segundo más.

Salí disparada del montículo de carne y huesos, y corrí a pesar de mi lesión fuera de la cabaña.

- ¡Es ella! ¡Lo ha visto todo! ¡Ve por ella Sebastián! - oí gritar histericamente a su hermano. Seguramente fue una gran sorpresa.

Mientras, las lágrimas no podían dejar de salir, recapitule todo lo que me había pasado estos últimos días:

Un loco me secuestró en el estacionamiento de un supermercado, No sin antes asesinar a un inocente. El hermano del que me secuestró estuvo dos veces a punto de asesinarme, y ese loco me había defendido. En más de una ocasión me llegue a pelear con mi propio captor, incluso llegué a sentir un leve sentimiento por el.
Descubrí que las desapariciones del Black Forest son culpa de cinco asesinos caníbales con máscaras de luces LED con forma de calavera. ¿Que carajo podría pasar después?

Voltee, para saber si venía alguien detrás de mí, y en efecto, estaba Sebastián con esa estúpida máscara puesta, con ese color morado neón, persiguiendome con un hacha ensangrentada, corriendo tan rápido como en el estacionamiento.

Sin permitirme sentir pánico, corrí aún más rapido, esperando llegar a la carretera y, con suerte, pedir ayuda a un auto que este pasando por allí.

Por desgracia, eso último lo veía muy poco probable, ya que luego de un montón de desaparecidos nadie se atrevía a manejar por esa zona, era muy peligroso. Por lo tanto, si quería escapar tendría que esconderme y esperar a que se canse de buscarme, y aprovechar para salir corriendo hasta ver las luces del pueblo de NeverTown, y por fin, ser libre.

Aunque, todas mis experanzas se esfumaron, al tropesarme con una raíz de un roble grande, cayendo estrepitosamente contra el suelo, rompiéndome la nariz.

Ese imbécil, se paró en frente de mi, con una sonrisa de victoria.

- vaya vaya, conejita, estás muy rebelde últimamente.- se burló.

Yo lo mire fijamente, con un profundo odio. Odio al saber que otra vez estaría encarcelada en esa casa.

Sin perder tiempo, el psicopata me agarró del brazo, y me arrastró, ya que sabía que no lo seguiría por cuenta propia.

No.no.no. ¡No!

Había llegado tan lejos. Casi había escapado.

A menos que....

Sin pensarlo, y en un intento desesperado de libertad, me levanté, y Sebastián me miró , pero antes de que pudiera reaccionar, le quite esa ridícula máscara, e hice lo impensado:

Lo besé apacionadamente y con todo el deseo que pude.



Eres, y siempre serás mía (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora