13

714 43 6
                                    

Erika:

-Aquí no hay una mierda! - exclamó Edgar, al llegar al lugar y no encontrar ni rastro del cuerpo de Sebastián dónde lo deje.

¿Cómo era posible?  Juró que el cuerpo estaba aquí.

< Sebastián ¿Dónde estás? >

Los tres hermanos me miraron con una mirada carente de empatía y repleta de odió. No había que ser un genio para saber que estos pensaban que los estaba engañando o algo parecido.

El mayor de los rubios, Klein, se acercó a mi cuchillo en mano, para después ponerme en contra de uno de los árboles y amenazarme con el arma en mi cuello.

- más vale que hables, y, si no sueltas algo relevante de esa boca te mataré y voy a  esparcir tus partes por todo el lugar.- sentenció.

Allí fue cuando mi corazón empezó a latir sin control, deseando salvarme una vez de éste retorcido aprieto.

A pesar de eso, el pensamiento que dominaba mi mente era el preguntarse dónde carajo se había metido Sebastián.

Llamarme loca, pero lo único que quería saber en esos instantes en los que mi vida peligraba era saber si el psicópata que me secuestró estaba bien.

Era lo único que me importaba. Lo único que quería saber.

- ¿Puedo matarla? - preguntó el hermano menor,  aquél desequilibrado metal.

Klein volteó molesto.

- ¡Cállate Noah!

El antes mencionado hizo un puchero genuino, nada exagerado, como si eso fuera lo más decepcionante del universo.

- ¿Por qué no?

¿Y a este que le pasaba?

Para este punto, era obvio que mi posible verdugo empezaba a perder la paciencia. Claro, si es que en un momento la tuvo.

- por el simple hecho de que me da la soberana gana de matarla yo mismo.- Seguido a articular esas palabras volteó Hacía mí.- di tus últimas palabras, y, por favor no ruegues por tu vida oh digas algo realmente estúpido. Creeme, verlo desde mi punto de vista es increíblemente patético.

Entonces...¿Este era mi final?

Yo Erika Coffey, la niña buena, si, con sus defectos, inseguridades, pero buena chica a pesar de todo. Hija del matrimonio de los empresarios Coffey. La que vió algo....... Algo que prefiero olvidar. La que fué secuestrada y en un acto estúpido impulsado por un retorcido amor, decidió ir al bosque con cuatro asesinos en serie, y murió a manos de uno de ellos. ¿Eso era todo?

¿Ya no podré volver a sentir los rayos del sol tocando con delicadeza mi piel?

¿Acaso yo  seré la cena de hoy?

Bueno, solo queda aceptarlo. ¿Que más podría hacer?

- yo....- una lágrima rozó por mi mejilla derecha.- solo quiero decir una cosa. - Klein me miraba a la expectativa, al igual que los demás.- desde que llegué aquí, hace unos cuantos días, tuve un raro sentimiento, uno que jamás sentí: protección. El sentirme protegida por Sebastián, y, ahora que lo pienso, él siendo una horrible persona, un asesino, ha hecho más por mí que nadie en mis 18 años de vida. Suena a delirio, a qué perdí el juicio, pero es la verdad. Y, si ésto es a lo que llaman síndrome de Estocolmo, y es una enfermedad mental, entonces, no quiero sanar jamás.

La mirada del dueño del cuchillo que estaba pegado a mi cuello, sostuvo una mirada fría, difícil de descifrar.

- bien. Es decir, es increíblemente enfermo y bizarro, pero supongo que está bien.- el arma empezó a rozar mi cuello, derramando pequeñas gotas de sangre, dándome cuenta de que este era mi final.

Eres, y siempre serás mía (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora