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Erika:

Sebastián y yo luego de ese encuentro, nos pusimos la ropa y decidimos bajar por las escaleras y llegar a la cocina, ya que, le había comentado que tenía hambre y me dijo que me iba dar unas cuantas frutas de la alacena. Al llegar, cogí asiento, clavando mi mirada en la figura del asesino que me acababa de follar como una bestia que se encontraba de espaldas, notando de nuevo su espléndida figura musculosa y bien cuidada.

Demonios, era súper sexy.

Finalmente, mi sexy captor trajo un plato repleto de uvas, frambuesas, fresas, entre otros, sorprendiendome de lo cuidadoso que era con mis peticiones.

- aquí tienes conejita.- me dijo, tomando asiento a mi lado.

- gracias.- replique.

Empecé a comer, pero, me sentía rara, y, al voltear, Sebastián me estaba mirando fijamente como fascinado de lo que veía.

- ¿Que? - pregunté.

- eres tan jodidamente hermosa que es imposible dejar de verte.- respondió.

Wow.....que dulce de su parte.

- oh... gracias.- le dije.

Antes de que pudiera decir algo más, la puerta se abrió de golpe, lo cuál causó que los dos voltearamos al mismo tiempo.

En la sala, había llegado Edgar, con la capucha y la máscara, junto a los hermanos Maxwell, todos cubiertos de sangre mientras traían una carretilla envuelta por una sábana manchada igualmente de sangre.

- ¡Wuju! ¡Acabamos con todos esos cerdos! - gritó Klein, quitándose la máscara, aparentemente contento.

La señora Tommen salió de una de las habitaciones.

- ¿Que es todo este griterío? ¿Trajeron los cuerpos? ¿No se les escapó ninguno? - preguntó la señora.

- para nada. Los muy perros estaban cada uno por su lado, lo cuál hizo más fácil la cacería.- respondió el mayor de los maxwell.- aunque, debo admitir que una chica si nos la puso difícil, se dió cuenta de lo que pasaba al encontrar los cuerpos de sus amigos, así que no tardó en intentar escapar, incluso hasta tenía un arma de fuego y por poco y acaba con Noah, pero afortunadamente logramos apuñalarle el estómago y cayó muerta.

<Dios, pobre chica.> Pensé.

La verdad, estaba consciente de que todos a mi alrededor mataban gente, pero aún así prefería no meterme en ese tema y vivir en la ignorancia. Ya que, posiblemente, la plácida ignorancia era la cualidad más envidiable del ser humano. Y, siendo sincera, no quiero ver cómo torturan gente inocente, simplemente no lo soportaría.

Quiero pasar una vida con Sebastián, pero aún no estoy de acuerdo con sus acciones.

- oh, espectacular jóvenes, lleven los cuerpos al cobertizo del otro lado, está noche prepararé un espléndido estofado de hígado. - habló la señora.

Que!? Estofado de hígado de persona! No puedo comer eso de ninguna manera. El día que la carne humana entre en mi boca será el día en el que me pegue un tiro en la cabeza allí mismo.

- tranquila, iré a cazar unos venados en el bosque, así no tendrás que comer eso.- Sebastián dijo.

Mi mirada se clavo en la suya, viendo sus ojos tan oscuros que hasta creo que podrían adsorverme cuál oyos negros.

Dios él era perfecto.

- gracias.- le respondí con una leve sonrisa pegada a mi cara.- pero no es necesario, aún estás en recuperación, no puedes andar por ahí arriesgandote.

Eres, y siempre serás mía (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora