Capítulo 19

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— No temas de mí — al parecer ha notado lo que me ha asustado sus palabras anteriores.—, considérame como una abuela más, estás como en casa… Lamento mucho la escena que he armado, te he confundido.

— Lo entiendo, también me ha pasado…— miento para que esté más tranquila y me sonríe con dulzura.— ¿Se puede saber con quién me ha confundido?

— Con nadie importante, solo… Olvidemos eso, ¿De acuerdo?— dice restándole importancia y no insisto más.

— De acuerdo, señora Jeon.

— ¿Quieres escuchar un poco de ese irrespetuoso?— levanta ambas cejas con diversión y asiento con ganas de tener con que molestar a Jungkook después.— Bien, diré solo un poco por qué es muy cerrado con su vida y no le gusta que revelemos mucho.

— La escucho con atención.

Ya veremos quién se burla de quién, Jungkook.

— Jeon Jungkook, mi primer nieto… Un llorón desde la cuna y glotón desde el vientre, eres demasiado inquieto, sufríamos con él… Solía perderse mucho, no podíamos despegar la vista de él — ríe recordando.—, tenía una obsesión por masticar los pétalos de las rosas, a sus dos años lo encontramos sentado en el jardín con los pétalos masticados regados por todos lados, casi me da un infarto al verlo y más por qué llevaba un lindo conjunto blanco, que con la tierra se puso del mismo color.

— Dios mío — digo incrédula.—, qué sufrimiento para su madre y para su pobre estómago, ¿Pétalos de rosas?, jamás he escuchado algo así.

— Lo sé, luego a los cinco entendió que no debía comerse las rosas, a los siete años comenzó a caminar por toda la casa como dios lo trajo al mundo, no le gustaba llevar nada por qué según él la ropa era incómoda y lo hacía sudar…

Y ahora se la quitaba para otras cosas.

— Cuando comenzó a mudar los dientes de leche, recuerdo que solía ser mucho más inteligente, no esperaba a un ratón, yo me convertía en ese personaje, siempre que perdía un diente venía y me pedía wons para el helado.

Joder y yo ni eso, mi madre solía llevarme al dentista y al mudar los dientes de leche, simplemente me hacía botarlos por qué le daba demasiado asco.

— A los doce descubrimos su gran Don por el arte, hacía bellos dibujos con acuarelas aunque terminaba todo manchado, le encantaba mucho la pintura y mi hijo le compraba cada mes lo necesario.— la abuela jeon, suspira melancólica y la entiendo.— crecen demasiado rápido ¿Sabes?, a los quince dejó la pintura, la música solía ser su compañera, quitó los dibujos de las paredes y comenzó su vida de adolescente.

— Ji-eun, jamás tuvo una infancia así, ¿Sabe?… Mucho menos yo, mi madre no me dejaba hacer lo que me gustaba por eso a veces me siento muy inútil y muy indecisa, por qué no sé para qué sirvo…— me abro por primera vez y ella acaricia mi cabello mirándome de forma comprensiva.— Teníamos profesores privados, ellos no estaban casi nada siempre en el trabajo, nos descuidaron mucho y cuando estuvimos, los suficientes grandes, quisieron controlar nuestras vidas… Ji-eun fue valiente al independizarse y llevarme con ella.

No era mala hermana, podría considerarla mi heroína, pero a veces me sentía tan poco a su lado. Siempre me recordaban lo perfecta que era, y lo mucho que hacía por mí. La amaba y a veces llegaba a sentir envidia.

— Ji-eun es una chica que no confía mucho en los demás, siempre está alerta y jamás se deja ver mal…— pregúntenle por favor a mi madre como es Ji-eun y te sale con unas mierdas inventadas, estaba claro que la abuela jeon conocía mucho más a mi hermana que mi madre.— Algo que comparte con mi nieto, detestan que presencien su faceta más débil y piensan que todo el mundo les quiere hacer daño.

𝐇𝐀𝐏𝐏𝐈𝐄𝐑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora