Capítulo 138

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24 de febrero

. . .

—No todo es tan malo —sorprendido, busqué su voz, se sentía cálida y familiar, luego de haberla escuchado en sesiones anteriores.

Me pregunté si realmente se dirigía a mí, pero considerando que sólo éramos dos en la habitación de quimioterapia, le di toda mi atención.

 Por alguna razón, ella me causaba curiosidad.

Quizá era por su aura cálida.

Incluso cuando se mantenía quieta, su voz era suave y su mirada cariñosa, pese a lucir cansada.

Sus ojos lucían casi como los míos.  Aunque no se veía tan mal como yo.

Soy plenamente consciente de mi aspecto delgado, cansado y ojeroso, sin cabello y sin energía.

—Luego de esto nos dan gelatina. —dijo con una sonrisa.

Automáticamente pensé que ella me agradaba, pero temí que no fuera lo mismo con ella. Pero sí le caí bien.

Y entonces Andy se convirtió en mi día cálido durante el invierno.

Justo como lo era mamá.

La observé con curiosidad, no sabiendo si debía seguir la conversación o sólo callar y asentir.

—A mí ayer me dieron de color morado —Siguió. No sé por qué la gelatina era tan especial para ella, pero la verdad es que esperaba mi sesión cada día, para poder pasar tiempo con Andy y comer gelatina.

También las buenas noches, luego de que la internaron en el hospital. Y pese a que sabía que la vería mas seguido, no me alegré, porque sabía que ella estaba muriendo.

Yo sólo deseaba que ella no muriera.

—La mía era color rojo. —Respondí, sorbiendo por la nariz y limpiando mi cara, hacía mucho que no lloraba en la sala de quimio.

Consciente de que los trabajadores en mi cuerpo seguían sin funcionar.

Que el trasplante ya no producía nada en mí, que papá siempre estaba ausente y que lo veía una vez al día y a veces una vez por semana.

Que me sentía solo y quería un abrazo.

—¿Cómo te llamas? —Preguntó, pero solo me concentré en como sus ojos se llenaban de lágrimas mientras intentaba sonreír.

—¿También te duele? —Frunció el ceño ante mi pregunta y observó un segundo el porta suero.

—Estoy bien. —Dijo en su lugar.

—Te vi llorar la primera vez que viniste. La chica con las mejillas rosadas estaba contigo —yo también lloré la primera vez que vine. Lloré mucho, a decir verdad.

Ya casi no lloro.

Me pregunto si es porque me he resignando a la idea de morir en algún momento. Más cuando no me queda nada.

—Sí, duele, pero sé que si no lloro me darán gelatina como premio —dijo.

—Me llamo Christopher —dije, sonriendo por primera vez y eso pareció agradarle.

Ella dijo que mi nombre era como el de un príncipe.

Pero es el de un príncipe sin reino y triste.

….

Los meses posteriores comencé a ver a Andy más seguido y poco a poco, ella comenzó a dejar de ser una extraña y se convirtió en mi mejor amiga.

Antes del Cielo [Wattys 2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora