Capítulo 83

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—Joder, que aunque lo niegues no soy estúpida —ríe—. Era cuestión de tiempo. Ese bombón se moría por tus huesitos, prima.

Ruedo los ojos, pero sonrío, ¿desde cuándo no lo hacía? Sonreír. Sentirme feliz al punto de querer explotar

—¡Finalmente son novios! —Chilla y como se ha acercado puedo cubrirle la boca con mis manos.

—Shhh, no, no somos... novios. No aún —aclaro y ella me mira confundida—. Y no se lo hemos dicho a nadie, promete que no lo dirás. Es algo reciente y pues sólo esperaremos a ver como fluyen las cosas, ¿comprendes?

Ella asiente con la cabeza pero no dice nada. Porque yo sigo cubriéndole la boca.

Alejo mis manos y la veo sonreír abiertamente.

—Ustedes son de lo más lindo juntos —cuchichea—. Ahora, explícame ¿cómo es eso de que no son novios aún, pero lo estabas besando?

—Bueno —acaricio la punta de mi trenza de lado. La cual cada día que pasa se ve menos abundante—. Fue el día que estuve en el hospital. Él se quedó conmigo y pues allí paso...

—¡Oh, Dios! ¡Sexo en una camilla de hospital! ¿No fue incómodo?

—¡No fue eso lo que pasó, malpensada! —Exclamo y ella se ataca de risa ante el sonrojo de mi cara—. Él me dijo que... Estaba enamorado de mí —una sonrisa boba se apodera de mi boca y Mary masculla un "awwww"—. Y pues, solo estamos...

—Dejando fluir las cosas —termina por mí y me encojo de hombros—. Estoy realmente feliz por ti, Andy.

—Y yo me siento feliz, Mary. Siento como si estuviese dentro de un sueño y aunque me aterra despertar, quiero vivir el momento.

—Jamás creí ver esta versión tuya, eres cómo un iceberg, Andy —bromea y le doy un golpe de broma en el estómago. Ella retrocede y se pone las manos sobre el abdomen—. Necesito tu ayuda —dice de pronto.

—¿Ayuda? ¿Para qué? ¿Está todo bien?

Y ahora su semblante es diferente.

—Pues, no lo sé. Por eso quiero que me ayudes. Vamos —gira y entra a la casa. La sigo.

Llegamos a mi habitación. Entramos y cierra con pestillo.

—Espero que no te moleste que entrara antes a tu habitación —se disculpa y bato la mano para restarle importancia—. Bueno... Andy, tengo retraso. Ya ha pasado mucho y yo...  Bueno pues, me hice una prueba...  Bueno dos...—Mary está nerviosa, lo sé por como retuerce sus dedos—. Quizá tres, con esta. Pero no quiero mirarla.

—¿Y qué? —Presiono suavemente sus hombros—. ¿Estás...?

—No lo sé. —Admite—. Pero mi período siempre ha sido puntual, pero últimamente Gael —él es su novio—. Lo hacíamos como conejos —finaliza y las mejillas se le sonrojan.

—¿Donde está la prueba? —Pregunto.

—Está en el baño —responde—. No la he visto, no puedo. Entonces te vi afuera y bajé para pedirte que la vieras tú, ¿podrías?

—Claro que sí, Mary.

Ella sonríe con nerviosismos y mira en dirección al baño. Comprendo la señal.

Tomo un respiro y entro. El pequeño test esta sobre la tapa del inodoro, boca abajo. Silencioso y expectante.

Lo tomo pero no lo miro y salgo del baño. En la habitación Mary está sentada sobre mi cama y tiene un sobre en la mano.

La segunda prueba.

Miro el test y luego a ella, quien asiente. Lo volteo.

Dos rayitas. Contengo la respiración. Asiento.

—Ten —me tiende el sobre—. Así estaremos totalmente seguras.

Se lo quito y lo abro con rapidez. Leo desde el inicio, incluso yo estoy nerviosa.

Y ahí está.

Resultado: Positivo

—Dice positivo —es todo lo que digo. Por un segundo el color abandona su rostro y tras parpadear varias veces para alejar las lágrimas, finalmente cede.

Me acerco y la acuno en mis brazos. Ella se estremece y llora.

—Un bebé, Andy... Un bebé —sale de su escondite situado en mi cuello y me mira, se le ha enrojecido la nariz—. Un bebé, yo....

Y vuelve a sollozar.

Yo sólo me limito consolarla.

Un bebé, pienso, que buena suerte.

. . .

Una hora después estoy en la cocina, saqueando la nevera en busca de helado. Cuando tengo lo que buscada, rogando que mamá no me vea, regreso a mi habitación.

Abro la puerta con cuidado y encuentro a Mary sobre mi cama, acostada en posición fetal.

Tomo asiento a su lado y palmeando su hombro, le ofrezco el helado y ella no duda ni un segundo en tomarlo.

—¿Cómo debería decirle? —Cuestiona, casi para si misma, luego de varias cucharadas de helado hasta el tope—. ¿Y a mis padres? Sólo tengo veintitrés.

Habla con más fluidez, creo que ya ha superado el shock.

—Ni siquiera he terminado mi carrera —dice cabizbaja.

Sinceramente, no creo que le pese la idea de estar embarazada, pues a Mary le encantan los niños. Pero es algo que no se hubiese esperado.

Creo que lo que le asusta es el cambio que tendrá su vida.

—Estoy feliz —dice finalmente y se limpia una lágrima—. Muy feliz —sonríe.

Se los dije.

—Encontrarás el momento y las palabras para decirlo. Todo estará bien —digo y ella me abraza. Estoy feliz por ella.

Aunque muy en el fondo me hubiese gustado vivir eso en algún momento.

Quizá en otra vida. Quizá en la siguiente no se me diagnostiquen cáncer.

Y también conozca a Ashton.

Antes del Cielo [Wattys 2024]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora