20 de Octubre.. . .
El aire helado de la noche se filtra por mi nariz, toca mis pulmones y los acaricia con dulzura.
Huele a lluvia y los truenos en el cielo hacen vibrar mi pecho.
La noche es oscura y aunque hace frío, me tomo mi tiempo para apreciar su belleza.
Hace dos días que vengo al tejado del hospital sola, a mirar las estrellas, Chris ha estado guardando cama los últimos quince días y es difícil que lo dejen venir aquí. Yo no insisto, porque no quiero que corra ningún riesgo.
Con cada minuto que pasa su vida parece escapar un poco más de su cuerpo y las ojeras casi se han tragado la mitad de su rostro. No obstante, él aún sigue sonriendo como si yo fuese Dios, cada vez que me ve.
Christopher ya no puede ni caminar y ha perdido mas peso del que puedo calcular, además de que los dolores en su cuerpo son tan fuertes que más de una vez han tenido que administrarle calmantes.
Ya no podemos hacer nada por él... Salvo esperar.
Ya es la hora de dormir y se supone que debería estar en mi habitación, pero no quiero estar ahí. No quiero estar sola.
Hoy nadie vendrá a acompañarme y solo la fría noche puede consolarme justo ahora.
La tristeza se ha apoderado de mi piel y quema.
Oh, como lastima.
Cada noche, antes de dormir, suelo ir a la habitación de mi niño, dejar un beso en su frente, acompañado de un "duerme bien, mi pequeño ángel" y me aseguro de que sus almohadas estén bien acomodadas y él no sienta frío.
Pero esta noche no pude entrar a su habitación.
No pude, ya casi no puedo soportarlo.
Me duele incluso cada paso que doy cerca de él.
Me duele verlo sonreír.
Y sobre todo, me duele verlo gritar y llorar de dolor.
El cáncer está devorándolo desde dentro y no podemos hacer nada.
Me abrazo a mí misma y me dejo caer de cuclillas, tratando de sostener mi peso y un corazón que se parte.
Los recuerdos acuden a mí y lágrimas silenciosas salen de mis ojos.
Es inevitable y comienzo a llorar.
Desde antes de que comenzara a sentir dolor al caminar, a Chris le practicaban masajes, sobre todo para mantener cuerdas las articulaciones.
Sé que le duele.
Lo supe desde antes de que, finalmente, él dijera que al caminar sentía dolor.
Sus suplicas no salen de mi mente.
Y tampoco sus palabras llenas de sufrimiento.
—Me duele... —esa noche me detuve a un paso de la entrada, con mi mano levantada a punto de tocar—. Para, por favor, para... —Lo oí llorar—. Por favor, papá, me duele...
Sus sollozos llenaron el espacio y algo dentro de mí comenzó a resquebrajarse.
Ayer fue mi primer corte de trasplante.
Voy bien hasta ahora, mis células comienzan a regenerarse de manera favorable y por primera vez, en casi un año... Tengo una esperanza.
Y me duele tener esa esperanza.
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Antes del Cielo [Wattys 2024]
RomanceAndy Coldwater vive un día a la vez. Una vida tranquila entre estudios, familia, libros y cero amor. Ella intenta tener su lugar en el mundo, aspirar a cambios positivos, convertirse en una escritora famosa, encontrar un buen esposo y quizá, por al...