Capitulo 21 El pez que odia el agua

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Nota de autor:

Mil perdones por la demora, esta vez ni el trabajo ni la emoes fueron los que detuvieron esta actualización, fue mi perro. Últimamente este año a sido muy sorpresivo (no quiero usar las palabras "cambios abruptos y chafas en mi vida" en varias ocasiones). Resulta que mi perro lleva dos semanas que esta bien malo, pensé que ya se me iba al cielo canino, pero pues, ahí la lleva y espero se mejore aunque aun no esta curado y, en otras noticias peores mi padre murió ( y mi abuela materna lleva poco también que se fue a otro plano de existencia) eso la verdad no esta nada padre y a eso le junto mis demás "cambios abruptos..." en fin, tengo actualmente suficiente salud y tiempo para actualizar, y en verdad deseo acabar esta novela así que, mil perdones por mis noticias que a nadie le importa y mis retrasos, y seguimos con otro capitulo de SEUCDM, espero les agrade, chao.

CAPITULO 21 el pez que odia el agua

Pero a lo lejos, logró divisar a uno que no, y cuya visión fue casi como un deja vu.

Un estudiante, en una hora en la que no debería estar afuera ,frente al lago admirándolo, sentado a la orilla con sus pies sumergidos en el frio y oscuro espejo de agua, y era el mismo chico que conoció el primer día que entro al instituto, solo que esta vez llevaba el traje que le obligaban usar en el taller de armería..

-Lau... -de repente se calló, no deseaba hablar con él, aún no estaba listo.

Pero como siempre olvido que ese chico veía mejor con la nariz que con los ojos.

-Soto, por fin apareciste -Laurel seguía observando el lago mientras se dirigía a Soto, -pensé que ya no me volverías a dirigir la palabra.

Soto intentó huir, pero se contuvo, sabía perfectamente que le debía una disculpa.

-¿Sabías que pasaría por aquí?

-Sí, de vez en cuando pasas por aquí, te gusta admirar el lago en la noche, simplemente quise creer que hoy tendría suerte -volteó, le sonrió e hizo una señal con la mano para que Soto se acercara.

-¡Anda! Ven y siéntate a mi lado, puedes meter tus pies en el agua, está algo fría, pero es reconfortante. El mayor obedeció colocándose justo al lado de Laurel, pero se acomodó de tal modo que el agua no tocara sus zapatos, el clima era muy frío en la noche y no estaba de humor para pescar un resfriado.

-Je, te gusta el agua ¿no? Es nostalgia de donde vivías.

Laurel por segundos guardó silencio.

-No, detesto el agua... Más no puedo evitar venir a este sitio cuando siento que no puedo más.

-Qué raro, la primera vez te vi aquí, dentro del agua, suena muy incongruente.

-Para mí no, es como cuando odias comer verduras pero sabes que es lo mejor para tu salud y te las terminas comiendo, o algo así.

-¿Quieres que hablemos sobre el agua?

-No, sin importar si regresas o no al taller o decides ser un guardián capaz o no creo que el que te debe una disculpa soy yo -de nuevo esas palabras que parecían que le leía la mente. -Me hiciste una pregunta y yo cobardemente la evadí, no me gustan los problemas ni ocultar nada pero, hablar de esto me pone mal. Aún así tengo que decírtelo.

-Está bien, no te atormentes, sé que fue tu hermano y tratas de protegerlo por obviedad.

-¡Ya te dije que te equivocas!... -iba a continuar el reclamo viendo fieramente a su compañero pero se contuvo. -Te equivocas... -concluyó en susurro.

Soto guardó silencio y volvió su vista al lago, esperando a que Laurel por fin confesara.

-Dime Blas... ¿Has oído hablar de las lloronas?

Sino en una cajita de metalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora