Capitulo 26 La mentira del pez

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Comentarios del autor:

¿Qué puedo decir?, de nuevo me retrasé, pero aquí sigo.

Sé que sueno algo "chole" pero de nuevo la chamba se puso loca y varios cambios han ocurrido en mi casa que limitan aún más mi tiempo. Eso sí, quiero seguir con la novela, mi webcomic y pensar en más cosas gaysh qué dibujar (hola doujinshis de Haikyuu!! T__T).

Este capítulo, al igual que otros que ya publiqué, tiene escenas del pasado. Mi plan inicial era que dichas escenas, a pesar de ser cortas, se colocaran como capítulo aparte (como el del capítulo 22), pero por mi propio despiste he juntado escenas del pasado con escenas presentes así que ya me confundí XD. Así que, si alguien lee esto y me quiere hacer una sugerencia, ¿qué sería lo mejor? ¿Hacer esos capítulos como capítulos aparte o dejarlos donde están? Igual y actualmente no lo arreglaré pero consideraré esto para la edición final.

En fin, ya no alucinaré más que tengo un doujin de haikyuu!! Del cual debo hacerme cargo, los dejo mis queridos lectores con esta actualización.

Capítulo 26. La mentira del pez.

Estaba por anochecer y el patio fuera del Taller de Armería estaba prácticamente desolado, excepto por dos niños que no pasaban de los once años.

Uno, el que estaba tirado, era un chico rubio y regordete; se veía un par de años más grande que aquel que estaba frente a él, un chiquillo Moreno y algo flaco. Ambos niños estaban agotados, como si hubieran tenido una pelea. Pero el más pequeño había ganado aparentemente. Sus nudillos estaban tan rojos como su cara y su ropa empolvada mostraba que no fue fácil su victoria.

Mientras que el chico rollizo que se encontraba en el suelo, miraba entre molesto y asustado al menor; su rostro tenía varios moretones, uno en especial en la mejilla no dejaba que abriera bien su ojo gatuno. Intentaba hablar, pero era como si se hubieran dicho todo en la pelea que acababan de tener, donde era obvio que el más joven lo había derrotado.

-No vuelvas a acercarte a mí ni a meterte con mi hermano, Geier no es un monstruo.

El pequeño que estaba tirado tomó sus gafas e intentó levantarse.

-No te dije eso para que te molestaras.

-¡No quiero ser tu amigo! -esas palabras fueron un duro golpe para aquel que aún no se podía levantar.

-Nadie te creerá que esa paliza yo te la di así que... Diles que fue mi hermano a menos que quieras que se burlen de ti porque el tonto de Puerto Frío te ganó.

El menor se alejó entre enojado y con ganas de llorar. Dejando al pequeño meingka solo y confundido.

Esa noche Laurel no pudo dormir, y recordó cómo su extraña relación con Rhein empezó. Al final, siempre sintió que su compañero lo trataba de forma agresiva por haberle ganado y hablado así cuando se conocieron.

Le inquietaban las pruebas de buceo, no por el peligro de probar material nuevo o porque Rhein lo molestara, siempre le inquietó el agua.

Recordaba cómo hacia un par de años Rhein lo obligó a entrar al agua hasta casi ahogarse, zambulléndole la cabeza varias veces hasta que por fin cedió. Es probable que esa ecuación fuera lo que realmente le molestara. Ser obligado por ese sujeto y peor aún, frente a Soto, lo ponía rojo de vergüenza. Sentir cómo su garganta y pulmones se llenaban de agua mientras ese sujeto no le permitía salir del agua, eso de algún modo nunca lo podría olvidar. Sin embargo gracias a ello descubrió que estar en el agua era misteriosamente familiar y reconfortante para su cuerpo, se sentía bien después del susto inicial. Pero eso sólo remarcaba más su situación de fenómeno.

Sino en una cajita de metalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora