Sino en una cajita de metal

Capitulo 7 Las criaturas extrañas no identificadas

Nota de autor:

¡Hola chocolatitos! Antes que nada deseo disculparme por no poder actualizar la semana pasada, entre el trabajo, las fiestas y mi viaje a Guadalajara me fue imposible.
Esta semana un problema que tengo de por vida en mi columna vino a joderme más de lo que quisiera. Me es imposible moverme en estos momentos, no le deseo ni a mis "enemigos" este dolor... pero, me duele más no poder continuar este texto (agradezco poder acomodarme para escribir), aunque tenga defectos, mi narrativa sea mala, aunque pocos lo lean y menos comenten, deseo tener la oportunidad de actualizarlo (sobre el dibujo en estos momentos me es imposible subir dibujos, es realmente frustrante no poder dibujar o incluso no poder subir los garabatos que tengo, debido a eso quiero disculparme enormemente, espero poder después).
Le quiero agradecer enormemente a krystal por ayudarme con la editada, muchas gracias, en especial en estos momentos. Así como a todos los que pasan a leer y a comentar, por eso son unos lindos chocolatines :) A Daii, Merimero y Milosflaca, que se han pasado a comentar, aconsejar y darme ánimos, ¡muchas, muchas gracias!
Espero disfruten de este capítulo de Sino en una cajita de Metal, prometo que ya empieza lo bueno. :)
- O -

Capítulo 7 Las criaturas extrañas no identificadas.

Guardaron silencio el resto del camino hasta que vio a lo lejos un edificio muy pequeño, sólo de un piso y en condiciones algo deplorables a comparación de los otros edificios del colegio que estaban mucho mejor cuidados. Recordó que alguna vez había oído que le llamaban a ese lugar "el cuarto de cachivaches" y por fin sabía el porqué del mote. El lugar se veía lleno de desorden, de polvo, cajas y objetos que seguro llevaban años sirviendo de casas para las arañas y demás bichos. Aún no podía creer que ahí se fuera a estudiar.

Un alumno de menor grado muy bajito de cabello rubio y con bucles, recordando un angelito ligeramente regordete, los esperaba impaciente, mirándolos justo en el pasillo.

-¡Eh! ¡Laurel! ¡Te estábamos esperando! Wyvern ya empezó, ¡vamos, vamos!- les dijo moviendo las manos con desesperación e indicándoles la ubicación del salón.

Al parecer el chiquillo no se percató de Soto o no le importó. Entraron al salón que estaba alumbrado únicamente por unas velas colocadas en lugares estratégicos, ofreciendo un ambiente ligeramente siniestro. Ahí se encontraban unos cuantos alumnos de distintos grados, sus apariencias le resultaron algo cómicas a Soto, casi caricaturescos, uno era un chico de cabello muy largo y gafas redondas que veía todo atentamente en una esquina del salón. Otra, era una chica muy parecida al pequeño niño Rubio, sólo que era larguchona y tenía una risa un poco tonta y un chico pelirrojo de cabellos ligeramente desordenados, que parecía un poco más normal, excepto por su forma muy fanática de hablar de un tema del que no había escuchado Soto.

Entre ellos, y para sorpresa de Soto, también estaba Rhein escuchando seriamente la plática. Estaban en unos asientos que recordaban divanes (cuando se acostumbró a la tenue luz se dio cuenta que eran unos cofres muy grandes con cojines y de unos carteles que parecían sacados de novelas baratas de ciencia ficción), acomodados alrededor del chico pelirrojo entusiasmado que hablaba. Todos muy concentrados escuchaban sobre el tema.

-Dicen que es una especie de Teratorn y lo han visto en las afueras de la Ciudad del Cielo; claro todo es cosa de gente de las afueras, pero han logrado recolectar unas plumas. Nuestro taller las recibirá en un par de días -decía muy emocionado el chico que se hallaba en el centros de el grupo, era el muchacho de cabello pelirrojo, casi naranja, revuelto y de mirada brillante, apasionado en el tema del que hablaba-. Pero yo no dudo que exista, ya ven sobre los casos documentados de los devoradores; esos seguro que dan más miedo, aunque aún debo investigar sobre ellos, los profesores no quieren admitirlo pero algunos están preocupados por esos seres.