capitulo 22 El sacrificio de la ballena

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Notas de autor:

Aquellos lectores que se fuman mis notas les comentaré algo interesante de este capi, resulta que este capítulo, por lo menos la idea base, la escribí en navidad, iba a ser un capi especial extra, pero descubrí que spoileaba mucho, así que, creo que como capi 22 estaba bien.

El año 2015 cada vez esta más sorpresivo, y no todos los cambios han sido tan geniales como esperaba, a veces quisiera que acabara porque me asusta que se ponga peor, pero bueno, aquí estoy que es lo importante.

Espero disfruten este capi, y de nuevo, perdón por no actualizar a tiempo.

CAPITULO 22

El sacrificio de la ballena

Un pequeño niño de no más de 10 años se levantaba trabajosamente de su cama. Estaba desnudo, a pesar del frío que le calaba sus huesos. Observó sus piernas. Seguían con las mismas cicatrices en los muslos, como marcas de gigantescas sanguijuelas que le recordaban que sus piernas jamás serían las mismas desde el accidente que le hizo pensar que su vida sería efímera, de milagro seguía vivo.

Tocó esas curiosas formas cuasi-circulares con sus dedos. Le dolían mucho las piernas, pero por lo menos ya podía caminar, aunque correr era todavía una tarea épica para el chiquillo. Ya no existían los tiempos en la que corría por el malecón felizmente con los bolsillos llenos de dulces para comérselos solo a escondidas de los otros niños, avaricioso de no darle a nadie.

Con trabajo se vistió, se puso un suéter que visiblemente le quedaba grande y unos pantalones algo delgados, esperaba que sus calentadores y las botas roídas le ayudarán a aliviar el terrible frío que sentía hasta la médula. Extrañaba cuando su hermano le vestía, era duro aprender por su cuenta.

Era normal, vivía en un puerto infernal y triste donde siempre el clima helaba. En especial en esas fechas, donde se intensificaba en las noches y se llevaba a los más débiles, enfermos y ancianos. La gente del lugar estaba acostumbrada, le decían "abrazo de invierno".

El pequeño niño recordaba cuando su hermano mayor lo arropaba e incluso se quitaba su bufanda y gorro para que el pequeño entrara en calor cuando salían a dejar los pedidos artesanales que le encargaban a su abuelo. El mayor de los hermanos se esforzaba para que el pequeño no sintiera las limitaciones de la austeridad en la que vivían.

Esos recuerdos también se perdían como un bonito sueño que no volvería a hacerse realidad. Arrepentido de no valorar esos días y haberse comportado como un niño caprichoso. Salió a pesar del frío a ver el espectáculo de esa noche. "La noche más brillante del año" le llamaban.

Una serie de luces desfilaban directo al templo de Puerto Frío. La gente del lugar iba ahí a agradecer la pesca y a realizar un tributo para el año que empezaba, aunque ese año particularmente fue poca la pesca. Esperaban que las ofrendas ayudarán para que esa situación mejorará. Curiosamente, en el corazón del niño estaba la certeza que eso no iba a suceder. Con todo y el constante quejido de una enorme ballena que llevaban en el centro del curioso desfile. "La ofrenda" particularmente ese año se lamentaba más de lo usual dramatizando más el nocturno ambiente. Era una extraña ballena enorme que le brindaba alimento y demás derivados a los pueblerinos. Era una especie muy preciosa y especial que visitaba seguido Puerto Frío, sólo los más adinerados accedían a su carne puesto que era muy difícil su caza por su fiereza.

Pero los más aguerridos pescadores cada año buscaban a esa especie que sólo serviría para sacrificarla, así murieran varios en el intento.

Aquella que había sido capturada aún viva, como todas las ballenas de los años anteriores, quejándose de su situación; al final, la regresarían muerta al mar al terminar las oraciones.

Sino en una cajita de metalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora