cap. 1 El búho en la jaula

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Nota de autor:
Bienvenidos a la primer novela de corte Yaoi que planeó publicar semanalmente (espero lograrlo con la chamba dibujandosa encima...)
Esto es el resultado de tratar de hacer un cómic, que al frustrarme salió otra idea y al final esta desembocó en la novela que estás a punto de empezar a leer (digamos que es la precuela de la precuela de la primera historia que tenía en mente y que, no es Yaoi XD).
Al igual que la mayoría de mis publicaciones lo planeaba como cómic, pero llevo tiempo deseando publicar mis textos y tampoco tengo mucho tiempo para hacer un cómic en estos momentos. Espero este les agrade.
Y debo agradecerle enormemente a krystal sky por la editada y ser mi beta reader XD. Soy muy chango a veces XD

Por cierto. Al final del capítulo mostrare un extra de la novela.
Sin más preámbulos los dejo con mi Sino en una cajita de metal .

Capitulo 1 El búho en la jaula

"La vida es corta.

Un pequeño pedazo de existencia que se te da en un mundo lleno de dudas.

Y vaya que conmigo fue, además, injusta...

Aunque no debería quejarme, tengo más de lo que cualquier pobretón podría desear, ¿no?

Pero...

Descubrir una verdad que a nadie se le debería revelar hasta que su meta en la vida sea realizada, y lo recuerde sentado en la banca de un parque con décadas encima mientras le da migajas a las palomas, es algo que no debería pasar.

¿Qué sentido tiene nacer y vivir cuando no te dan el suficiente tiempo para encontrarle significado a este existir tan efímero?"

oOo

Tres de la madrugada, una hora espectral para entrar a hurtadillas al internado.

Soto tenía que haber llegado el día anterior al instituto para tener todo listo para el inicio de clases al día siguiente. Pero en su lugar prefirió ir a un bar a beber un poco y jugar un rato con alguna chica guapa de cascos ligeros dispuesta a aceptar sus mimos por dinero. Al fin de cuentas, el dinero le sobraba al chico. Era lo único por lo que nunca se preocupó en la vida.

-Seguro éste es un castigo de mi madre; me manda a este instituto ridículo porque ella no puede ponerme una correa al cuello en casa, no vaya a dilapidar la herencia... ajá...

Se repetía Soto frente a la alta barda del colegio mofándose de la aguda voz de su madre. Todavía tambaleándose, observó la barda y se animó a treparla con patéticos resultados; hasta que por fin, entre el mareo por la bebida, logró encontrar la sincronía, subir la barda y no caer del lado equivocado en el intento con el menor daño físico posible. Aventó una pequeña maleta al césped del basto jardín del instituto y después se dejó caer. El golpe fue fuerte y sonoro, pero aparentemente nadie estaba cerca y no pasó de un buen golpe en el trasero.

A sus dieciséis años, Blas Soto ya era toda una fichita, conquistando chicas a diestra y siniestra para abandonarlas días después, escapando de sus escuelas costosas y con actitud altanera ante la vida.¿la razón? '¡Porque era un Soto!' decían los que lo conocían, Un apellido de abolengo y gran importancia. La mayoría del armamento para la ciudad del Cielo tenía como cerebro y distribuidor a los Soto, una familia con un especial don para el armamento militar. Al igual que su familia, él tenía ese don o "maldición" puesto que no eran humanos ordinarios y por lo tanto eran discriminados. Sus genes les habían hecho una rara jugada, dándoles un instinto natural para combinar la magia antigua con la tecnología de la época. Y ya eran tantos los humanos con esa habilidad que les empezaron a llamar "meingkas", reconocidos fácilmente por unos inquietantes y extraños ojos dorados que parecían falsos y que perdían la capacidad de visión antes de los 40 años si no se los cuidaban constantemente. Eran seres especiales que la mayoría de la gente temía, por lo que prácticamente eran aislados de la sociedad para ser genios fantasmas detrás del armamento o de las fábricas con tecnología de punta. Eso nunca amilanó el carácter del menor Soto. Por el contrario, lo hizo sentir más especial, a pesar de que los meingkas eran asesinados en algunos pueblos o eran "esclavizados" en las ciudades grandes para la conveniencia de las mismas. Su familia tenía poder, y sólo por eso no le importaba si uno que otro "pueblerino ignorante" lo viera de mal modo. La familia Soto eran de los pocos meingkas que tenían beneficios en las altas esferas militares de la Ciudad del Cielo y tal privilegio le daba una soberbia que muy pocos en su condición tenían.

Sino en una cajita de metalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora