La oscuridad del bosque no detuvo el andar ligero de Malakai. La ira, furia y frustración continuaban haciendo estragos en su reacciones y buscaba la manera de calmarse: su imagen es la que estaba en juego. Un trato tan bajo y sucio con el híbrido, no podía volverse un tema de interés y pese a que lo camufló, con la supuesta muerte de Philippe, su cara decía todo menos un ajuste de cuentas.
Apretando los puños, una que otra maldición escupía, por la maldita rata que debía sufrir bajo su yugo, por los suyos, por Alekseev y por ella. Renunciar al apetito de verlo retorcerse de dolor y oír sus gritos, fué difícil. Tuvo que tragarse su orgullo y ceder. Casi sintió que se convirtió también en una maldita rata. Porque a los ojos de su gente, él se volvería un traidor, su raciocinio animal no los dejaría entender la magnitud de lo que estaba en juego y es por eso que prefirió dejarlos al margen.
Siendo el Boss, Malakai podía hacer lo que quisiera, su palabra era la ley con cierto grado de inmunidad, siempre y cuando siguiera reglas y no afectara las especies que gobernaba. Detestaba: protocolos, etiquetas, reglas y normas. Un sin fin de estupideces con lo que a diario lidiaba. Y en lo que curiosa y contradictoriamente, la hembra no tenía cabida. Imaginarla a ella despertando en sus brazos todos los días, en una mansión llena de especies, le dejaba un amargo sabor en la boca, ella no pertenecía ahí. Los tiempos cambiaron de tal manera que los humanos no estaban permitidos en los territorios de las especies y viceversa. El único panorama donde la hembra no estaba fuera de lugar, era arriba de sus piernas con su miembro enterrado en lo profundo de su intimidad.
Pese a ser el Boss, en ocasiones no podía hacer las cosas como quisiera, su gente contaba con él para protegerlos y liderarlos. A veces extrañaba aquella faceta criminal que dejó atrás mucho antes de conocer a Alekseev, sin normas y con la libertad de ser lo que a diario reprimía.
El estatus actual de Malakai, con el título del Boss, eran los negocios y tratados para mantener y expandir la economía de su gente. Y en ocasiones específicas, de peligro inminente contra las especies, él accedía a encabezar las misiones. Daba gracias a ellos, porque justo es como conoció a cierta exuberante hembra de cabello negro.
—¿Lo hago bien? —dijo Eris con los ojos llenos de lágrimas.
Sus labios húmedos y rojos. Su mano derecha deslizándose a lo largo de su falo empapado en saliva, mientas con la otra jugueteándose a sí misma la entrada de su pequeño sexo.
—¿Le gusta? —preguntó ante el mutismo de Malakai.
Su rostro ruborizado denotando el disfrute de dar una felación torpe, pero que se le notaban las ganas...
Malakai sacudió la cabeza frustrado. La hembra de nuevo invadía su cabeza, difuminando sus planes y devolviendo el dulce sabor de sus fluidos a la lengua. Un sabor inconfundible que intensificaba su líbido a tal grado de no pensar en otra cosa que sus gemidos y en sus curvas con las medidas exactas para llenarle las manos y boca.
Pavel no pasó por alto la evidente erección que se acomodaba Malakai y se burló. Conocía a fondo las debilidades de su primo y rompió el silencio.
—Solías jugar con horas con, ¿cómo se llamaba ese cojo? —preguntó curioso—. Roberto. Eduardo. Sigo sin entender que le veías a ese discapacitado y las piernas no eran. Era más delgado que un palillo. Supongo que traías debilidad por los machos en ese entonces.
—¿Eso qué?
—¿Cómo que qué? —se ofendió—. ¡Me obligabas a jugar con él! ¡Limpiar la entrada de su madre, llevarlo a tomar aire fresco! Detestaba a esa bizca, no sabía para donde miraba —los escalofríos recorrieron a Pavel de recordarla—. Luego llegó el imbécil del mudo —suspiró—. A donde ibas recogías cada cosa inservible que te topabas en el camino Malakai...y aunque pasen los años eso no ha cambiado.
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Eris
Science FictionLa madre de Eris solía decirle que nada dura para siempre. Sus años de soledad en el bosque estaban pronto a acabarse. La vida le enseñaría, que así como los humanos modificados traicionan, también aman. El amor se da de muchas formas. Inclusive vi...